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Es una de esas cosas que no se verbalizan de forma habitual, pero sobre la que hay coincidencia cuando se plantea en privado a algún dirigente del PNV o a algún alto cargo nacionalista con responsabilidades institucionales. Hay temor al futuro de Iberdrola. Incertidumbre teñida ... de ansiedad cuando se piensa en la etapa post-Galán, el momento en el que el actual presidente de la compañía abandone la máxima responsabilidad ejecutiva en la eléctrica. Tiene en la actualidad 68 años pero le sobra empuje para seguir y los resultados hacen que los accionistas no deseen cambio alguno. Los últimos datos apuntan a que este año la empresa alcanzará los 3.000 millones de euros de beneficio, para batir así un récord histórico. Incontestable.
No es algo para mañana porque el propio presidente de la compañía ya ha mostrado su deseo de permanecer al frente de la empresa al menos hasta 2023, pero cinco años es un periodo de plan estratégico. Esto es, el plazo de tiempo en el que hay que ir pensado en el futuro y en la formación jeltzale temen lo peor. Por ejemplo, que un relevo en la presidencia suponga la definitiva deslocalización del cuartel general de la empresa y quién sabe si un roto en las arcas públicas por la vía de la recaudación de impuestos.
Y aunque estas cosas pasan aparentemente desapercibidas para eso que se denomina 'el gran público', lo cierto es que el futuro de Iberdrola, algunas decisiones claves en torno a ella, son también estratégicas para el conjunto del País Vasco. Y ya se sabe que uno no llega a apreciar suficientemente lo que tiene hasta que lo pierde.
Ignacio Galán fue nombrado primer ejecutivo de la compañía eléctrica en 2001 -primero vicepresidente y más tarde presidente- y transformó una empresa derrotada y que estaba en venta en una compañía dispuesta a expandirse y a comprar otras empresas. Incluso, cambió una empresa que sólo tenía 'abonados' por otra que empezó a pensar en 'clientes'. Quizá porque desde niño había veraneado en Plentzia; quizá también porque su salto a las grandes ligas de la gestión empresarial lo realizó en una empresa vasca -ITP-, lo cierto es que entre sus habilidades figura la de haber mimado su relación y la de la empresa que preside con la Administración vasca. Que el departamento de compras mundial de la compañía se encuentre ubicado en Bilbao, con la importancia que ello tiene para los proveedores del entorno, es una decisión suya. Que la sede de la distribuidora de electricidad -una filial del grupo que es una auténtica mina en la generación de impuestos-, también se mantenga en Euskadi, tampoco está muy lejos de sus decisiones. El respaldo a numerosas iniciativas de la Administración vasca, también.
La capacidad de influencia del PNV en la eléctrica ha perdido además muchos enteros en los últimos años, como consecuencia de la estrategia de Kutxabank de abandonar el accionariado de forma progresiva. De haber sido uno de los accionistas de referencia, Kutxabank prácticamente ha desaparecido hasta situar su participación en el entorno del 1%. Y esto significa que la capacidad para influir en torno a la elección del futuro presidente estará 'bajo mínimos' llegado el momento. Se impone cruzar los dedos, porque la experiencia de estos cambios en otras grandes corporaciones no arroja precisamente un saldo muy positivo para el País Vasco. Uno no sabe lo que tiene hasta que...
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