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La pandemia del Covid-19 pondrá en serio peligro a parte del tejido empresarial vasco, si bien Euskadi encara los inciertos tiempos que vienen en una mejor situación que otras comunidades autónomas de España por su «mayor resiliencia» ante crisis económico-financieras y cambios estructurales. La de ahora requiere políticas «a medio y largo plazo» que promuevan la inversión en «I+D+i, educación o infraestructuras clave» no sólo para salir antes y mejor ella, sino para prepararse ante otras que puedan llegar. Son algunas de las conclusiones a las que llega Orkestra-Instituto Vasco de Competitividad en su estudio 'Los impactos socioeconómicos del Covid-19 en la comunidad autónoma del País Vasco'.
En líneas generales, el documento trata de responder a la pregunta de cómo podemos prepararnos desde hoy para afrontar las crisis socioeconómicas que llegarán en el futuro como consecuencia del coronavirus. Los expertos del centro de investigación explican que la crisis que empezamos a sufrir consta de dos fases: una de resistencia ante la pandemia, y otra de reconstrucción y renovación de la economía y la sociedad.
Ahora nos encontramos en la primera, donde priman las políticas «reactivas» que apoyan a las empresas, otras instituciones y a la ciudadanía en sus esfuerzos por sobrevivir al 'shock' y minimizar sus consecuencias en el corto plazo. En unas semanas, «quizá meses», se pasará a una segunda fase. Pero las medidas sobre la reconstrucción y renovación «deben empezar a diseñarse ahora» para que puedan ser efectivas en el medio y largo plazo.
En este periodo inicial de «resistencia» Orkestra detecta dos grandes prioridades. En primer lugar, solucionar la crisis sanitaria, dedicándole todos los recursos económicos y atención que para ello sean necesarios «incluso si ello supone a corto plazo un agravamiento de la crisis socioeconómica». Y después, tratar de que la destrucción económica, social y anímica derivada de la crisis «sea la menor posible».
Esta fase debe guiarse por políticas macroeconómicas y de regulación, que por su naturaleza «permiten actuar en el corto plazo». En concreto, ha de evitarse que los 'shocks' de oferta y demanda «estén acompañados por un colapso del crédito». Eso sí, esas políticas deben tener en cuenta tres elementos fundamentales. Uno de ellos es el 'timing'. Es decir, que lo que vale para la fase de resistencia puede no valer para las de recuperación y reorientación de la economía. En segundo lugar, la priorización, ya que los recursos «son finitos» y no todos los sectores y agentes están siendo golpeados de la misma manera. Ni tampoco son igualmente relevantes o estratégicos. Y, tercero, compartir riesgos, «por razones de equidad y para que no surjan incentivos perversos».
El objetivo en este periodo de resistencia es preservar la viabilidad de las empresas. Según Orkestra, las vascas afrontan este periodo en «relativas buenas condiciones» dada la positiva evolución en los últimos años de aspectos como la solidez de sus balances, la rentabilidad y la vulnerabilidad financiera. Sin embargo la actual crisis pondrá en apuros a muchas empresas, por lo que los autores del estudio consideran necesario «generar mecanismos» para identificar a aquellas que ya presentaban una situación comprometida.
La pandemia dejará huella en todas las empresas, pero determinados grupos o sectores están más expuestos a sus consecuencias. Dado que las cadenas de suministro en las que participan muchas compañías se están paralizando, aquellas «que más hayan externalizado, subcontratado o internacionalizado sus actividades productivas», así como las que se abastecen «vía líneas de provisión transfronterizas» y las que aplican métodos 'just in time' «pueden verse entre las más afectadas».
Esa ruptura -o ralentización- de las cadenas de suministro globales de materiales y componentes ha golpeado a los subsectores de la energía en los que Euskadi está mejor posicionado. Especialmente el eólico, las redes eléctricas y la electrónica de potencia. Otras áreas productivas, como el refino, también acusarán a corto plazo la brusca caída de la demanda de combustibles, lo que a su vez impactará en la recaudación fiscal. No hay que olvidar, en este sentido, que los ipuestos abonados por Petronor suponen aproximadamente el 10% de la recaudación de la Hacienda de Bizkaia.
Los investigadores de Orkestra se preguntan sobre cómo facilitar el camino hacia la renovación de la economía y la sociedad cuando la crisis de la salud esté bajo control. A su juicio, las instituciones vascas están mostrando un nivel de respuesta «superior» al de otras comunidades autónomas en lo que se refiere a la implantación de políticas reactivas. Sin embargo, para la fase de reconstrucción adquieren importancia las proactivas que fomenten la «adaptabilidad». Es en este periodo cuando es posible desarrollar acciones para «fortalecer la competitividad empresarial y la innovación, y promover la transformación de la estructura económica».
Además, considera el documento de Orkestra, anteriores crisis nos han mostrado la importancia de «mantener el foco en el medio y largo plazo». Por ejemplo, a través de «políticas de inversión en I+D+i, en educación o infraestructuras clave». Inversiones «críticas» no sólo para una salida efectiva de la crisis actual, sino también para prepararse con vistas a otras que puedan llegar en un futuro.
La combinación de las políticas reactivas y proactivas explica, según Orkestra, «la trayectoria de crecimiento regional» de Euskadi, un territorio que en las últimas décadas ha mostrado «una mayor resiliencia ante crisis económico-financieras y/o cambios estructurales» que en otras zonas de España.
Sin embargo, el paso de la fase de resistencia a la de reconstrucción debe seguir unos tiempos. Porque las acciones efectivas para proteger a empresas o personas vulnerables durante ese periodo «pueden ser contraproducentes sólo unas semanas o meses más tarde». De ahí la necesidad de tener «buenos análisis diagnósticos» sobre qué sectores, empresas y personas están afectados, y en qué momentos.
Lo que está claro es que tanto la economía como la sociedad «no van a volver a la situación anterior a la crisis». Los cambios que inevitablemente van a acontecer ofrecen «una gran oportunidad» para enfocar las políticas de adaptabilidad hacia varios de los «grandes retos estructurales» que afectan a la sociedad: la emergencia climática, las transiciones demográficas o la revolución digital.
La crisis ofrece «diversas palancas» para aprovechar la oportunidad de avanzar en un «proceso global de transición sostenible». Por ejemplo, el aumento de la productividad derivado de nuevas formas de organizar el trabajo, la reducción de emisiones por «la disminución de la actividad presencial», o patrones de consumo sostenible «promovidos por la relocalización de las cadenas de valor, que requieren menor consumo energético y de materiales».
El estudio constata cómo se está produciendo en todo el mundo «un efecto péndulo» en la globalización que tiene su reflejo en el cierre de fronteras y la disrupción de cadenas globales de suministro. En el medio plazo es posible que la situación vuelva a su cauce habitual, si bien «es posible que el miedo genere cierta resistencia a reabrir las cadenas».
Para posicionarse ante todas estas transiciones y gestionarlas adecuadamente se necesitará «una colaboración renovada y reforzada» entre empresas, gobiernos, universidades y otros agentes del territorio y la ciudadanía. En este nuevo escenario, «las organizaciones intermedias», como los clústeres o las agencias de desarrollo local «tendrán un rol aún más crítico».
Los expertos de Orkestra creen que es posible crear «modelos de organización insterinstitucional» en el que las empresas vascas desarrollen propuestas de valor colectivas «que den respuesta a los retos compartidos y generen valor económico a sus organizaciones». Y ponen una serie de ejemplos. «Así, Ikusi ofrece CISCO Weber gratuito por 90 días para facilitar el teletrabajo; Pernod Ricard ha puesto a disposición sus fábricas para producir gel desinfectante; colectivos como 'Resistencia Team' o 'Makers' están logrando la colaboración de profesionales, instituciones y pequeñas empresas para que, mediante código abierto e impresión 3D se desarrollen alternativas temporales a la producción en serie de elementos de protección sanitaria».
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