Pugna geográfica por el proyecto de Iberdrola e Ingeteam
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Tal y como está el patio, en cuanto aparece alguien con un proyecto industrial bajo el brazo de la mano de accionistas potentes y con visos de convertirse en una buena opción de futuro, el interés por atraer su localización se desata. Algo de esto ... ha pasado tras el anuncio de las empresas vascas Iberdrola e Ingeteam de construir una planta para la fabricación de electrolizadores. Estamos hablando de una inversión aproximada a los 100 millones de euros y con capacidad para generar 150 empleos directos. Un caramelo dulce en un momento en que muchas empresas industriales, en sectores tan atractivos como el aeronáutico por ejemplo, se ven obligadas a despedir gente porque su mercado se ha hundido más de un 50%. Y hay sectores como éste que pueden tardar entre tres y cuatro años en recuperarse.
Lo cierto es que las empresas promotoras de la iniciativa han recibido propuestas de instalación de los sitios más variados de la geografía española. Responsables de comunidades autónomas y hasta alcaldes de pequeñas poblaciones se han dirigido a ambas compañías para ofrecerles de todo y por su orden, con tal de que se instalen en su territorio. Las empresas guardan hermetismo y aseguran que «la decisión no está tomada». Hay que suponer que van a aprovechar al máximo este tira y afloja para obtener las mejores condiciones. El mundo de los negocios es así. Lo demás es poesía.
Todo apunta a que la administración vasca y la Diputación de Bizkaia no se han quedado quietos, aunque también aclaran que «la decisión es de las empresas», al tiempo que advierten que no hay nada seguro. Pero lo cierto es que si este proyecto se instala fuera de Euskadi generaría algún que otro dolor de cabeza a algunos responsables públicos y necesitaría de muchas explicaciones. Son dos accionistas vascos, es un proyecto industrial, en un sector como el hidrógeno en el que se supone que hay depositadas muchas esperanzas de futuro, tiene incorporado además el reto de fabricar equipos de un tamaño que no se han producido antes en ninguna otra parte del mundo. ¿Se puede pedir más? ¿Hay algo que encaje mejor en el retrato robot que el Gobierno vasco ha diseñado como modelo de industria al que tenemos que aspirar? Si Euskadi no consigue retener un proyecto como éste, ¿a qué puede aspirar entonces?
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