El Gas Natural Licuado (GNL) se abre paso, aunque poco a poco, como actor clave en la descarbonización del transporte marítimo. Se trata de un combustible utilizado aún por pocos barcos, pero que permite cumplir con la cada vez más estricta regulación medioambiental ... sobre el tráfico en el mar. El impulso de este tipo de movilidad requiere de un doble compromiso. De un lado, los armadores deben invertir en la transformación de sus buques -normalmente movidos por fueloil o diésel marino- para que pueden funcionar con GNL. Por otro, los puertos han de garantizar una adecuada red de infraestructura. Se trata de un dilema similar al que se enfrenta la movilidad eléctrica terrestre: la falta de infraestructura retrae la demanda de este tipo de coches, y viceversa.
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El número de operaciones de 'bunkering' -el suministro, en sus diversas modalidades, de GNL a buques- realizadas en los puertos españoles en los primeros siete meses del año se cuadriplicó respecto al mismo periodo de 2019: de 97 a 384, según datos de Enagás. Y el volumen de combustible suministrado casi se ha duplicado (43.406 metros cúbicos en 2019 y 74.275 en 2020).
Eso sí, un buen número de estas operaciones tienen como protagonista a una sola empresa, Balearia. La naviera de la familia Matutes, que ha apostado firmemente por el GNL como combustible, ha visto cómo la crisis del coronavirusreducía la demanda de cruceros. Por contra, en los meses de confinamiento su negocio de transporte de mercancías se vio impulsado por el incremento del consumo de bienes esenciales.
El avance del GNL está respaldado por las ayudas de la Comisión Europea y la estrategia institucional 'LNGhive' que impulsa Puertos del Estado. El programa, que va por su segunda edición, sirve para apoyar proyectos de 'bunkering' presentados por los puertos españoles. El suministro de GNL a barcos se puede realizar de distintas formas: desde una regasificadora situada en el mismo puerto, o a través de tanques satélites cuando las plantas no están lo suficientemente cerca de los pantalanes. También mediante camiones cisterna ('truck to ship') o con barcazas que suministran el combustible a los buques en el mar ('ship to ship').
El de Bilbao es uno de los puertos preparados para llevar a cabo estas operaciones gracias al desarrollo de tres proyectos enmarcados en la iniciativa 'CORE LNGhive'. El primero de ellos consistió en adaptar uno de sus pantalanes para servicios de 'bunkering', lo que le permitió llevar a cabo el segundo hito del programa: en febrero de 2018 las instalaciones portuarias bilbaínas fueron escenario de la primera operación en el arco Atlántico y Mediterráneo de suministro de GNL de un barco a otro ('ship to ship'). Una operación que fue posible gracias a la construcción de una barcaza multiproducto (la 'Oizmendi') para servicios de 'bunkering'. Y en tercer lugar, construyó un remolcador propulsado a gas natural -construido en los astilleros Murueta-, y que fue presentado el pasado mes de julio.
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«La situación geoestratégica de nuestros puertos y el desarrollo de la infraestructura, como es el caso de Bilbao, permitirá que nuestro país se convierta en el primer y más competitivo 'hub' de GNL de Europa», destaca Eugenia Sillero, secretaria general de Gasnam, asociación que fomenta el uso del gas en la movilidad, tanto terrestre como marítima. Es la entidad organizadora del Green Gas Mobility Online Event, cumbre internacional que analizará, entre los días 22 y 24 de septiembre, los retos a los que se enfrenta el transporte marítimo.
Sillero cree que el GNL «es el puente que facilitará la entrada de otros combustibles 100% renovables en el transporte, como son el biometano y el hidrógeno, por tanto, es el paso correcto en la transición de un mundo fósil a un entorno en gran parte neutro en carbono que puede comenzar desde hoy». En su opinión la crisis de la Covid-19, «lejos de ser una razón para renunciar a los objetivos climáticos, representa una oportunidad para acelerar la transición hacia una economía renovable».
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El gas natural licuado elimina el 100% de las emisiones de óxidos de azufre (SOX), entre el 80% y 90% de las de óxidos de nitrógeno (NOX) y reduce entre un 20% y un 30% las de CO2. En la actualidad, según datos proporcionados por Enagás, hay 169 buques en todo el mundo propulsados por este combustible, y 61 más están bajo pedido.
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