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Ahora dominan Spotify y Youtube, pero hubo un tiempo -corto, eso sí- en que el rey de la música en internet se llamaba Napster. Hace dos décadas, en plena burbuja de las '.com', llegaba al rutilante firmamento de las tres 'W un invento ... que puso patas arriba la industria discográfica. Una plataforma dedicada al intercambio de archivos musicales en un formato novedoso -el mp3- entre ordenadores de todo el mundo. Nacía el concepto del 'peer to peer' (red entre pares) para compartir música gratis y saltándose a la torera los derechos de autor. La aventura tuvo un fulgurante y corto recorrido, y Napster ha vivido desde entonces muchas vidas, casi todas ellas al límite.
El último capítulo de esa epopeya ha tenido lugar hace escasos días. Melody VR, firma británica especializada en la emisión de eventos en realidad virtual, anunciaba la compra de RealNetworks- la matriz de Napster- por casi 60 millones de euros. Aunque en un principio ambas empresas mantendrán sus actividades por separado, el plan es «permitir la creación de una plataforma musical única que ofrecerá tanto actuaciones en vivo inmersivas como música en 'streaming'», asegura la nueva empresa.
A esto último se dedica Napster, aunque con bastante menos éxito que sus grandes competidores, como Spotify o Deezer. El pasado año, Napster declaró ingresos por valor de casi 90 millones de euros, frente a los 5.670 de Spotify. Además, sólo cuenta con tres millones de usuarios, a años luz de los casi 300 que tiene el líder mundial de la música en internet.
Pero en sus mejores momentos - que no duraron mucho- llegaron a tener 80 millones de usuarios, deslumbrados ante una nueva manera de acceder a su música favorita sin tener que comprar un disco entero. ¿Por qué pagar por un LP cuando sólo interesan un par de canciones?, era la filosofía de Napster, creada a mediados de 1999 por dos inquietos jóvenes estadounidenses, Shawn Fanning y Sean Parker. La afición del primero de ellos por dormir puso nombre a la nueva criatura (algo así como 'siestero' en español).
El problema era que Napster no era tanto que ofreciera música, sino que lo hiciera gratis, y sin pagar derechos de autor. De ahí que, apenas unos meses después de que echara a andar, varias discográficas la llevaron ante los tribunales. Pese a que algunos músicos celebraron la irrupción de esta nueva vía de universalizar la creación musical, otros se lo tomaron como una afrenta. El caso más sonado fue el del grupo Metallica, que vio cómo uno de los temas del nuevo disco que iban a lanzar -'I dissapear'- se filtraba en internet a través de Napster.
El proceso dio a Napster la publicidad que le faltaba para llegar a un público, ahora sí, absolutamente global. Sin embargo, otros muchos usuarios empezaron a usar otros sistemas de intercambio de archivos, como Ares, Kazaa o Emule. En julio de 2001 un juez ordena el cierre de los servidores de Napster. Eso, sí, no sin antes obligarle a pagar una indemnización de 26 millones de dólares a las discográficas. En un intento desesperado por mantenerse con vida, Fanning y Parker crearon Napster 3.0 Alpha, que operaba bajo un modelo de suscripcción. Pero sin la adhesión de las discográficas, el proyecto nacía casi muerto.
Bertelsmann quiso comprar los derechos de Napster por 94 millones de dólares, pero un juez bloqueó la operación porque el presidente ejecutivo de la tecnológica fue directivo del grupo alemán. El 3 de junio de 2002 Napster se declaraba en bancarrota y liquidaba sus activos. Arranca entonces un sinuoso trayecto en el que la otrora poderosa compañía empieza a protagonizar numerosas operaciones empresariales en busca de un modelo rentable de negocio
A finales de 2002 la compra Roxio, dueña de la tienda de música PressPlay, que se hace así con los derechos de la marca de Napster a cambio de 5,3 millones de dólares. Seis años después Best Buy paga 121 millones de dólares por el servicio de suscripcción, que tiene 700.000 usuarios. Se trata de competir con gigantes en ciernes como iTunes o Amazon MP3
Seis años más tarde Napster anunciaba a bombo y platillo la apertura de la mayor tienda de mp3 del mundo, con un catálogo de 6 millones de canciones. A finales de 2011 se fusiona con Rhapsody y empieza a funcionar como nuevo servicio de pago en algunos países de Europa y América. Rhapsody apuesta fuerte por la nueva adquisición. Adopta su nombre para intentar sacar provecho de la marca y el peso de Napster en el mercado de la música digital.
Pese a que posterioremente llegó a acuerdos con distintos operadores de telecomunicaciones como Telefónica o Vodafone, lo cierto es que Napster no ha conseguido ponerse al nivel de otros gigantes de la música en 'streaming'. Eso sí, independientemente de su futuro, está su pasado. Ese que habla de una compañía capaz de poner en jaque a toda una industria y cambiar su modelo de negocio.
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