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jorge murcia
Sábado, 1 de junio 2019, 23:44
Existe una gran cantidad de estudios sobre el efecto de la música en la actividad cerebral humana. Por ejemplo, se sabe que estimula el aprendizaje de los bebés, o que ayuda a frenar el deterioro cognitivo de las personas mayores. Nos hemos servido de ella para memorizar tablas de multiplicar, o para no quedarnos dormidos al volante. La ciencia también se ha acercado al modo en que la música influye en nuestro trabajo. Diversos estudios han demostrado a lo largo del tiempo que escuchar melodías aumenta la rapidez y la efectividad de las tareas. Pero todo depende del tipo de labor que se desempeñe, del género musical, de su volumen... En el trabajo, no siempre es la misma canción.
Las primeras grandes investigaciones sobre la materia datan de la década de los años 70 del pasado siglo. Un estudio titulado 'Música: una ayuda a la productividad' concluía que escuchar melodías mejoraba la atención de las personas cuando estaban trabajando. Eso sí, el ensayo usó como 'conejillos de indias' a trabajadores de una fábrica con tareas mecánicas y repetitivas. En estos casos se demostró que la música ayudaba a combatir el tedio y mantener la concentración.
Un estudio realizado diez años más tarde advertía sin embargo que la música entorpece los trabajos que requieren un mayor esfuerzo intelectual. Y, contra lo que pudiera parecer, elegir las canciones que más nos gusta es la peor opción. El profesor Takahiro Tamesue, de la Universidad de Yamaguchi (Japón), investigó los procesos neurológicos de distintos tipos de sonido y llegó a una conclusión muy clara: no hay mejor música para trabajar que el silencio.
«Cada música tiene su momento. Y el silencio también, porque forma parte de la propia música: la pausa, la cadencia», opina Pedro César Martínez Morán, director del Máster en Recursos Humanos de ICADE Business School. Sin embargo, también cree en el beneficio de una música «que te acompañe. Sobre todo en trabajos rutinarios, porque al final rompe un poco la monotonía del silencio, que a veces nos deja un poco en guardia, sin defensas: todo el mundo mira hacia el techo o el suelo del ascensor cuando vamos con alguien sin hablar. Son segundos que parecen horas».
Uno de los estudios más recientes sobre la influencia de la música en el trabajo lo publicó el pasado año David Lewis, presidente de Mindlab International. El experimento consistía en someter a unos cuantos voluntarios a situaciones de tensión y estrés con varias melodías como fondo. Una de las conclusiones a las que llegó fue que escuchar música reduce el estrés hasta en un 65%. Previamente Lewis había estudiado, junto a la compañía MusicWords, acerca del género musical más adecuado a la hora de resolver problemas específicos del trabajo. Y observó que si se escucha un tipo de música adecuada, se es un 81% más rápido y un 88% más efectivo a la hora de trabajar. Conclusiones a las que llegó después de pedir a 25 participantes que resolvieran durante cinco día seguidos diversas tareas en un ordenador a la vez que escuchaban distintos temas. Y también en silencio.
Descubrió que en el trabajo con números, o aquellos que piden prestar una especial atención a los detalles, la mejor música era la clásica. Si la tarea consistía en hacer correcciones ortográficas rápidas, o introducir datos, no hay nada como la música pop, ya que eleva el ánimo cuando se requiere velocidad. Lo mismo se puede decir con la música de baile. En ambos casos la eficacia del trabajo era superior a si se hacía en silencio.
La música ambiental se demostró como la más adecuada para resolver ecuaciones. Se trata de las típicas melodías que uno escucha en la sala de espera del dentista, o en ascensores. Y si el trabajo consiste en corregir o resolver problemas, lo mejor es la música de baile. El experimento de Lewis demostró que este género ayuda a aumentar la precisión en los ejercicios de corrección ortográfica, velocidad de lectura o ecuaciones matemáticas hasta en un 20%.
Martínez Morán subraya que las experiencias empresariales en torno a la música y sus beneficios en el trabajo se inscriben «en la orientación moderna de facilitar el bienestar de los trabajadores de la compañía». El profesor de ICADE Business School recuerda que la música es un recurso cada vez es más habitual «para animar y motivar a la gente que participa en determinadas actividades, como por ejemplo las convenciones comerciales. Ahí triunfa sobre todo la música clásica, la más cálida».
Pero, como todo, se ha de administrar en su justa medida. «Siendo un recurso que se puede gestionar, puede resultar válido. Pero el abuso acaba afectando al efecto positivo que se buscaba. No se puede estar escuchando música durante toda la jornada laboral», advierte.
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