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Jorge Murcia
Miércoles, 31 de enero 2024, 00:40
A finales de la década de los 80 y principios de la siguiente, el reparto de comida a domicilio en España era cosa de unos pocos restaurantes chinos y por supuesto la palabra 'delivery' aún no se había colado en nuestro vocabulario. En ese escenario irrumpe, de la mano de los hispanocubanos Eduardo y Leopoldo Fernández Pujals, una empresa que promete llevar la comida rápida, en este caso la pizza, hasta la puerta de los hogares y a precios competitivos. Y que además no tiene reparos en publicitar su gran secreto: la masa. Nació Telepizza.
Más de 30 agitados años después, la compañía finaliza un arduo proceso de reestructuración que le ha llevado a difuminar su presencia internacional mediante la renegociación de su alianza con Pizza Hut. Y la tijera de los recortes amenaza con asomar su filo por España. Food Delivery Brands, matriz de ambas compañías, está culminando su repliegue en Latinoamérica con la venta de establecimientos propios y la ruptura de acuerdos de franquicia en México, Chile, Colombia y Ecuador.
El 1 de enero acordó el traspaso de 560 locales de Pizza Hut en régimen de masterfranquicia. Además, se ha deshecho de 170 establecimientos franquiciados en Guatemala y El Salvador y busca quién se quede con el resto de negocio en Latinoamérica: unos 600 locales. La retirada de ese mercado conlleva una importante reducción de establecimientos a nivel mundial: en 2022 tenía 2.368. El pasado año se redujo en casi 200, y ahora pasarán a ser 1.200.
Ese repliegue acarreaba, según 'El Economista', un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que en principio afectaría a 50 personas, entre ellas algunas que trabajan en las oficinas centrales de San Sebastián de los Reyes (Madrid), a los 'call centers' de varias provincias y a la plantilla de dos locales madrileños. Telepizza centrará sus esfuerzos en la Península Ibérica e Irlanda.
Estos movimientos se enmarcan en un complejo plan de reestructuración que ha puesto la propiedad de Telepizza, que arrastraba una enorme deuda de más de 400 millones de euros, en manos de los bonistas. A mediados de 2023 los accionistas de la empresa (fundamentalmente KKR, Artá, Torreal, J Safra Group y Altamar) llegaron a un acuerdo con los acreedores (liderados por Oak Hill, Blantyre, HIG, Fortress y Treo) para que estos tomaran el control de la empresa.
El proceso, tutelado por un juzgado de lo Mercantil, implica una elevada quita (del 67%) de deuda y la capitalización de créditos por un importe de unos 250 millones de euros. El plan también prevé una inyección de 60 millones de euros, con una posible ampliación hasta 100 millones.
Telepizza ha tenido una agitada existencia que se inició con una fulgurante ascensión en los años 90 -con salida a Bolsa incluida-, una ambiciosa expansión internacional a principios de este siglo, y una última década marcada por los vaivenes financieros. El declive de la firma ha discurrido paralelo a la irrupción de la competencia, no sólo en el sector específico de la pizzas, sino en el del 'delivery' en general, con nuevos actores como Just Eat, Glovo o Uber Eats.
Poco antes de que se iniciara la gran crisis financiera de 2008, los hermanos Olcese y el empresario Pedro Ballvé lanzaron una opa de exclusión para sacar de la Bolsa a Telepizza. Llegaba el turno de los fondos de inversión, que empiezan a tomar posiciones en la empresa. Con ellos se incrementa la deuda. Desde entonces ha sido casi lo único que ha crecido en la firma.
A mediados de la pasada década la compañía toma aire y decide volver a los parqués, con el fondo KKR como gran propietario (se hace con el 80%). En ese momento Telepizza está valorada en 800 millones de euros. Tres años después no llegaba ni a 650.
En 2022 la deuda de Food Delivery Brands era de 413 millones, la mayoría (335 millones) por una emisión de bonos, más 45 en créditos con la banca y un préstamo del ICO de casi 40 millones). Se desencadena entonces una operación de cirugía radical para salvar la vida de una marca que sigue siendo potentísima, pero que ya no tiene muy claro cuál debe ser su secreto.
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