Las estadísticas nos dicen que la renta per cápita en Euskadi es la más alta del Estado, y está entre las más altas del mundo. También nos dicen que tras caer en el período 2008–2013, lleva cinco años subiendo y hoy es la más ... alta de nuestra historia, superando claramente los niveles precrisis. Así que, como no ha habido grandes bandazos ideológicos en los gobiernos en Euskadi de las últimas décadas, podemos afirmar sin miedo a equivocarnos que estaremos ahora gozando objetivamente del mejor Estado del Bienestar que hayamos tenido nunca, y uno de los mejores del mundo.

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Si esto es así, ¿por qué a los ciudadanos nos preocupan más que nunca las condiciones laborales, las pensiones, y vemos con desconfianza el futuro de las nuevas generaciones?¿Por qué la mayoría afirma que todavía Euskadi no ha salido de la crisis? No somos solo nosotros: una cuenta parecida podríamos echar en el Reino Unido que vota 'Brexit', en USA que vota Trump o en una Francia asediada por chalecos amarillos.

Una parte de este descontento tiene que ver con un derecho no incluido en el Estado del Bienestar, que es el de un empleo digno, que permita razonablemente la conciliación familiar y la estabilidad geográfica, y que esté adecuadamente remunerado.

Las estadísticas ya nos venían avisando de que la recuperación nos estaba dejando un mercado del trabajo peor pagado y más polarizado. Entre 2008 y 2016, el salario medio por trabajador aumentó un 7,6%, tasa inferior al aumento del IPC en el periodo (9,2%), por lo que el salario real descendió. La mejora de los salarios por trabajador se ha concentrado además en el percentil superior, mientras que en el percentil inferior se ha registrado un empeoramiento. Además afecta de manera asimétrica a los más jóvenes y eso, a los que tenemos hijos, nos preocupa tanto o más que lo que nos ocurre a nosotros mismos.

La otra parte del malestar tiene que ver con las expectativas. Porque ya ha empezado a pasar que la evolución de la demografía está incrementando el coste de pensiones y del gasto hospitalario y social más de lo que se incrementa la recaudación, y durante las dos próximas décadas este proceso va a seguir, inexorablemente. Los ciudadanos vamos leyendo y oyendo que esto viene, y nadie parece tener una respuesta que nos tranquilice. Así que no estamos tranquilos. Cuando en los países occidentales hicimos el pacto que sustenta el Estado del Bienestar, habíamos acordado que esto iba a funcionar así, y que iba a ser el mercado del trabajo el mecanismo que ajustaría la oferta y la demanda laboral. Y tampoco echamos cálculos con la evolución de la demografía, nos parecía que quedaba mucho tiempo para empezar a preocuparse con esas cosas.

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Estamos alcanzando los límites del Estado del Bienestar, y probablemente no baste con unos pocos parches y sea preciso forjar nuevos pactos. La Historia nos enseña que estos procesos de ajuste suelen empezar siempre de la misma manera: con un malestar creciente de las clases medias ('revoluciones burguesas') ¿Te suena la Toma de la Bastilla? No es casualidad que la fiesta nacional en Francia sea el 14 de Julio. Si hoy se celebra, es porque los principios fueron revueltos, pero el nuevo pacto que se alcanzó mereció la pena.

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