El conferenciante Jesús Menéndez Pabón. Layna Fernández

«El padre Arizmendiarrieta le da mil vueltas a Steve Jobs»

El conferenciante y «entrenador de habilidades» Jesús Menéndez Pabón dice que los directivos vascos apuestan por recuperar «los valores» asociados al cooperativismo

jorge murcia

Viernes, 16 de noviembre 2018, 01:36

Jesús Menéndez Pabón pasó en unos pocos años de ser directivo de marketing y comunicación en varias empresas a formador y «entrenador de habilidades». O, como le gusta más denominarse, «constructor de sueños». En esa metamorfosis tuvo mucho que ver una estancia de ... tres años en India, convertida en la primera estación de un propósito vital «a lo grande»: cambiar el mundo. Esta semana ha estado en Bilbao impartiendo conferencias ante un nutrido grupo de directivos vascos de grandes empresas. Menéndez Pabón cree que en las compañías aún hay «demasiado látigo» y que falta «comunicación» y capacidad de desarrollar habilidades «que todos tenemos, pero que están dormidas».

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- ¿Qué les enseña usted a los directivos?

- Me di cuenta de que con la inspiración y la motivación no basta para cambiar el mundo. A la gente hay que darle herramientas para que esa motivación la coja y puedan inspirar a los demás y generar cambios en esa sociedad tan loca que estamos construyendo. Habilidades como la creatividad, la comunicación, el liderazgo, tan indispensables para las empresas hoy día, tienen que ver con la gestión de nuestras emociones. Pero nadie nos ha enseñado a ello. Y ahora se nos pide que trabajemos con inteligencia emocional y no sabemos. Todas esas habilidades que tenemos están dormidas. Lo que hacemos es despertarlas. Conseguimos personas mucho más capaces y estamos trabajando la línea de flotación de la competitividad de las empresas.

- ¿En qué fallan los directivos? ¿Cuál es su principal carencia?

- No lo veo como una carencia, sino como una oportunidad de mejora. Porque viene de algo que no nos han enseñado. Por ejemplo, en los cursos de oratoria el primer día la gente está nerviosa y se bloquea. Cometen todos los errores que hay en la comunicación. Por tanto, no se contagia nada. No destacamos, no generamos equipos que sientan orgullo y pertenencia. Y eso es lo que necesitan los líderes de hoy en día. El déficit es de inteligencia emocional pura y dura.

- Esa incapacidad para comunicar y transmitir, ¿en qué se traduce?

- En muchas cosas. Sobre todo que no haya equipos cohesionados, porque a la gente se le tiene que motivar. La mejor manera de motivar a las personas es a través de la comunicación. Que la gente sienta algo, que se sientan importantes, que vean que haya un desafío conjunto que afrontar juntos y superar para sentir esa satisfacción. En la empresa no hay comunicación. Hay información. Se tira información y no se contagia ningún tipo de emoción. Que es la que al final te hace quedarte más horas en el trabajo, desplegar tu creatividad, la que te inspira para dar lo mejor que tienes. Y como no existe la comunicación, no existe la oratoria.

- ¿Se puede decir que abundan las empresas buenas en gestión del capital monetario, pero no en el capital humano?

- Absolutamente. Decía Cebek que el gran reto y desafío es el de gestionar el talento de la gente. Personas. Y dentro de esa gestión de personas la comunicación, la motivación, inspirar a los demás, hacerles sentir importantes es clave. Con lo cual, ¿dónde está la clave del futuro de las empresas? En el desarrollo de las habilidades de las personas. En que recuperen la confianza que la sociedad nos mina. Porque la publicidad y la persuasión están en manos del sistema capitalista.

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- ¿Esa capacidad de gestión interna tiene también valor de cara al exterior, a la sociedad?

- Por supuesto. Si la comunicación no la manejamos, no lo hacemos ni en nuestra vida personal ni profesional. Accedes a muchas más oportunidades cuando comunicas de verdad. Que es lo que buscan las empresas, pero también la sociedad en su conjunto, que nos contagien positivamente. El ingrediente secreto de la comunicación es la emoción. Es la que te inspira, lo que te hace sentir. Hay tal ausencia de emoción en las empresas que es alarmante. Y la emoción es la antesala de la creatividad, que a su vez es la antesala de la innovación.

- ¿Está demasiado presente en las empresas la cultura del miedo, sobre todo a raíz de la gran crisis económica?

- Cada vez menos. Aquí hay muy buenas noticias para el que quiera verlas. Una de ellas es el relevo, ya no solo generacional, sino por reconversión de las personas que están al frente de los recursos humanos. Han evolucionado mucho, y hay un abanico de profesionales que entienden que el miedo no es el estimulante, sino el desafío, el crecimiento personal, la satisfacción por el trabajo bien hecho, el reconocimiento, lo positivo. ¿Todavía hay mucho miedo en las empresas? Sí. ¿Aún hay demasiado látigo? Tristemente, sí. Si miras la fotografía puede ser así, pero lo que hay que mirar es la película, que está llena de buenas noticias porque cada vez hay menos miedo y más desarrollo, motivación e inspiración para generar escenarios de confianza e ilusión.

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Los ingredientes básicos de un gran empresario

- ¿Existe diferentes formas de comunicar, transmitir, en función del público al que vaya dirigido? ¿Es lo mismo hablar a empleados que a otros directivos, o a la opinión pública?

- Es el mismo ADN, pero al mismo tiempo cada comunicación es diferente, porque la comunicación que es potente, que impacta, empieza en el público. Yo no doy igual una conferencia a presidentes de compañía que a estudiantes de un instituto. Igual estoy diciendo lo mismo, pero al mismo tiempo es distinto. Lo que permanece inmutable es el mensaje, que es lo que realmente impacta. Y es aportar valor a los demás.

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- ¿Cuál es el mayor error de comunicación en las empresas?

- Pues que todo el mundo viene a hablar de su libro. ¿Por qué? Porque todos nos sentimos a gusto ahí. Si no, hay que salir de la zona de confort. El problema es que nuestro libro no interesa a nadie. El principal reto es hacer que nuestro libro sea interesante para los demás. Pero hay que empezar a hablar de lo que los demás ganan con nuestro libro. La comunicación potente es la que pone al destinatario del mensaje en el centro de la estrategia de comunicación. Porque nuestra historia de éxito no se escribe en nosotros, sino en los demás. Pero esto nadie nos lo ha enseñado, por eso la gente lo hace muy mal a la hora de hablar en público.

- ¿Qué directivo o empresario le ha seducido por su oratoria o capacidad de transmitir?

- Te voy a hablar de alguien que en mi opinión le da mil vueltas a Steve Jobs. Es una persona que no podemos olvidar porque ha hecho mucho por esta tierra, que es don José María Arizmendiarrieta, el fundador del cooperativismo vasco. Este hombre, leer su historia, lo que peleó, los valores que creó… Si tuviera que hablar de alguien tendría que ser él. Porque hoy en día los profesionales con los que hablo en el País Vasco, todos me dicen que hay que recuperar esos valores, la capacidad de soñar, de servir a los demás, la creatividad, perder el miedo a arriesgarse. Y este hombre lo tenía. Esos son los ingredientes básicos que tiene que tener un gran empresario.

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«El compromiso de los directivos vascos»

- ¿Ve, percibe, una necesidad entre los directivos de mejorar su comunicación?

- Sin duda. Cada vez los profesionales se dan más cuenta de que hay una serie de cosas que no hemos aprendido en la carrera y que son claves para nuestro presente y nuestro futuro. Hasta hace unos años nuestra capacitación era sobre todo técnica. Pero en los últimos cinco años sobre todo hay una apuesta creciente para la formación en habilidades: creatividad, liderazgo, superación, comunicación, 'personal branding'… Cada vez encuentro más profesionales de recursos humanos que hablan de personas, de un proyecto social, de empoderamiento, formación, desarrollo y motivación.

- ¿Es una manera también de que la empresa y la sociedad esté menos desconectada de lo que quizá está ahora?

- Vivimos una gran desconexión entre los poderes políticos, económicos, y la ciudadanía, que en general está indignada. Demandamos una vuelta a los valores tradicionales, a la humildad, el respeto, a valorar a los demás por cómo se comportan con el resto… Aquí también hay una buena noticia: cada vez más las empresas tienen en cuenta, porque además no les queda otra, el impacto social y el devolver a la sociedad lo que ella les ha entregado. Te voy a poner un ejemplo. Hasta hace poco en las páginas webs de las compañías el apartado de responsabilidad social corporativa estaba escondido en el último botón de la última pestaña de quiénes somos. Hoy en día está en la 'home' de esa página web.

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- ¿Ha percibido algún tipo de hecho diferencial en los directivos vascos?

- Pues sí. Hay una cosa que me gusta mucho de ustedes. Hay una cosa que tenéis, y que no digo que no tenga otra gente, pero en vuestro caso es muy fuerte. Es el compromiso. Con la cultura, con las raíces, la historia, la forma de ver el mundo, el idioma… Todo eso hace que haya muchos directivos con un componente de compromiso enorme.

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