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No entiendo esta afición que tiene nuestro Gobierno de amenazar por todos los flancos al ahorro. Las novedades fiscales que se prevén no son nada halagüeñas y supondrán, con alta probabilidad, unos tipos superiores de tributación para las rentas que provengan del capital.
En ... esta línea la amenaza que se cierne sobre las Sicav (Sociedades de inversión de capital variable) es otro palo en la rueda para un instrumento que hace ya tiempo que se ve amenazado o, al menos, muy estigmatizado. En una reciente intervención, el presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) pidió al Gobierno que disipara las dudas sobre la regulación de estos vehículos de inversión; y además lo tildó de una cierta urgencia. Sorprende, porque el regulador nunca había sido tan claro ni tan rotundo en sus declaraciones sobre este vehículo de inversión
Sebastián Albella alertó de una posible deslocalización de la inversión ante los cambios de normativa y fiscales que se recogen en el acuerdo de coalición de Gobierno firmado por PSOE y Podemos . Pidió con mucho acierto que se valorara su existencia sin «prejuicios ni leyendas». Solo con los globos sonda enviados por el Gobierno, y ante la falta de certeza, el sector ya se ha visto penalizado . El número de estas sociedades está en mínimos de los últimos 17 años y solo en 2019 han desaparecido 147 , cifra que alcanza las 770 si nos referimos a los últimos cuatro años.
La propiedad de este tipo de vehículo se asocia con una idea de ventaja de tributación de los grandes patrimonios, pero esa impresión no es del todo correcta. El Impuesto de Sociedades que soporta una Sicav es el mismo que el que paga un fondo de inversión mobiliaria (excepto en el País Vasco), ya que ambos instrumentos son instituciones de inversión colectiva . Se ha extendido la creencia de que se le beneficia al rico sobre el pequeño ahorrador, y por ello cualquier programa de gobierno definido como «progresista» pone en la diana a este tipo de sociedades.
El actual Gobierno haría bien en aprender de la experiencia sufrida por nuestras diputaciones, que en 2009 modificaron la tributación de las Sicav elevando su Impuesto de Sociedades. El resultado fue que todas ellas trasladaron su domicilio social fuera de Euskadi. La recaudación por este concepto paso de una cantidad pequeña a nada; es decir, la consecuencia económica para los Presupuestos vascos fue poco significativa. Pero las implicaciones para la industria financiera local no fueron inocuas. Es difícil poner cifras, pero es indudable que el balance no fue positivo en términos de empleo, atracción de talento y fomento del valor añadido para el sector.
Me parece que la advertencia de la CNMV no debe de caer en saco roto, porque existe un riesgo cierto de huida de estos vehículos a territorios más amigables en términos fiscales. Espero, por el bien de la industria, que la historia no se repita.
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