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jorge murcia
Domingo, 11 de diciembre 2022, 00:20
El uso de dinero en efectivo como medio de pago va perdiendo terreno progresivamente en favor de las tarjetas. En 2014 el 80% de los ciudadanos españoles preferían abonar sus compras con billetes y monedas físicas, mientras que seis años después ese porcentaje ... sólo era del 35,9%, según la encuesta que periódicamente realiza en Banco de España sobre el uso de efectivo.
En respuesta a esta creciente demanda de pagos electrónicos «seguros y fiables», el Banco Central Europeo (BCE) prepara la emisión del euro digital. Una moneda a la que se podría acceder desde cualquier lugar de la zona euro y que aspira a ser un equivalente electrónico al efectivo. ¿Supondría el euro digital la desaparición de los billetes y monedas? El BCE aclara que no: sería un complemento al efectivo, de forma que los ciudadanos tuvieran una opción adicional para sus pagos. Las monedas y billetes seguirían estando disponibles.
La institución financiera sería la emisora del euro digital. Por tanto, y a diferencia de lo que sucede con las criptomonedas, tendría un respaldo del sector público. Además, según reconoce la institución financiera en una reciente publicación, la moneda digital «preservaría el papel del dinero del banco central como fuerza estabilizadora del sistema de pagos».
No hay que confundir el euro digital con el dinero privado creado por los bancos comerciales cuando por ejemplo conceden un préstamo. Los pagos que cualquier ciudadano realiza con su tarjeta de crédito o débito -o a través de internet- son transferencias de dinero privado, creado por su banco.
Cuando retiramos billetes de la ventanilla o el cajero de una entidad financiera estamos convirtiendo el dinero privado de una cuenta bancaria en dinero del banco central. Y al revés: en el momento en que depositamos en nuestra entidad financiera un billete de, por ejemplo, 20 euros, ese dinero público pasa a ser privado.
La fase de investigación del euro digital comenzó en octubre de 2021 y está previsto que dure dos años. En este periodo el BCE está examinando cómo sería el diseño de la nueva moneda y cómo podría distribuirse, además del impacto que tendría en el mercado. Posteriormente decidirá si se inicia o no el proceso de desarrollo efectivo.
El euro digital se topa, eso sí, con el recelo de parte de la ciudadanía europea: al 43% le preocupa especialmente la pérdida de privacidad que conllevaría, según aseguró recientemente la presidenta del BCE, Christine Lagarde, en una conferencia coordinada por el Banco Internacional de Pagos (BIP).
En ese sentido, Lagarde cree que el atractivo del euro digital «depende de nuestra capacidad de garantizar un alto estándar de calidad en lo referido a la privacidad de los usuarios». Y añade que el anonimato total que ofrece el efectivo «no es, en mi opinión, una opción viable».
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