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Esta segunda ola de contagios que está invadiendo Europa empezó por España, pero ya hay varios países que nos han adelantado y nos sacan amplia ventaja en estas estadísticas macabras que nos acompañan desde marzo.
Recuerdo que en un programa de televisión al que me ... invitaron en la primera ola, intervino un periodista que señalaba los viajes de los profesionales del sector financiero como el causante de la expansión del virus por Europa. El argumento que aportaba era que había muchas personas que viajaban entre las capitales europeas en este sector y que, por lo tanto, habían sido la causa determinante de la expansión.
No pudimos conversar para debatir sus teorías y profundizar en sus análisis, pero me pareció que no tenían ninguna base sólida. Podía haber acusado a las aficiones de los equipos de fútbol UEFA, a los universitarios Erasmus o a los peregrinos de Lourdes o del Camino de Santiago, y hubiera dado parecido. Sí debo reconocer que fue pragmático al señalar a uno de los sospechosos habituales (acusar a la banca de los males de la sociedad siempre encuentra aliados).
Las muy diferentes normas que se van aprobando en cada país en las diferentes etapas de confinamiento, desconfinamiento y reconfinamiento, van señalando también diferentes culpables de la expansión en esta segunda ola. La juventud, la hostelería (no se sabe si los que trabajan en ella, o los que consumen), los deportistas en sus diferentes formas (he leído que hasta el tenis ha sido objeto de normas restrictivas)…
La diversidad de prácticas restrictivas da una idea de que las comisiones de personas expertas tienen la misma unanimidad que una reunión navideña de cuñados. No tengo ni idea de epidemiología, pero supongo que, como todas las ciencias, tiene que apoyarse en datos. Y como los datos del COVID son todavía muy imperfectos, sus incipientes análisis también lo serán…
Igual que en el caso del periodista, no he tenido ocasión de debatir con las personas que van decidiendo las normas, ni he visto que se hayan publicado estudios serios del impacto en la propagación de cada una de las medidas en «experiencias piloto» que permitan medir su eficacia. Eso sí, en varios medios se va destilando el mensaje de que el verdadero culpable de todo esto somos la ciudadanía, que hemos «convivido por encima de nuestras posibilidades». Nada de ello apoyado en estudios mínimamente rigurosos.
Conste que no quiero dar alas a los negacionistas, ni promover la desobediencia civil. Creo que algo tenemos que hacer, y lo que sea que hagamos, tenerlo que hacerlo todos juntos (incluso aunque a ratos piense que lo que hacemos esté equivocado). No envidio a quienes tienen que proponer estas decisiones colectivas, sin duda no será una tarea fácil. Pero es su responsabilidad.
Me gustaría más bien, invitar a que no confundamos la necesaria solidaridad y disciplina que tenemos que mantener como sociedad, con la estupidez colectiva de buscar culpables y víctimas cuando no tenemos una investigación sólida que nos permita obtener conclusiones. Sin pensamiento crítico, la sociedad deviene en masa, y esos procesos nunca acaban bien…
Seamos responsables. Desde la ciencia, investigando con rigor, en la cura (bendita vacuna que ya va llegando), en los patrones de propagación, en el impacto económico, social, psicológico... Desde la política, asumiendo con valentía las complejas decisiones que les corresponde tomar. Desde la ciudadanía, manteniendo la calma y el pensamiento crítico. Así saldremos. Juntos.
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