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'Any bonds today?' (¿Algunos bonos para hoy?). No sólo es un eslogan. Es el título de una canción que el célebre músico Irving Berlin, el autor de 'Cheek to Cheek' y de muchos otros éxitos, compuso por encargo del Tesoro de Estados Unidos ... para vender su deuda pública a los ciudadanos. Fue durante la Segunda Guerra Mundial, y los intérpretes que intentaron convencer a los ahorradores no fueron únicamente actores de Hollywood y cantantes de jazz. Se echó mano hasta de personajes de dibujos animados como Bugs Bunny. Hoy se puede ver al 'conejo de la suerte' con el puerco Porky en un 'skecht' de los años cuarenta del siglo pasado, invitando a los estadounidenses a comprar bonos de guerra.
El desequilibrio presupuestario de EE UU empezaba a ser sideral, igual en nuestros días, pero no por culpa del Estado de Bienestar, sino por el esfuerzo bélico. En el verano de 1942, meses después del ataque japonés a Pearl Harbor, el Gobierno de Roosevelt movilizó a actores de Hollywood (Bette Davis y Rita Hayworth, entre ellos) para promocionar sus títulos de deuda, asegurándose de que la remuneración fuese baja por un procedimiento clásico: el Tesoro también los compró y empleó para ello dólares frescos sacados de la máquina de imprimir billetes. Irving Berlin se sumó al experimento, pero desde la faceta del marketing, escribiendo un tema 'ex profeso' que, además de Bugs Bunny, grabaron las Andrew Sisters (conocidas por su 'Rum and Coca Cola').
Como toda contribución era poca para mantener a los soldados en el frente, Berlin compuso otra canción dirigida a mejorar la recaudación fiscal. 'I Pay My Income Tax Today' (Pagué mi impuesto de la renta hoy). El mundo de la farándula recordó la obligación de cumplir con los impuestos, desde la pareja de cómicos Abbot y Costello hasta el Pato Donald, que aseguró que hacer la declaración del IRPF (versión estadounidense) era «un deber y un privilegio». Con ese ruido de fondo, la deuda de EE UU alcanzó el 110% del PIB al acabar la Segunda Guerra Mundial, cuando Europa y Japón eran dos gigantescas ruinas humeantes.
Ese episodio lo recuerdan Jonathan Tepper y John Mauldin en su libro 'Código rojo' (Deusto, 2014), en el que citan lúgubremente el Eclesiastés: «Lo que ya ha acontecido volverá a acontecer, lo que ya se ha hecho se volverá a hacer; no hay nada nuevo bajo el sol».
Hoy los gobiernos no se financian persuadiendo a los ahorradores y contribuyentes con bellas melodías. Les confiscan directamente el dinero con una política de tipos de interés bajos o nulos que reduce su poder adquisitivo y les obliga a prolongar su vida laboral, mientras a su alrededor crecen negocios especulativos, burbujas hinchadas con el ahorro del que ellos se privaron. Sin embargo, en el siglo pasado, cuando la gente era un poquito más frugal, EE UU creyó necesario seducir a sus compatriotas con Irving Berlin, Bugs Bunny y el Pato Donald. Por desgracia, a los estadounidenses hoy trata de seducirlos otro personaje de dibujos animados... Pero está en la Casa Blanca y es trágicamente de carne y hueso.
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