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Música económica

La canción que defiende el capitalismo

El grupo californiano Oingo Boingo publicó 'Capitalism' en pleno arranque de la era Reagan, con una intención de «reírse de todo» que quizá no acaba de quedar clara en la letra

CARLOS BENITO

Domingo, 17 de mayo 2020, 00:04

A lo largo de esta serie de música sobre economía, el capitalismo se ha llevado unos cuantos mamporros. Por mucho que queramos compensar y brindarle un poco de consuelo al pobrecito sistema, resulta difícil encontrar canciones que le saquen la cara, pero hoy tenemos una, ... o al menos una que parece hacerlo. Se trata, además, de un caso singular: en realidad, según ha explicado en repetidas ocasiones su compositor, está muy lejos de ser una expresión sincera de sus convicciones, pero la supuesta intención irónica no acaba de quedar clara cuando se repasa la letra. De hecho, la revista 'National Review', voz tradicional de la derecha estadounidense, la incluyó sin dudar en su lista de las 50 mejores canciones conservadoras de la historia del rock (que, por si sienten curiosidad, estaba encabezada por el 'Won't Get Fooled Again' de The Who). Hablamos de 'Capitalism', un tema del álbum de debut de los californianos Oingo Boingo, editado en 1981.

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Oingo Boingo, que empezaron como multitudinaria 'troupe' de teatro callejero bajo el nombre todavía más chocante de The Mystic Knights of the Oingo Boingo (es decir, los caballeros místicos del Oingo Boingo), eran una banda nuevaolera encabezada por Danny Elfman, que después se ha hecho muy famoso como compositor de cabecera del director de cine Tim Burton, entre otros. En aquella época a Danny le gustaba provocar con letras que, a menudo, se inspiraban en noticias del periódico, pero en 'Capitalism' se mostró particularmente osado: 1981 fue el año en el que arrancó la presidencia de Ronald Reagan, que con su 'reaganomía' traería el tijeretazo al gasto público y la desregulación de la actividad económica. Y esto cantaban Oingo Boingo: «No hay nada malo en el capitalismo, / no hay nada malo en la libre empresa, / no intentes hacer que me sienta culpable, / ¡estoy tan cansado de oír tus quejas! / No hay nada malo en conseguir algo de beneficio. / Si me preguntas, te diré que es correcto. / No hay nada malo en querer vivir bien, / ¡estoy tan cansado de oír tus lloriqueos / sobre la revolución / y sobre hundir a los ricos! / ¿Cuándo fue la última vez que cavaste una zanja?». Su defensa del capitalismo se estructura más bien como un ataque a cierta izquierda: «Criticas con mucho vigor, / justificas todo lo que haces / con frases pegadizas y muchas citas / y todo el mundo está loco menos tú. / Eres solo un mocoso socialista de clase media / de una familia suburbana, y nunca tuviste que trabajar, / y me dices que tenemos que regresar / a las masas en lucha, sean lo que sean. / Hablas y hablas y hablas sobre sufrimiento y dolor, / tu boca es más grande que tu cerebro entero, / ¿qué diablos sabes tú sobre sufrimiento y dolor?».

Sexo salvaje en la clase obrera

¿Ironía? Hace seis años, en una entrevista con 'AV Club', Danny Elfman enmarcaba 'Capitalism' en su actitud habitual de aquella época, que consistía fundamentalmente en incordiar al prójimo. «Me reía de todo el mundo y no consideraba que nadie estuviese protegido. Así que, aunque mis ideas políticas fuesen de izquierdas, seguía mofándome de la corrección política y del izquierdismo organizado con tanta frecuencia como lo hacía de la derecha. Para mí, todos los grupos políticos organizados tienen un componente absurdo que está abierto a la burla o la sátira. No me considero parte de nada», argumentó. Cuarenta años después, cada vez que alguien comparte la canción en las redes, suele reavivarse el viejo debate sobre las intenciones de su autor.

Entre sus letras de aquellos años, por cierto, hay otra que también resultaba muy tentadora para esta sección: 'Wild Sex (In The Working Class)' (o sea, sexo salvaje en la clase obrera) nos presenta las ensoñaciones sexuales de un empleado de fábrica, que interpreta sus tareas como metáforas de otras actividades más satisfactorias. «Trabajo muy duro, intentando ganar unos pavos. / Paso las horas en un sueño. / El sudor me resbala por la punta de la nariz. / Solo hay una cosa que me mantiene en pie. / Puedo estar engrasando las ruedas de una fábrica ruidosa / y puedo estar encorvado sobre máquinas de metal. / Mirar cómo se mueven los engranajes / me recuerda a los cuerpos en movimiento, / el sudor y el sonido me hacen pensar / en sexo salvaje en la clase obrera (...). / Pienso en tu piel caliente / mientras toco el frío acero».

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