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Luis Aires defiende la transición energética progresiva. E. C.
«Ayudar al coche eléctrico con más impuestos al diésel es regresivo»

«Ayudar al coche eléctrico con más impuestos al diésel es regresivo»

Luis Aires, presidente de la Asociación de Operadores Petrolíferos, defiende una transición energética progresiva y «a un coste eficiente»

Martes, 27 de noviembre 2018

Luis Aires es el presidente de BP España, una de las cinco compañías (las otras son Repsol, Cepsa, Galp y Saras) que integran la Asociación de Operadores Petrolíferos (AOP). La agrupación celebra sus 25 años de existencia en pleno proceso de transición ecológica, que amenaza el negocio tradicional de las petroleras. Aires, que desde hace un año también preside la AOP, defiende un cambio de paradigma energético progresivo y «a un coste eficiente». Por eso, dice no entender algunos de los planes del Gobierno, como el de prohibir la comercialización de vehículos con motor de combustión a partir de 2040, o el aumento de impuestos al diésel. «Genera incertidumbre en el consumidor y no ayudará a mejorar el medio ambiente», asegura.

-Los planes de descarbonización de la economía incluyen la intención de que a partir de 2040 se dejen de vender coches que de una u otra manera utilizan combustibles fósiles. ¿Qué le parece la propuesta?

-La propuesta incluye a todos los coches menos los eléctricos puros. Es una medida no sensata, va en contra de los principios de libertad y progreso que han caracterizado el desarrollo del sector en los últimos 25 años. Restringe la libertad de los consumidores y de las empresas, sobre todo en el sector energético. Crea incertidumbre innecesaria que puede desincentivar inversiones en ambos sectores, reducir la competitividad de la industria automovilística y de refino, y pone en riesgo su viabilidad y empleo. Genera incertidumbre en los consumidores, que ya afecta a las ventas de vehículos diésel. Y con este anteproyecto posiblemente se extienda también al resto de las tecnologías. Hoy día hay en España 23 millones de automóviles, y eléctricos puros sólo 25.000. ¿Qué señal estamos dando a los consumidores?

-¿?

-Creamos incertidumbre que posiblemente retrasará su decisión de compra. Ello aumentará más aún la antigüedad del parque automovilístico, que es de 12 años. A su vez incrementará las emisiones de gases de efecto invernadero, porque los automóviles más antiguos son menos eficientes, consumen más, y emiten más CO2. Con lo cual, en lugar de ayudar a la lucha contra el cambio climático lo va a retrasar, porque también lo hará la decisión de sustitución de automóviles. Por otro lado, afectará al problema de calidad del aire en las grandes ciudades. El anteproyecto habla también de que no circulen a partir del año 2050 vehículos con combustión interna. ¿Qué pasará con el derecho a la circulación de los ciudadanos de la Unión Europea? ¿Le vamos a parar en la frontera? ¿Y los turistas que quieran venir con su vehículo?

-¿La guerra del diésel está ya perdida?

-Al diésel le ha hecho mucho daño el escándalo del 'dieselgate'. Afectó mucho a la credibilidad de estos automóviles. Pero analizado con rigor y cabeza fría, los diésel actuales no tienen nada que ver con los de hace años. Un motor actual, bajo la normativa Euro 6, emite un 85% menos de óxido de nitrógeno (NOx) que uno de hace 10 años. El problema de los NOx y las partículas diésel tiene que ver con los antiguos. El 15% del parque automovilístico español tiene más de 20 años. Cualquier tipo de medida de ayuda para sustituir un vehículo viejo por uno moderno, sea la tecnología que sea, va a tener gran impacto en la mejora del aire. Si el Gobierno implantara medidas de renovación del parque que tuvieran en cuenta la antigüedad y también la renta de las familias…

-¿Qué pasaría?

-Una familia que no cambia su vehículo de 20 años no es porque le guste contaminar, sino porque no tiene la capacidad económica para hacerlo. Ayudemos a esas familias con planes progresivos, que tengan en cuenta la renta para ser capaces de cambiar el vehículo. Y la motorización es lo de menos, porque la tecnología ha evolucionado mucho. Por otro lado, cuando miramos las emisiones de gases de efecto invernadero, el diésel emite menos C02 que los de gasolina, porque un motor diésel consume menos que uno de gasolina de la misma antigüedad.

-Sobre la más que probable equiparación del precio del gasóleo A con la gasolina por la subida de los impuestos, ¿cómo lo ve? ¿Cree que es irreversible?

-El Gobierno es competente para tomar esa decisión. Todos los países tienen impuestos especiales al diésel más bajos que los de la gasolina. Al final cada gobierno decide qué diferencial introduce entre ambos combustibles. Aquí son 9 céntimos de euro por litro. El Gobierno tiene que explicar muy bien por qué lo quiere hacer, y cuáles son las consecuencias. Si lo quiere hacer no es por razón de la calidad del aire en las ciudades ni por el cambio climático, por lo que ya he explicado antes. La razón medioambiental no es de peso.

-¿Entonces?

-Otra razón que hemos escuchado es que lo que se va a recaudar con ese aumento del impuesto al diésel se utilizará para subvencionar los eléctricos. Sería una medida regresiva, una transferencia de renta de clases trabajadores a clases pudientes. ¿Quién tienen los 25.000 vehículos eléctricos que existen ahora mismo en nuestro país? Las clases mas pudientes, las personas que tienen un segundo o tercer vehículo, que viven en el extrarradio de las grandes ciudades, probablemente en chalet, pueden aparcar en su garaje y enchufarlo ahí. Con lo cual recargan el vehículo por la noche y por el día se benefician de los privilegios de estos vehículos para aparcar en las grandes ciudades y circular por donde quieran. ¿Es a quien queremos realmente subvencionar con el dinero que pagan las clases trabajadoras? Francia lo está intentando. Ha anunciado que desde el 1 de enero sube los impuestos especiales al gasóleo, y estamos viendo la reacción social. Se ha creado una fractura social entre las élites que viven en París y las clases trabajadoras. Tenemos que tener mucho cuidado con este tipo de medidas.

-¿Le parece entonces una medida elitista?

-El problema fundamental de los vehículos eléctricos es que no son competitivos desde el punto de vista de los costes. Hablamos de vehículos cuyo coste de fabricación es mucho mayor que el de uno convencional porque se trata de tecnologías que están todavía desarrollando. Faltan unos 10 años para que el coste de un eléctrico sea comparable al de uno de combustión interna. Mientras no haya un desarrollo tecnológico que haga que los costes de fabricación y tenencia de un coche eléctrico sean competitivos, estarán al alcance de unas pocas personas.

-¿Observa talante conciliador en la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera?

-El lunes tuvimos el acto del 25 aniversario de nuestra asociación y estuvo presente en el acto de apertura. La ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, nos acompañó también en la clausura. Ambas estuvieron encantadoras, y para nosotros fue un honor que nos acompañasen. Teresa Ribera escuchó de primera mano nuestra opinión sobre el anteproyecto y he de reconocer que tuvo palabras dialogantes, que invitaban a escuchar los puntos de vista de la industria y que nos hace pensar que será más fácil llegar a acuerdos que nos permitan una transición energética que se pueda hacer a un coste eficiente, que es lo que nos preocupa como asociación.

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