Jorge Murcia
Miércoles, 3 de abril 2024, 00:46
«Somos una de las mejores autoescuelas a nivel nacional», recoge la página web de Luis Barakaldo, uno de los siete centros de este tipo que existen en la localidad fabril. Puede sonar pretencioso, pero con los datos en la mano, es una verdad incontestable.
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Esta autoescuela cuenta con la tasa más alta de exámenes teóricos aprobados de toda España, en lo que al carnet B (el más común, el de coche) se refiere: un promedio del 95% en la última década, desde que la Dirección General de Tráfico (DGT) registra este tipo de estadística.
Esta cifra significa que de todas las pruebas teóricas realizadas por alumnos de la autoescuela, casi todas acaban en aprobado. El año pasado, por ejemplo, de un total de 101 exámenes, 95 fueron superados, lo que arroja una tasa del 94,06%. Pero el primero computado, de 2015, tuvo un éxito total: 100% de aprobados. En cualquier caso, ningún año ha bajado del 90%.
Los datos no se refieren al número de alumnos aprobados o suspendidos, sino al de exámenes realizados (una persona puede hacer una sola prueba, o más si no supera la primera).
Son números muy llamativos, más aún si se tiene en cuenta que en el conjunto de España la tasa es de alrededor del 55%. La pregunta surge sola: ¿dónde está el secreto? «En cuidar bastante la enseñanza en general, y la teórica en particular», resume Luis Javier González, gerente de la autoescuela fundada por su padre Luis en 1972.
«En la mayoría de autoescuelas se ha reducido el profesorado del teórico para reducir costes, y en muchos centros ya sólo se hacen test delante de un ordenador, sin nadie que asista a los alumnos», precisa González. En su centro también se apoyan en la informática a la hora de formar a los alumnos, «pero no descuidamos la enseñanza teórica presencial. Se trata de que la teoría esté bien explicada, pero mejor entendida».
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El éxito profesional, en este caso a la hora de transmitir el conocimiento de las normas de circulación, resulta más sencillo de alcanzar cuando uno ha mamado el oficio y «prácticamente» se ha criado en las aulas de la autoescuela.
Luis Javier tiene ahora 55 años y apenas tenía dos cuando su padre abrió el centro en la calle Landaburu. Posteriormente inauguraría un segundo local, que actualmente es el principal, en el número 2 de la avenida A. Miranda, en el barrio de San Vicente.
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Con 20 años ya daba clases teóricas. Y allí sigue, desde entonces, exprimiendo «toda esa experiencia, que me da un conocimiento de cómo son los exámenes, en qué hay que centrarse, etc.».
Otra de las razones de la altísima tasa de aprobados del centro es la obsesión porque el alumno dedique a preparar el examen el tiempo que necesite. «Hay muchas autoescuelas que viven de los suspensos», cree González.
Hay que tener en cuenta que cuando no se ha logrado superar la prueba al segundo intento, hay que «renovar papeles», lo que significa que el alumno debe pasar otra vez por caja. «Muchos alumnos quieren presentarse al examen lo antes posible, y ocurre que los profesores no les dicen que aún no están preparados. Nosotros intentamos que lo estén», explica el responsable de Luis Barakaldo.
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Esta autoescuela es, junto a otra, la única de las de Barakaldo que cuenta con dos oficinas. Pese a ello, se considera un centro «de tamaño pequeño-mediano». Aunque, como suele decir él, «preferimos ser una gran autoescuela que una autoescuela grande.
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