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Cuando a final de este mes cerremos el año, llegará a su fin el programa de adquisición de activos del Banco Central Europeo según el anuncio realizado y corroborado en sus últimas intervenciones por Mario Draghi. Las compras de bonos soberanos y ... corporativos superan los dos y medio billones de euros. Por países la deuda española es la cuarta con mayor presencia solo por detrás de los bonos alemanes, franceses e italianos. Además de las compras de deuda pública, el programa ha incluido también deuda de empresas.
La expansión monetaria o Quantitative easing (QE) dio comienzo en marzo del 2015 y ya desde enero de este año se había reducido sustancialmente a la mitad de las compras programadas. Como recordará estas medidas se tomaron para incentivar el crecimiento económico inyectando 'gasolina/liquidez' en el sistema, logrando con ello el mantenimiento de los tipos de interés artificialmente bajos. El programa ha conseguido que vivamos un momento de la historia económica donde los intereses han alcanzado dígitos desconocidos hasta la fecha, llevan instalados en el 0% desde hace más de dos años y podemos afirmar que ha conseguido el fin perseguido.
Así, desde el punto de vista de la financiación se ha disfrutado de unos niveles de crédito insuperablemente bajos y beneficiosos para aquellas empresas, familias e instituciones que hayan necesitado endeudarse. Sin duda, buenas noticias para la economía real, que es muy sensible al precio del dinero ya que en función del mismo se pueden acometer proyectos que requieren apalancamiento y que de otra forma no hubieran sido viables.
Pero como todo tiene su cara y su cruz, de igual manera el ahorro que haya buscado rentabilidad en la seguridad de la renta fija se habrá encontrado con remuneraciones muy escasas, cuando no negativa como la que se está obteniendo este ejercicio en todo tipo de activos de renta fija europea. Muchas veces habrá escuchado eso de que la renta fija no es «fija». Pues bien, este año lo habrá experimentado en sus carnes... O mejor dicho, en sus inversiones.
La pregunta es qué podemos esperar a partir de diciembre. El panorama no es demasiado halagüeño ni desde el punto de vista del tomador de deuda, ya que las condiciones de crédito se endurecerán o lo que es lo mismo, poco a poco pagaremos más por los créditos; ni para el inversor conservador, que deberá de sufrir todavía un rato más que su ahorro se vea mermado ante la anticipación de los mercados de previsibles subidas de tipos. En este punto me parece muy importante resaltar que el elevado endeudamiento de nuestro país, en máximos históricos de deuda sobre PIB, hace que sea crítico para nuestra economía una política monetaria laxa. Así, el volumen del servicio de la deuda de nuestros presupuestos generales del año 2018, es decir los intereses que debe pagar anualmente el Tesoro Publico, superan los 30.000 millones de euros. Para que se haga una idea, compare con los 5.768 millones de presupuesto que se dedican a políticas de industria y energía o los 7.044 millones dedicados a investigación y desarrollo, entre otros temas. Por tanto, y en esta delicada situación de nuestras arcas públicas, tenga la completa seguridad de que cuando se acabe la fiesta del BCE la factura la pagaremos entre todos.
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