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Una ruta por el centro de Bilbao para tomar el pulso ayer a la primera jornada laborable con el registro horario en vigor dio una idea muy realista de su alcance. En los grupos más grandes y conocidos de la Gran Vía, donde tienen todo ... en orden, se adaptaron sin muchos problemas. En muchos casos ya se venía haciendo desde hace tiempo. Eso sí, las empresas no tienen resuelto cómo aplicar el control a muchos colectivos, entre ellos los comerciales, por ejemplo; se quejan de que es «una locura», aparte de «inviable y poco efectivo». Pero en cuanto se salía de la arteria principal para ir a las calles menos brillantes del mercado laboral, el problema no es ya sólo la dificultad de cumplir con esa ley tan rígida en plena era digital; sino que hay poca intención de hacerlo y mucho escepticismo sobre su eficacia.
Un ejemplo de esta 'cara B' era un repartidor de productos higiénicos. «Nosotros ya fichamos en papel cuando terminamos y entregamos la furgoneta. Pero no sirve de nada. El que lo controla es el encargado del almacén. Nos pagan las horas extra que les da la gana y ahora nos han dicho que van a dejar de pagarlas. Creo que el registro sólo sirve si es informatizado», explica. Él arranca todas las mañanas a la siete y no acaba hasta las siete de la tarde. Cobra unos 1.100 al mes. «Tengo dos hijos e hipoteca, así que voy a apechugar con lo que me echen», dice.
Aseguraba, además, que sus colegas de mensajería, normalmente autónomos, trabajan con más estrés. Lo confirmaba Fabiola, de Seur: «Estoy con la 'furgo' desde las 6.45 hasta las 19.15. Pero soy autónoma. Así que no tengo que tener registro». Obviamente, los funcionarios no tienen esos problemas. «Yo estoy de 7 a 14.30 y ficho con una hoja. Ahora con la campaña electoral metemos horas extra, pero nos las pagan», apuntó un cartero de Correos.
Un trabajador rumano que estaba levantando una acera con el taladro comentaba que su empresa no les ha dicho nada del registro. «Pero bueno, es el primer día», añadía preocupado por meterse en un lío. En un pequeño bar más alejado del centro, su dueño reconoció que no ha implantado el registro «ni lo piensa poner».
Las empresas que cumplen no tienen ningún reparo en salir y explicar su método. En la hostelería, se impone mayoritariamente la plantilla rellenada a mano. «Nosotros nos planteamos hacerlo con el ordenador, pero cocineros o limpieza no tienen acceso a él. Al final nos decantamos por el registro manual», explicó José Ignacio, encargado del restaurante Amaren, que no tenía problema en mostrar las hojas Excel de sus trabajadores.
Una de las poca excepciones en el ámbito de bares y restaurantes era La Viña. «En abril, poco después de que se aprobase la ley, instalamos un sistema de huella digital para nuestros 40 trabajadores. Lo hablamos con los delegados sindicales y les pareció muy bien», explicaron sus responsables. ¿Cuánto ha costado? «Casi 400 euros».
En el hotel Ilunion, como la mayoría, han recurrido a la plantilla manual. «Con eso cubrimos a recepción, camareras de piso y restauración. Pero todavía no sabemos qué hacer con los comerciales. Estamos esperando a ver si aclaran algo», dice su director, Álvaro Díaz-Munío.
En las grandes cadenas como Zara tienen desde hace tiempo un registro informatizado con tarjeta. También en Prosegur lo tienen bien resuelto. «Con mi PDA marco el inicio y el final de la jornada. Todos estamos geolocalizados y controladísimos», bromeaba José Antonio, que se ocupa de la seguridad en un banco. Dentro de la entidad financiera, sin embargo, no tenían ninguna información al respecto. «No nos han dicho nada sobre fichar. Yo estoy de 8 a 15 h. porque soy veterano, pero los nuevos están con jornada partida», apuntó un empleado del BBVA. La banca, que tiene un gran conflicto sindical con este asunto, está negociando sectorialmente.
La ley del registro obligatorio parece en estos momentos una revolución que... no va a cambiar nada.
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