El impacto del Covid-19: un millón de empleos destruidos y 3,4 millones de afectados por un ERTE

En un momento en el que España aún no se había recuperado de la Gran Recesión, 50 días de virus llevan al sistema a perder 771.695 cotizantes en el último año y nos vuelve de golpe y porrazo a niveles de 2013. La tendencia se invierte bruscamente y se pasa de crear empleo a un ritmo del 2%, a una caída del 4%.

Sin embargo, la buena noticia es que la destrucción de puestos se moderó en abril después del fuerte ajuste que se produjo en la segunda quincena de marzo. Y eso que la parálisis económica que comenzó a mediados de marzo fue prácticamente total durante dos semanas de abril, en las que solo se mantuvieron las actividades esenciales. Si del 12 al 31 de marzo se destruyeron casi 900.000 puesto de trabajo a consecuencia de la irrupción de la Covid-19, entre el 1 y el 30 de abril solo hay que lamentar 74.298 ocupados menos.

Este dato, que es de por sí devastador para un mercado laboral que no se había recuperado de la anterior crisis económica y que arrastra serios problemas de precarización (bajos salarios y una elevada temporalidad), hubiera sido inmensamente peor si no se hubiera articulado el mecanismo de los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE), que aprobó el Gobierno y que ofrecen una serie de beneficios para empresas y trabajadores con el objetivo de evitar una sangría de despidos y mantener el empleo. Ésta es probablemente la foto que mejor refleja el tremendo impacto del Covid-19 en el empleo: los 3.386.785 personas que están protegidas por un ERTE, de los cuales la inmensa mayoría (3.074.462) se han acogido a un expediente de fuerza mayor. Dichos trabajadores, al seguir dados de alta en la Seguridad Social, no computan en las bajas de afiliación y, aunque están inscritos como demandantes de empleo, al tener la consideración de demandantes ocupados, tampoco incrementan las cifras del paro pese a no estar trabajando.

La cuestión es que esta crisis ha mandado a sus casas, con una suspensión temporal de empleo, a uno de cada cuatro asalariados, una cifra que aumentará aún más pero que se situará por debajo de la estimación de los cuatro millones de afectados que había hecho el Gobierno, según anunció Pérez Rey, pese a que los sindicatos hablan de más de 4,2 millones de afectados por un ERTE.

A estos datos habría que sumar además los más de 1,1 millones de trabajadores autónomos con la actividad paralizada y que están acogidos a la prestación extraordinaria por cese de actividad y que tampoco computan en esos 600.000 parados más que acumula el SEPE desde febrero.

Pero también en el desempleo se ha registrado una leve ralentización: si en marzo el número de parados aumentó en más de 300.000 personas, en abril el alza fue de 283.000. Aún así, se trata del segundo mayor repunte de toda la serie histórica y lleva el número total de desempleados a los 3,83 millones, con lo que se sitúa en niveles de mayo de 2016.