![Trabajar sin vínculo](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202104/30/media/cortadas/arana30-krK-U140215669159kjE-1248x770@El%20Correo.jpg)
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Al parecer, atravesamos unos momentos en los que la relación estable de una persona con alguien o con algo, lo que denominamos vinculación, ha perdido valor, siendo menos quienes premian su mantenimiento. Claro que existen tarjetas de fidelidad que engordan nuestras carteras, pero actualmente se ... estila recompensar la ruptura del compromiso, y desde la compañía telefónica hasta la entidad financiera, se hace más habitual gratificar el cambio que la permanencia.
Porque el vínculo, pese a ser inmaterial no es intangible, resultando visible de múltiples maneras. Al igual que el vínculo afectivo se manifiesta en gestos como la caricia, el abrazo o el beso, ahora momentáneamente desaconsejados, que retroalimentan ese sentimiento, en la economía también se materializa y mantiene, si bien de forma distinta según la situación en la que nos encontremos.
Para quien detenta la propiedad de una empresa, el vínculo hacia el producto o el servicio que esta ofrece se sostiene básicamente con el beneficio. Su ausencia, aun momentánea, reduce notablemente esa relación, que llega a ser inexistente cuando su perspectiva se hace infinita, o cuando la propiedad se encuentra totalmente fragmentada, o a miles de kilómetros de distancia.
Para quien aporta a la empresa su fuerza laboral, el vínculo se materializa en las condiciones de trabajo. Por eso, cuando se niega a los trabajadores y trabajadoras una retribución salarial acorde a los resultados, o una jornada laboral que permita desarrollar su vida personal, o unas condiciones de trabajo dignas y seguras, se está contribuyendo a la ruptura de su relación con ese trabajo decisivo para producir el producto o proveer el servicio.
Hoy miles de personas en nuestro país, especialmente jóvenes, comprueban que su vínculo con el trabajo, tan reclamado formalmente, no tiene valor. La atracción y retención del talento o el declarado premio al esfuerzo semejan mera ilusión. Ninguna tentación de fidelización acompaña a un contrato en precario, un sueldo bajo o unas jornadas excesivas. Observan que cada vez se les pide más y se les da menos, y todo parece reducido así a una simple y descarnada disputa por la plusvalía generada.
Pese a todo ello, miles de personas han mostrado su compromiso profesional permitiendo que sigamos existiendo. Han sido miles quienes, desafiando al miedo que tenían y seguramente todavía tienen (con razón justificada), han continuado investigando, produciendo, transportando, ofreciendo, desde alimentos a medicinas, desde ropa hasta muebles, desde periódicos hasta mascarillas.
En un mundo tan tecnificado como este, alumbrando una próxima generación de trabajo robótico, muchas personas han mostrado su vínculo con el trabajo y han demostrado ser más necesarias que nunca, esenciales incluso en el mantenimiento de nuestro modo de vida y de la vida misma, y lo seguirán siendo en el deseado renacimiento de la economía. Aunque solo fuera por ello, nos convendría como sociedad que todas mejorasen su vinculación.
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