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Carlos San José, promotor y responsable de producción de Itsas Biodesing.
La 'startup' vizcaína que ultima una tabla de surf hecha con la raíz de los hongos
B-Venture

La 'startup' vizcaína que ultima una tabla de surf hecha con la raíz de los hongos

La 'startup' vizcaína Itsas Biodesing ultima su prototipo de tabla de surf elaborada a partir de un biomaterial innovador: el micelio de hongo

Iratxe Bernal

Domingo, 22 de septiembre 2024, 00:40

¿Qué puede tener en común un hongo con una tabla de surf? Pues bien poca cosa. Al menos fuera de los planes de Itsas Biodesign, un proyecto empresarial vizcaíno que investiga para utilizar lo primero como materia prima para fabricar lo segundo. Bueno, en realidad son más ambiciosos y lo que quieren es demostrarnos cómo, en muchos de sus actuales usos industriales, ya es posible reemplazar el plástico por materiales más respetuosos con el entorno. Para ellos, la sostenibilidad y el ecodiseño son mandamientos, y las de surf pueden ser sus primera s tablas.

«Podíamos haber empezado fabricando otra cosa, es cierto, pero queríamos centrarnos en un producto destinado a un público concreto y no al consumo masivo. Así que pensamos que, por su contacto con la naturaleza, a los surfistas podría parecerles interesante una alternativa de fabricación para sus tablas que quiere prescindir de las espumas poliméricas, que se derivan principalmente de hidrocarburos», explica el promotor de la idea, Carlos San José, diseñador industrial con más de tres décadas de oficio que ha dedicado gran parte de los últimos cuatro años a investigar el potencial de nuevos materiales como el micelio.

Fabricar con menos impacto

Han prescindido del poliuretano y el polietileno en el núcleo de la tabla así como de la fibra de vidrio o de carbono en la superficie

Como pegamento

¿Y eso qué es? Se puede decir que es la raíz del hongo y que está compuesto por unos filamentos -las hifas- que proporcionan agua y nutrientes, aunque lo importante aquí es que al ramificarse cohesionan el material blando en el que crecen rellenando los espacios huecos como si fueran pegamento. Actúan, por tanto, como un aglutinante natural que genera una masa compacta que puede moldearse para crear estructuras muy resistentes, ligeras y, cómo no, biodegradables.

«La clave es que podemos aprovechar biomasas residuales generadas por la actividad agrícola y agroalimentaria del entorno para reducir el uso de materiales de origen fósil, que además de que se están agotando, tienen un mayor impacto ambiental y para la salud, tanto por sus procesos de producción como por la eliminación de sus residuos», explica San José, quien durante todo este tiempo ha contado con la colaboración de la bióloga Marisa Peña, una referencia internacional en las técnicas de elaboración de micelio, e Iván González, profesor de Ingeniería en la Universidad de Deusto especialista en fabricación aditiva. Además, su iniciativa está respaldada por Beaz, SPRI y el Ayuntamiento de Getxo.

Aunque el prototipo está ya casi listo y esperan iniciar la comercialización de las primeras tablas el año que viene, San José reconoce que esta avanzadilla aún no ha podido fabricarse íntegramente con biomateriales. Sí ha sido posible utilizarlos para sustituir el poliuretano y el polietileno del núcleo de la tabla así como las fibras de vidrio o de carbono de la superficie, pero no han encontrado resinas de origen natural que proporcionen la misma durabilidad que las epoxy o las de poliéster. «Ahí la investigación no está tan desarrollada y las que ya se comercializan solo son naturales en un 50% -lamenta San José-. Así que tenemos tablas cuya producción supone una reducción del 90% del impacto ambiental con respecto a las que ahora están en el mercado y otras que, en cambio, se quedan en el 80% o 70% en función del tipo de resina que hayamos empleado».

Todo se andará... o surfeará. De momento, ellos presentan ambas opciones y solo renuncian a fabricar tablas de alta competición. De ahí para abajo cualquiera puede ser parte de su público objetivo, desde los principiantes hasta quienes se meten en el agua en cuanto las condiciones del mar lo permiten. «Podemos ofrecerles una tabla del mismo nivel que otra fabricada con fibra de vidrio o de carbono y que al contrario de lo que ocurre con las de madera, que también son sostenibles, no necesitaría mantenimiento. Ya hemos constatado el interés en las escuelas de surf, que además de hacer grandes pedidos, funcionan como prescriptoras y a veces incluso como canal de venta, pero además las tablas se podrán comprar a través de nuestra web y queremos trabajar con los 'shaper', los constructores de tablas personalizadas», explica Carlos San José.

Itsas Biodesing es una de las iniciativas empresariales que presentarán sus proyectos y buscará financiación los días 15 y 16 de octubre en el Palacio Euskalduna durante la celebración de B-Venture, el foro de 'startups' organizado por EL CORREO que este año cumple su novena edición con el patrocinio del Departamento de Industria, Transición Energética y Sostenibilidad del Gobierno vasco, la agencia de desarrollo SPRI, la Diputación Foral de Bizkaia y el Ayuntamiento de Bilbao, entidades a las que se unen como colabores BStartup de Banco Sabadell, BBK, Laboral Kutxa, CaixaBank, Banco Santander y la Universidad de Deusto.

La 'startup'

  • Itsas Biodesign Diseño, fabricación y comercialización de tablas de surf realizadas con biomateriales fúngicos.

Un material con infinidad de usos

«Las tablas de surf son solo el primer uso que hemos dado al micelio de hongos. Ya estamos en proyecto en el sector de la automoción, que ha visto la posibilidad de utilizarlo en el embalaje de algunas de las piezas. Además del sector del 'packaging', en el futuro también queremos comercializar elementos aislantes para la construcción», explica Carlos San José, promotor y responsable de producción de Itsas Biodesing.

Y se queda corto, porque este biomaterial tiene una gran funcionalidad y ya se emplea para elaborar desde cuero artificial a muebles. La clave de esta versatilidad está en que las propiedades del micelio -su grado de elasticidad, dureza, ligereza o resistencia al fuego, por ejemplo- se pueden decidir al ajustar al uso final la selección de la cepa fúngica, el sustrato donde se cultiva y las condiciones de crecimiento.

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