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Si el subsuelo alavés guarda en sus entrañas unas reservas de gas que garantizarían la independencia energética vasca quedará para siempre como una incógnita. El sueño arrancó con el Gobierno de Patxi López, que viajó a Dallas para conocer de primera mano aquella técnica del ' ... fracking' que había convertido Estados Unidos en el primer productor de gas. Se quería aplicar esa tecnología en Subijana, donde se estimaba que había un auténtico tesoro valorado en 30.000 millones de euros. Se calculaba entonces que, con ese combustible infiltrado en las rocas, se podría abastecer 60 años de consumo en el Pasís Vasco.
A través de la sociedad pública Shesa, dependiente del EVE, y en alianza con dos compañías estadounidenses, se planteó invertir 100 millones de euros en los trabajos para explorar los pozos. Pero comenzó entonces una creciente oposición, que cristalizó en la plataforma 'Fracking ez' y terminó en una prohibición del Parlamento vasco al empleo de esa técnica. Sin embargo, ahí no acabó la historia. El Ejecutivo volvió a la carga y planteó una explotación tradicional. Tampoco así prosperó. El rechazo social fue tremendo y al final el PNV se quedó solo en la defensa de la iniciativa. Acabó por tirar la toalla en abril de 2021, después de que la Ley de Cambio Climático vetara la explotación del yacimiento. Quedaba abierta la puerta para la exploración, pero se decidió enterrar el proyecto.
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