¿Más sorpresas?

Finales 2020: la situación generada por la Covid a la economía estaba a punto de cambiar de tendencia. No se había destruido nada, Europa jugaba su papel y dinero no iba a faltar. El confinamiento había provocado que el no ingreso de los sectores más afectados fuese ahorro que sus dueños ansiaban gastar. Las empresas en general habían resistido. Si la vacunación funcionaba, saldríamos rápidamente.

Y así fue, y a medida que lo sanitario mejoraba, la economía también. La recuperación económica, aunque asimétrica, avanzaba rápidamente.

Pero enseguida aparecen desequilibrios que se han incrementado en los últimos meses. Así, la rotura de cadenas logísticas y de suministro, y los incrementos de precios de fletes, materias primas, componentes, electricidad, gas y combustibles, provocan un inesperado y espectacular ascenso de costes, además de paradas de producción.

Una oferta incapaz de satisfacer la crecida demanda, además de aspectos geopolíticos, especulativos y normativos originan una inflación inesperada que afecta a personas y empresas. Inmediatamente empieza el «sálvese quien pueda» para recuperar esa pérdida de valor vía incrementos de salarios y de precios. Como siempre, la situación no es igual para todos y dependerá del posicionamiento de cada actor, pero si las empresas no consiguen trasladar rápido los incrementos de coste, sufrirán y hasta podrá estar en peligro su viabilidad.

Los expertos vaticinan que la inflación se controlará en cuanto se equilibre la oferta-demanda ¿Cuándo?

Y como remate, reaparece el virus con otra ola y una nueva variante con muchas incógnitas por resolver.

Nos espera un primer semestre que muy probablemente será muy complicado. ¿Cuánto? La incertidumbre es máxima y dependerá como se muevan las cuestiones comentadas.

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