

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
La segunda ola del coronavirus ha llegado como recordatorio de que no debemos bajar la guardia. La prevención es clave para frenar su expansión en ... todos los ámbitos. También en los centros de trabajo, que desde el inicio de la crisis sanitaria se han blindado para evitar contagios. Según el estudio epideomológicio más reciente de la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (RENAVE), los contagios en el trabajo suponían a 18 de noviembre menos del 2% de los casos detectados en Euskadi, frente al 5,9% del resto de España.
Andalucía, Cantabria, Cataluña y la Comunidad de Madrid también siguen la estela vasca y mantienen al mínimo los contagios en el trabajo. En la otra cara de la moneda están Murcia, Galicia y Aragón, con un porcentaje superior a la media nacional y que en el caso de Murcia rebasa el 10% de los casos positivos en el ámbito laboral.
Además de los protocolos ya establecidos -las distancias entre empleados, la ventilación, los geles desinfectantes-, desde el pasado 6 de noviembre la mascarilla es obligatoria en todos los centros de trabajo vascos. Euskadi fue una de las primeras comunidades autónomas en implantar esta medida que ahora se ha extendido a todo el país y que refuerza las medidas sanitarias en el ámbito laboral.
Tipos de mascarillas
«Se producen muy pocos contagios en el centro de trabajo y los que se dan tienen, en su mayoría, un origen social», indica Jesús Torrell, médico de los servicios centrales del Instituto Vasco de Seguridad y Salud Laboral (Osalan). Es decir, que los contagios entre compañeros se producen fuera de la fábrica o la oficina, «al ir a comer juntos o al compartir coche».
El comedor, los vestuarios y los baños de la empresa también son puntos críticos: «Son lugares que en un principio no se pensó en que podrían ser peligrosos. Con el tiempo se han ido puliendo los protocolos y hoy en día son espacios seguros», señala el médico de Osalan. Medidas como establecer turnos de comida -con distancias entre los comensales y bandejas personales- o bien organizar por turnos el horario para usar el vestuario, han surtido efecto y han permitido reducir la media nacional de contagios que se dan en el trabajo. En solo un mes se ha reducido un punto porcentual, ya que en octubre los positivos de origen laboral suponían el 7% de los casos de Covid-19 diagnosticados en España.
En Euskadi, Osalan destaca que el uso obligatorio de la mascarilla se ha aplicado «sin ningún problema por parte de empresas y trabajadores», un extremo que confirman también los sindicatos ELA, CC OO y UGT, que no han registrado ninguna queja al respecto y que sí fueron críticos con las medidas que se tomaron en la primera ola de la pandemia.
Al principio, como es habitual, surgieron ciertas dudas en las empresas, «como el tipo de mascarilla que se debía usar», apunta Torrell. «En los centros de trabajo la quirúrgica es suficiente. Si se trabaja en un hospital o en un lugar donde existe un riesgo biológico debería llevarse la FPP2», agrega el experto. Otro de los aspectos que más quebraderos de cabeza dieron a las empresas fue si, aún con mascarilla puesta, se debía mantener la distancia entre los empleados. «Sí, hay que mantenerla igualmente», zanjan desde Osalan.
Desde el inicio de la pandemia, la Confederación Empresarial Vasca (Confebask) también ha asesorado a las compañías vascas. Los momentos más complicados se dieron en julio. «Las medidas que se tomaron generaron un gran desconcierto y supusieron un gran trabajo de adecuación a cada caso», reconoce Amaia López Iriondo, responsable del área de Salud y Seguridad Laboral de Confebask.
En ese sentido, destaca que la obligatoriedad de la mascarilla «se ha adoptado sin ninguna oposición por parte del tejido empresarial vasco». Las que peor lo han pasado han sido las compañías con varias sedes en otras comunidades autónomas. «Al principio, cuando la medida solo estaba vigente en el País Vasco, esas empresas tuvieron dudas de cómo aplicarla, ya que otras regiones tenían medidas más laxas». Con todo, se ha logrado adaptar la medida de forma «ágil y rápida», destaca López Iriondo.
Lo cierto es que el uso obligatorio de la mascarilla no ha exigido grandes cambios o inversiones a las compañías. «Se ha aceptado de forma estoica y sin debate», resume, y subraya el compromiso de empresas y trabajadores: «Son los más interesados en que no haya un brote en sus centros de trabajo».
Lo importante, según dice, es no bajar la guardia. «Los momentos de riesgo se dan cuando nos relajamos, por ejemplo a la hora del café». La experta en prevención de Confebask dice que nos encontramos en una coyuntura en la que la prevención individual tiene más importancia que nunca. «Es algo insólito. Antes no teníamos tanta conciencia del impacto que nuestras acciones pueden tener en un colectivo de personas. Ha tenido que llegar una pandemia para darnos cuenta».
Todo ello hace pensar que nos dirigimos hacia una nueva era en la que la prevención laboral cobrará aún más importancia. Una tendencia que sobrevivirá al virus y podría mantenerse «las próximas décadas».
32% de los casos en España se producen por contagios en el domicilio, frente al 5,9% del ámbito laboral y el 1,6% del escolar. «El trabajo y los colegios, esos espacios a los que nos daba tanto miedo volver, han resultado ser los más seguros», señala Amaia López Iriondo de Confebask.
La planta de Onnera Group -antigua Fagor Industrial- en Oñati (Gipuzkoa), es la sede principal de la compañía en Euskadi y emplea a unas 600 personas, entre el personal de la fábrica y de las oficinas. Allí, la llegada de la pandemia ha obligado a adaptar los sistemas de trabajo. «Entre los trabajadores de las oficinas se fomentó el teletrabajo, pero en la fábrica no se puede, es un trabajo presencial», señala el director corporativo de Onnera Group, Ramón Gómez.
Poco a poco la empresa está retomando la actividad en las oficinas, pero sin relajar las medidas de seguridad. «Se toma la temperatura a la entrada de las instalaciones, se ha diferenciado el acceso y la salida, las máquinas de vending permanecen apagadas...», enumera Gómez, que al igual que sus compañeros intercala el trabajo presencial con el remoto a lo largo de la semana.
En cada departamento se han creado pequeñas 'burbujas' para limitar los contactos y desde hace varias semanas llevan la mascarilla puesta en todo momento. «La plantilla ha asumido esta medida con naturalidad, conscientes de que es necesaria. No es lo más cómodo y al principio cuesta entender que haya que tenerla puesta si estás solo en tu despacho y alejado de todo el mundo, pero hay que hacerlo».
El aire de la oficina se renueva cada poco tiempo, abriendo las ventanas, y tratan de evitar las aglomeraciones de gente en pasillos y reuniones. «Se ha reducido el aforo de las salas de reuniones, ahora solo pueden asistir entre cuatro y seis personas manteniendo las distancias de seguridad», ilustra Gómez. Ahora lo habitual es que se conecten cada uno desde su despacho a través de una plataforma virtual.
«Si se diera un caso positivo sería una dificultad muy grande para nosotros y todos somos conscientes de la situación. Creo que lo estamos gestionando bien», asegura.
Visto desde fuera, el estudio de DT Creativos, en Deusto, tiene una ilustración en la que sale toda su plantilla. «Desde el inicio de la pandemia les hemos puesto mascarilla», explica su fundador, David Tazueco. Ese simple gesto sirve como ejemplo para ilustrar el compromiso de esta empresa con las medidas sanitarias en el puesto de trabajo. «En nuestras redes hemos ido explicando todas las medidas que han ido anunciando las autoridades y por eso nosotros tenemos que ser los primeros en aplicarlas».
Este estudio ha diseñado varias cabalgatas de reyes, los cascos de música que lucieron los 'fosteritos' durante la gala de la MTV y las lámparas hechas de cubiertos de los 'Premios 50 Best'. «Antes de la pandemia éramos 16 trabajadores y ahora somos cinco», lamenta Tazueco, quien asegura que es imposible adaptar su actividad al teletrabajo. «Es muy manual. Se hace el diseño y enseguida pasamos al taller a montarlo o a probar cosas».
El uso de guantes y mascarillas ya era habitual en el taller y ahora se ha extendido al resto de espacios. «Lo bueno es que no hemos tenido desabastecimiento, pero sí hemos notado la subida del precio». Además, resulta algo molesto llevar la mascarilla puesta a todas horas. «Para los que llevamos gafas es un horror, pero hay que hacerlo por responsabilidad», reconoce Tazueco. «Cada uno ha adoptado mecanismos para que sea soportable: de vez en cuando salir a la ventana para poder respirar o a la entrada para tomar el aire...».
Han abierto el espacio de la oficina, antes cerrado con plástico transparente, para poder ventilar el estudio. Con la ventana y la puerta abiertas el aire se renueva constantemente. «Intentamos aplicar las normas con sentido común», apunta el empresario que se muestra optimista respecto al futuro: «De esta saldremos», asegura convencido.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones para ti
Favoritos de los suscriptores
Noticias recomendadas
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.