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La identificación de esos grupos que se han interesado por adquirir La Naval se mantiene bajo el más absoluto de los secretos, aunque al parecer ya han entrado en contacto con el Gobierno vasco, de cara a sondear el respaldo institucional que pueden tener en ... el futuro. Entre ellos, aseguran fuentes conocedoras de la situación, hay varios con solvencia y experiencia suficiente en el sector como para pensar que pueden avalar una posibilidad interesante. Tampoco está del todo claro el objetivo final de cada uno de ellos, ya que algunas opciones de futuro para este astillero pueden estar alejadas de la construcción de buques. El Gobierno vasco, sin embargo, ya dio a entender que el esquema que más le seduce es alguno que, además de mantener la construcción de barcos, pueda albergar otras actividades complementarias. Entre ellas, al parecer, se encuentra la producción de estructuras de soporte para aerogeneradores marinos.
El primer escollo que habrá que salvar en este proceso, una condición necesaria pero no suficiente, será la clarificación jurídica de la situación de la plantilla. En síntesis, los 173 trabajadores fijos que tenía el astillero fueron despedidos el pasado mes de marzo mediante un auto de un juzgado mercantil de Bilbao, que es el que supervisa la empresa desde que se produjo la quiebra. Los sindicatos Comisiones Obreras, ELA y CAT decidieron recurrir ese expediente de extinción de contratos, al entender que no se ajustaba a la legalidad. La resolución está ahora en manos del Tribunal Superior de Justicia, que es quien deberá decidir sobre el asunto. La dilación en el procedimiento condicionará también la fase de presentación de ofertas que, al menos como se había previsto, debería concluir en junio. La prórroga parece ya una salida inevitable. «Nadie se atreve a presentar de forma oficial una oferta si no sabe a ciencia cierta si lo que trata de comprar tiene o no compromisos pendientes con 175 trabajadores», aseguran las mismas fuentes.
De forma paralela, sin embargo, algunos de estos grupos interesados han comenzado ya a estudiar con detalle la posibilidad que existe de arrancar el astillero con la construcción de la draga 'Vox Alexia'. Es un puzzle en el que hay que encajar un buen número de piezas. La primera, que el armador que la encargó esté de acuerdo en ello, aunque todo apunta a que la respuesta -con matices, como la negociación del precio- puede ser positiva. La segunda, que la banca -actual propietaria de ese casco del buque- pacte las condiciones para su venta. La tercera, que pueda armarse un consorcio de inversores para facilitar el procedimiento del 'tax lease', que permite a la Administración conceder subvenciones indirectas a la construcción del buque, por vía fiscal. Y no son las únicas.
A partir de ahí también sería necesario concretar hipotéticas ayudas por parte del Gobierno vasco -que incluso se ha mostrado dispuesto en varias ocasiones a participar como accionista del proyecto-, y una negociación con los sindicatos para dotar al astillero de una plantilla que permita mantener la construcción naval. Las centrales ya han mostrado su voluntad inequívoca de intentar que los trabajadores del astillero -ahora formalmente despedidos, y una parte importante de ellos en fase de recolocación en la firma pública Navantia- vuelvan a la factoría de Sestao.
La negociación con los sindicatos tendría al menos dos vertientes: pactar el número de empleados que pueden reengancharse en el nuevo proyecto empresarial y también sus condiciones laborales y salariales.
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