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No corren buenos tiempos para el sector aeronáutico. La aviación civil se ha visto especialmente afectada por las restricciones que el mundo ha impuesto para combatir la pandemia y miles de aviones se han quedado en tierra. Algunos, como el gigantesco Airbus A-380, ... dejarán de volar para siempre con los colores de algunas compañías que han aprovechado la coyuntura para redimensionar su flota y adaptarla tanto a los nuevos hábitos de viaje como a los años de incertidumbre que se acercan. Además, los pedidos de nuevas aeronaves también se han cancelado o suspendido temporalmente, lo cual ha provocado una caída del 42% en las entregas de nuevos aviones fabricados por Boeing y Airbus.
La industria aeronáutica vasca está sufriendo esta coyuntura. El año pasado vio cómo la demanda se desmoronaba un 60% y, según los datos que ha publicado este miércoles el clúster Hegan tras la celebración de su asamblea general anual, la facturación cayó un 28,3%. Es el primer dato negativo en 24 años de crecimiento sostenido, y ha provocado también la destrucción de 1.500 puestos de trabajo, un 9,4% del empleo que proporciona el sector en Euskadi. Sin duda, 2020 ha sido «el año más difícil» del clúster aeroespacial vasco.
No obstante, los 68 socios de Hegan, que facturaron 1.873 millones de euros el año pasado, hacen un balance positivo del comportamiento del sector en Euskadi. «La crisis no se ha superado todavía, pero la industria ha demostrado su fortaleza y capacidad de adaptación y resiliencia con el objetivo de mantener la supervivencia de las empresas a corto plazo, sin perder de vista sus objetivos a medio y largo plazo», ha valorado Hegan en un comunicado en el que también ha avanzado que el próximo Plan Estratégico 2021-2024 estará centrado en la recuperación del sector.
«Ante la gran incertidumbre sobre la recuperación de los mercados, el plan debe ser una herramienta flexible que podamos modificar en base al entorno. El Plan es necesario para ser ejecutado en condiciones de mercado reducido, en una nueva época, con retos tecnológicos y regulatorios muy severos», explica Hegan, que dobla su apuesta por la I+D como camino para sustentar la competitividad y supervivencia de las empresas. El clúster subraya que ya destina el 5,4% de las ventas a la innovación -102 millones de euros el año pasado y 1.596 millones en la última década- y reivindica su papel «como inductor de desarrollo tecnológico y vector de transferencia tecnológica a otros sectores».
En esta situación, Hegan prevé que las turbulencias continúen durante los próximos años -IATA estima que el tráfico aéreo no recuperará los niveles de pandemia hasta 2024-, pero vaticina que «la necesidad de volar volverá». Hasta entonces, el sector apuesta por la diversificación, y también considera que los fondos Next Generation EU pueden convertirse en una gran oportunidad para garantizar su crecimiento y la necesaria transición hacia un mundo digital y descarbonizado.
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