A mediados de julio de este año, el Ministerio de Economía y Empresa ha puesto en trámite de audiencia pública el llamado 'Anteproyecto de ley de transformación digital del sistema financiero'. Con la publicación del texto se busca recabar la opinión de ciudadanos, ... organizaciones y autoridades afectadas por la materia. Según el Ministerio, el proyecto surge «de la necesidad de una actuación integral que facilite la transformación digital en el sector financiero, en beneficio de la economía en su conjunto, con plena seguridad desde el punto de vista de la protección al consumidor, la estabilidad financiera, la eficiencia de los mercados y la lucha contra el blanqueo y la financiación del terrorismo».
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Asistimos ya a una verdadera revolución tecnológica surgida de un importante número de empresas financieras que ofrecen sus servicios a través de internet. También, grandes bancos y corporaciones han comprado 'startups' o han desarrollado nuevos servicios, entre los que cabe citar el pago móvil o la gestión financiera por canales digitales. Algo similar sucederá en el mundo del seguro. Habrá empresas que desarrollen herramientas para el propio negocio mientras que otras crearán plataformas y herramientas para el uso de terceros. El proyecto de norma quiere adelantarse a la explosión de este tipo de iniciativas, algo que según el Ministerio surge de la consideración de 'estructural' que acompañará la transformación financiera digital, lo que compromete a los poderes públicos a guiar de manera ordenada y coherente, acorde con el interés general, la evolución de dichos cambios.
El corazón del anteproyecto es la regulación de los llamados 'sandbox' o bancos de pruebas para las innovaciones financieras que las transformaciones tecnológicas imponen en el mundo del sector 'fintech' (financiero) e 'insurtech' (asegurador).
'Sandbox', palabra inglesa que significa 'caja de arena', se refiere a cualquier espacio controlado de ocio o de pruebas con garantías de seguridad. Se aplica a un recinto infantil donde los juegos estén exentos de accidentes potenciales o a los sistemas de aislamiento de procesos de software cerrados que aíslan cambios de código fruto de la experimentación, evitando en ambos casos cambios o sucesos desafortunados perjudiciales para el entorno en el que operan, sea lúdico, mecánico o de desarrollo de software informático. Una vez que se ha verificado que las características del nuevo entorno y los cambios en él introducidos se ajustan a lo esperado sin efectos negativos colaterales, el entorno y el proceso se transforman en definitivos.
Ahora el vocablo se ha extendido al ámbito jurídico prudencial bajo la forma de los 'sandboxes' regulatorios, de modo que nos hallamos ante campos de pruebas para nuevas líneas de actividad 'fintech' que aún no están consideradas en la regulación vigente, y que serán supervisadas por el regulador. De conformidad con lo indicado en el proyecto, en el 'sandbox' experimental confluyen tres pilares conceptuales: se trata de un espacio controlado; es un instrumento supervisor, y está gobernado por un doble esquema ley-protocolo.
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En todo caso, nuestro 'sandbox' se rige por el principio de igualdad de trato, abierto a todo tipo de entidades siempre que el proyecto que desarrollen aporte verdadero valor añadido, y por el principio de correspondencia entre la asignación de responsabilidades y la toma de decisiones dentro del marco jurídico aplicable.
El progreso es imparable, pero puede preverse. La iniciativa 'sandbox' responde también a recomendaciones de diversas instituciones y foros internacionales. Al escucharlas, el marco normativo y de supervisión español se situará a la altura de los países que conforman la vanguardia de la transición tecnológica del sistema financiero, tales como Reino Unido, Australia, Hong Kong, Canadá o Singapur.
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El trámite de audiencia pública propuesto por el Ministerio de Economía y Empresa expira el próximo viernes. Ahora viene el análisis de comentarios y propuestas del sector privado y después la redacción y aprobación de la norma. La nueva regulación buscará eliminar obstáculos a una realidad virtual que ya está a nuestro lado, promover y fomentar un importante proceso de naturaleza digital y financiera ordenando la vida económica, controlando los riesgos propios de toda innovación, de tal manera que finalmente los grandes colectivos no se queden atrás y todos participen en un progreso financiero tecnológico amable y comprensible que no perjudique a nadie.
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