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Manu Alvarez
Bilbao
Jueves, 20 de marzo 2025, 09:00
«El Gobierno debe valorar si ésta es una operación que le conviene o no al país, porque tiene que velar por el sistema financiero. ... En la decisión que debe adoptar el Gobierno debe ser muy claro a la hora de determinar si va a permitir o no la fusión», ha señalado el presidente de la entidad catalana, Josep Oliú, en un encuentro con periodistas previo a la junta de accionistas del banco que se celebra este jueves. Oliú, que ha decidido salir a la palestra en la recta final de la opa presentada por BBVA para intentar absorber el Banco Sabadell, ha asegurado que la operación «está cargada de riesgos» y también que no es atractiva para sus accionistas. «Estamos mejor en solitario», ha apostillado.
No cabe la menor duda de que Oliú ha pedido «claridad» al Ejecutivo de Pedro Sánchez como sinónimo de contundencia, porque es precisamente en esta fase, en la decisión que debe tomar el Ejecutivo, donde está el siguiente escollo que puede hacer fracasar la opa. Todo apunta a que la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, CNMC, dará pasos decisivos en los próximos días aunque la resolución final del expediente puede retrasarse hasta finales de abril o principios de mayo. A partir de ahí debe ser el Ejecutivo quien adopte decisiones sobre una hipotética fusión -y es que puede haber opa y ser BBVA el accionista mayoritario del Sabadell pero puede verse obligado a mantener los dos bancos por separado- y es en esta fase en la que la cúpula del Sabadell confía como primer gran dique de contención. Las presiones políticas de los partidos catalanes pueden ser claves en ese momento, después de que tanto Pedro Sánchez como el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, ya hayan mostrado sus reticencias ante la opa.
«Somos un proyecto bancario para España y creemos que debemos jugar un papel en el futuro sistema financiero español», ha defendido Oliú, en una clara contraposición con BBVA, con importantes intereses en México y Turquía. Precisamente el peso de esos países en el balance de BBVA es uno de los riesgos que observa el Sabadell para el futuro, debido al impacto de la nueva política arancelaria de Estados Unidos, en un caso, y de la inestabilidad política de su moneda en la vertiente turca. «No queremos competir con la banca europea o norteamericana, queremos centrarnos en España», ha remarcado el presidente, al tiempo que ha aclarado que su filial en Reino Unido, TSB, «es en estos momentos muy rentable y una buena reserva de capital». En otras palabras, que si es necesario se vendería y con un buen resultado en la operación.
«El daño que se puede hacer a regiones como Cataluña, Valencia o Murcia es muy importante y es ahí donde encaja la cohesión territorial de la que ha hablado Pedro Sánchez», ha apuntado Josep Oliú, para defender también que uno de los grandes riesgos está en el crédito a las pequeñas y medianas empresas de esas regiones.
«La opa está descarrilada y el propio BBVA en sus informes a la SEC norteamericana ha comenzado a poner en duda que pueda hacer la fusión», ha matizado también el consejero delegado César González-Bueno, para remarcar que ni siquiera está claro por el momento el escenario sobre el que deberían tomar una posición los accionistas del Sabadell para aceptar o rechazar la opa. En ese sentido, Oliú ha añadido que por ello la propuesta de BBVA tiene grandes incógnitas «en materia de sinergias que se obtendrían tras la opa, al tiempo que se produciría una pérdida de clientes. Sólo vemos riesgos para los accionistas actuales del Sabadell», ha añadido.
En torno a una hipotética mejora de la oferta por parte de BBVA en la recta final del periodo de aceptación, algo que todo el mundo da ya por seguro, el presidente del Sabadell ha advertido que «tiene una doble cara y una es negativa. El aumento en la oferta y con ello el mayor consumo de capital puede verse contrarrestado por una depreciación del valor de las acciones de BBVA, lo cual sería malo si se produce el canje». Sin embargo, ha defendido el presidente, «en el caso de que fracase la opa, al día siguiente tendremos una inyección de optimismo y eso se verá en nuestra red comercial. Si ahora vamos bien entonces iremos mejor».
Por último el presidente del Sabadell ha aclarado que los grandes inversores con los que ha podido hablar -fondos multinacionales en su mayoría- «no tienen una posición tomada y no la tendrán hasta el ultimo momento». Pero sí confía en que el rechazo a la opa sea mayoritario por parte de los pequeños accionistas que, ha remarcado Oliú, «son el más duro de los núcleos duros que puede tener un banco».
«Esto es como en el colegio, si no es en julio llegará en septiembre», ha comentado con tono humorístico el presidente del Sabadell en su encuentro con los medios de comunicación, porque independientemente de lo que decida el Gobierno sobre la fusión está convencido de que la opa estará sobre la mesa para que tomen una decisión los accionistas. «No le veo al BBVA con ánimo de desistir», ha apuntado.
Pero antes de llegar ahí son necesarios varios pasos, con un calendario incierto todavía. Competencia trasladará en los próximos días al BBVA su informe definitivo y su proyecto de decisión. Esto es, el conjunto de condiciones que cree necesarias para aprobar la operación y que incidirá sobre todo en el mantenimiento de sucursales en algunas localidades, pero sobre todo en garantías de crédito para las pymes y algunas correcciones ligadas a los terminales de tarjetas del comercio y la restauración.
Fuentes consultadas próximas a la CNMC consultadas por EL CORREO aseguran que si BBVA acepta sin reparos esas condiciones se hará un rápido «test de mercado» para valorarlas, lo que retrasaría la decisión definitiva de Competencia hasta finales de abril o principios de mayo. Si BBVA lo rechaza, matizan las mismas fuentes, CNMC puede dar ya por definitivo su informe, imponer las medidas e incluso evitar el test. En ese supuesto, añaden, se acortarían los plazos -la decisión puede estar lista en los primeros días de abril-, pero quedaría en el ambiente una posición de beligerancia de la entidad presidida por Carlos Torres que puede complicar el resto del proceso. Una liturgia que debe pasar luego por una decisión del Gobierno -solo sobre la hipótesis de fusión, no sobre la opa- y para quedar por fin en manos de la CNMV que debe validar la oferta.
En síntesis, los plazos y los previsibles parones del reloj que se pueden producir pueden poner en peligro que la oferta comience a rodar de verdad antes de las vacaciones de verano. Y ahí, por peregrino que parezca, también va a tener una influencia decisiva las esperanzas que el presidente del Gobierno deposite en obtener el respaldo de los partidos políticos catalanes para sacar adelante los Presupuestos Generales de 2026. Todo un conjunto de trabas que permiten concluir que la opa no se presentó precisamente en el momento político e institucional más oportuno para garantizar su éxito.
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