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Rusia y sus empresas pagarán en rublos la deuda que adquirieron en otras divisas con «países que participan en acciones hostiles contra Rusia» como represalia ... contra ellos. La lista recoge 48 países, entre los que se encuentran los 27 de la Unión Europa, Estados Unidos, Reino Unido, Australia, Japón e incluso Andorra o Micronesia.
Según el decreto, los deudores podrán saldar sus cuentas con los acreedores en la moneda nacional, que en el último mes ha perdido la mitad de su valor, siempre que el pago supere los diez millones de rublos al mes (unos 62.000 euros al cambio de ayer), a pesar de que las obligaciones adquiridas estuviesen en euros, en dólares o en cualquier otra divisa.
«Se considerarán pagados los bonos que se satisfagan en rublos al cambio que establezca el Banco Central de Rusia», detalla el decreto. Los países que no hayan aprobado sanciones y sus empresas podrán cobrar en la divisa original, pero siempre que el deudor reciba permiso para realizar ese pago.
Sin duda, esta medida puede afectar severamente a quienes tratan de cobrar los intereses: por un lado, porque el rublo continúa en caída libre y todo apunta a que continuará haciéndolo; por otro, porque cada vez más instituciones rechazan operaciones en la divisa rusa. Las sanciones impuestas por el bloque occidental en respuesta a la invasión de Ucrania comienzan a dañar la economía, y Putin devuelve el golpe como puede.
Mientras tanto, el rublo no es la única divisa que cae. El propio euro ha perdido cinco céntimos frente al dólar estadounidense en el último mes, y eso ha provocado que el yuan chino se haya disparado hasta acercarse a su máximo histórico frente a la moneda comunitaria. Ayer un euro se cambiaba por 6,88 yuanes, en torno a un 10% más que hace un mes. La tendencia al alza se mantiene desde hace más de un año, pero la invasión de Ucrania ha acelerado la apreciación de la divisa china, que va ganando enteros como valor refugio y preocupa por el efecto inflacionista.
Al fin y al cabo, son las empresas del gigante asiático las que están ocupando el vacío que dejan las occidentales que se van de Rusia. Y la mejor prueba de ello es el giro que los bancos rusos afectados por las sanciones están protagonizando para buscar alternativas de pago. Sin posibilidad de utilizar servicios tan extendidos como los de Visa o MasterCard, la mejor opción a mano es la del UnionPay chino, que fue creado en 2002, adquirió estatus internacional tres años después y cuenta ya con una gran aceptación a nivel mundial -opera en unos 180 países- debido al poder que ejercen los turistas chinos.
La mayoría de las entidades españolas, por ejemplo, aceptan las tarjetas de UnionPay. La incógnita es si permitirán realizar operaciones a tarjetas emitidas por bancos rusos. Si la respuesta es afirmativa, quienes más sufrirán son los extranjeros residentes en Rusia, que no pueden utilizar el dinero de plástico de sus países de origen.
Desde Pekín, esta situación se ve como la confirmación de que crear entidades paralelas a las occidentales, en busca de la autosuficiencia, es el mejor camino para evitar una dependencia que puede provocar un aislamiento económico casi total, como el que sufre Moscú. China ha creado ecosistemas alternativos en casi todo tipo de ámbitos, desde el ciberespacio hasta la banca.
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