Sergio Llamas
Lunes, 2 de diciembre 2024, 16:58
La empresa de reparto a domicilio Glovo ha trasladado este lunes una comanda inesperada a sus trabajadores. «Te comunicamos que Glovo ha decidido impulsar un nuevo modelo en España que permitirá la operativa con repartidores laborales», anunciaba el mensaje que ha entrado a primera hora ... en el teléfono móvil de Omar Rangel. Es uno de los numerosos 'riders' que operan a diario por el centro de Bilbao, hasta ahora bajo la fórmula de 'falsos autónomos'. Con dos años de experiencia en la empresa, reconoce sus recelos y el de la gran mayoría de sus compañeros ante una noticia que, sobre el papel, promete una mejora de las condiciones laborales con derecho a vacaciones y bajas. «La gente está asustada porque muchos sienten que es una amenaza y que se van a quedar sin empleo», advierte.
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Buena parte de los repartidores de la empresa priman la ventaja que les ofrece la actual flexibilidad de su horarios. Algunos los compatibilizan con otros trabajos, y muchos simplemente organizan sus días para sacar el mayor partido a las jornadas. «Suelo estar de 12.00 a 16.00 horas. Luego voy a cargar el patinete y trabajo otra vez de 19.30 a 23.30», detalla José Yaros, un joven venezolano de 26 años, mientras espera a que le llegue algún encargo a las puertas de un McDonald's. Sólo lleva tres meses en el puesto y a mediodía ni siquiera había sido informado del cambio que se viene en la empresa. «Yo estoy contento con cómo funciona ahora porque nos permite trabajar mucho», ha destacado con convicción, aunque reconoce que le daría tranquilidad estar cubierto en caso de enfermedad. «Alguna vez me ha tocado repartir con fiebre», confiesa.
No es el único novato. Efrain Méndez, de 34 años, lleva sólo dos meses cargando con la mochila de Glovo, aunque «ya me conozco por lo menos el 40% de Bilbao», calcula. A él tampoco le había llegado el anuncio sobre las contrataciones y aunque se muestra optimista con los posibles cambios, asegura estar satisfecho con la fórmula actual. «Yo ahora estoy contento con el trabajo. También repartía en Venezuela y allí a veces cuando acudías a un pedido, los que habían llamado te robaban. Aquí es totalmente distinto. Hasta te pagan más si hace malo», ha apreciado.
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El temor cunde entre los más veteranos y lo hace principalmente por miedo a perder parte de sus jornadas. Los compañeros de otras plataformas han pasado de trabajar más de 50 horas semanales a jornadas de apenas 20. «Yo llevo un año con Glovo y a mí me ha ido bien hasta ahora. Suelo descansar los martes, pero al ser un trabajo por horas, sé cuándo voy a ganar más y cuándo voy a ganar menos», detalla Alejandro Ariza. Esta es una realidad de la que también parece ser conocedora la propia empresa, según el mensaje que ha compartido con sus 'riders'. «Somos conscientes de que muchos de vosotros valoráis el modelo actual y los ingresos que generáis a través de Glovo», destacan.
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Perder horas de trabajo, y en consecuencia ingresos, es el mayor miedo para los repartidores, pero varios empleados también han reconocido que existe otra problemática más extendida de lo que parece: los trabajadores sin papeles que consiguen afianzar su situación como 'riders'. «Hay cuentas alquiladas. Pagas 500 euros para disponer de una, y una vez pagado, al mes te puedes sacar más de 800 euros para cubrir el alquiler, los gastos...», reconoce un grupo de empleados con los cascos abrochados y el móvil en la mano a la espera de un nuevo pedido.
Las dudas se repiten. Daniel Díaz tiene 27 años y ha pasado los tres últimos repartiendo por Bilbao. En todo este tiempo ha cogido varios días libres, aunque nunca se ha tomado más de una semana seguida de vacaciones porque parar se traduce en no cobrar. «Me da miedo el cambio. Creo que ganamos más y que nos sale más rentable que si estuviéramos contratados», afirma. Desde hace tiempo ha visto cambiar el modelo -al principio los recién inscritos durante los primeros seis meses solo trabajaban los festivos y fines de semana y se primaba más la antigüedad-, aunque asegura que hay trabajo para todos. «Hubo una época en la que bajó un poco y todavía hay cosas que se podrían mejorar, como tener menos esperas que te hacen perder tiempo o que se subieran algo los precios, pero aquí no tienes que dar cuentas a nadie», ha defendido. «Me pregunto cuánto iba a mejorar con un contrato», apostilla.
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