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La última gran disrupción tecnológica es quizá la protagonizada por blockchain o cadena de bloques. Una especie de libro de registro digital popularizado por ser el 'monedero' virtual de criptomonedas como el bitcoin, pero que va mucho más allá. De hecho, ya está empezando ... a cambiar la forma de llevar a cabo muchos negocios. La capacidad para eliminar intermediarios y simplificar procesos representa el gran valor de blockchain, una red que ganará consistencia y utilidad en la medida en que su uso se vaya extendiendo entre la población.
Pero, ¿en qué consiste exactamente blockchain? Básicamente es una base de datos compartida y descentralizada. Una especie de libro de registro digital que sólo se puede actualizar con el consenso de la mayoría de los participantes en el sistema, lo que lo convierte en un método fiable y seguro para almacenar información de cualquier tipo (transacciones financieras, datos personales, registros de producción, etc.) que además nunca puede ser borrada. Si fuera un libro de cuentas, en cada página se registrarían las operaciones para un cálculo que parte del resultado obtenido en la página anterior. Así funciona la cadena de bloques.
Con un ordenador y conexión a internet, cualquiera puede montar un 'nodo' en la red blockchain. Es decir, una especie de base desde la que participar en el sistema. Las redes pueden ser públicas -de acceso libre a todo el mundo- o privadas, que requieren del permiso ('permisionado' en la jerga del sector) del resto de participantes. Blockchain se va tejiendo con la incorporación de cada vez más actores al sistema. Empezando por las instituciones públicas y empresas, que ven en la cadena de bloques una forma fiable de eliminar intermediarios y simplificar procesos. Y, por consiguiente, ahorrar tiempo y dinero.
Recientemente dos grandes empresas del sector energético, Endesa y Gas Natural, anunciaron la primera transacción de energía en España llevada a cabo con la tecnología blockchain. En concreto, se intercambiaron 5,95 gigavatios de gas natural. Este sistema permite a las empresas validar y certificar las transacciones de una manera segura y rápida. Y, además, reducir los costos de intermediación. «Se eliminan intermediarios como OMIE (el operador del mercado), que cobran comisiones. Con blockchain lo hacen de forma inmediata y directa, como el 'peer to peer'. Es más rápido, queda todo registrado, nadie se puede echar para atrás, es inmediato, y sin intermediarios», valora Óscar Lage, jefe de seguridad cibernética de Tecnalia, la única empresa vasca que participa en una red internacional de blockchain.
En la medida de que la cadena de bloques se salta pasos y procedimientos que requieren de una intermediación, se podría pensar que las entidades financieras pueden ser una de las grandes víctimas de esta gran disrupción tecnológica. No es así. «Los beneficios de blockchain para la industria financiera son extraordinaros: la inmediatez de la transacción, su trazabilidad, y una mayor riqueza de información ligada a cada transacción (precios, registros, etc.)», explican fuentes del BBVA. Y esto es así gracias a que la DLT (tecnologías de registros distribuidas) hace posible «realizar pagos en tiempo real».
De hecho, el banco vasco -en colaboración con la red Wave- realizó recientemente la primera transacción de comercio internacional basada en la cadena de bloques entre dos empresas de Europa y América Latina. Blockchain permitió reducir a 2,5 horas «el envío, verificación y autorización de una transacción de comercio exterior (en concreto, más de 25 toneladas de atún congelado) que normalmente se prolonga entre 7 y 10 días».
BBVA empezó a trabajar con blockchain hace cuatro años, y en la actualidad es miembro de tres consorcios internacionales que exploran el potencial de esta tecnología «para crear estándares comunes y construir plataformas eficaces». Además, es miembro fundador de Alastria, la primera red Europea de blokchain, creada en España. En concreto, Alastria nace en el Observatorio Fintech de la Universidad Pontificia Comillas ICAI-ICADE, y aglutina a más de 200 empresas e instituciones tanto públicas como privadas. «Es una asociación de derecho privado, que tiene como objeto el desarrollo de una infraestructura en DLT, y otra de identidad digital», explica a DINERO el director del Laboratorio Blockchain de ICAI-ICADE, Javier Ibáñez.
La plataforma de identidad digital permite al usuario «trocear su identidad, y utilizar los datos que a ti te interesen, o soliciten. Por ejemplo, un banco para conceder una hipoteca, o una universidad para matricularte en un máster, o un hospital para darte tus datos clínicos biométricos. O te los puede solicitar una fundación para ver tu expediente académico», ilustra Ibáñez. El experto de la Universidad de Comillas explica que la cadena de bloques permite «construir lo que quieras: redes peer tu peer, plataformas digitales de financiación, mercados, modelos de gestión o de compensación y liquidación de operaciones, de 'crowdfounding', etc.».
Por ejemplo, un creador (músico, escritor, periodista, etc.) puede publicar y vender sus obras «sin pagar royalties, sin SGAE ni intermediarios. Lo haces 'peer to peer' con la gente a través de blockchain». Al no haber intermediación bancaria, el pago se realiza en criptomonedas como el bitcoin. «Pero luego puedes convertirla a dinero bancario. Hay entidades de conversión que lo hacen. Te cobran comisiones, pero son despreciables en comparación con las que te pueden cobrar en transferencias bancarias convencionales. No es comparable ni el coste, ni la velocidad, ni la seguridad», sentencia Ibáñez.
Sectores como la automoción o la aeronáutica ven en blockchain una vía de incalculable valro para «la trazabilidad de sus bienes y la producción. Grandes marcas como Mercedes o Bosch están haciendo pruebas para que toda la cadena de valor escriba sus registros de producción y vaya registrando todos los movimientos y bienes», dice Óscar Lage. «Y trazabilidad a la inversa: si algo ha fallado, puedo comprobar cuáles eran las variables de fabricación donde estaba el error. En la aeronáutica, por ejemplo, resultaría de gran utilidad para saber qué ha fallado en un avión. Si todo eso se lleva en una base de datos convencional, se puede modificar para eludir culpas», añade el experto de Tecnalia.
Lage observa que la cadena de bloques puede suponer una amenaza para negocios basados en la intermediación «sin apenas valor agregado». «Por ejemplo, eBay o Alibaba han visto como han surgido plataformas que permiten a los particulares vender o comprar productos haciendo exactamente lo mismo que ellas, pero sin comisiones. Muchos modelos de negocio, como Uber o AirBnB están intentando ir un paso por delante y buscar un valor agregado más allá de la pura intermediación, porque eso ya lo hace blockchain, y de una forma mucho más eficiente que cualquier operativa tradicional», sostiene. Ese concepto de trazabilidad también puede ganar valor en industrias como la agroalimentaria, ya que con la tecnología blockchain se podría controlar el origen de un producto durante todo su ciclo de vida, con además se incrementarían las garantías sanitarias.
La cadena de bloques también se podrían utilizar en las relaciones de la administración con los ciudadanos, que ganarían en transparencia, o de una empresa con sus accionistas. «Si dejamos que la gente vea ese 'libro mayor' que es blockchain, le generaremos confianza», dice Lage. «Es como la diferencia entre ir en coche y volar», ilustra por su parte Ibáñez. «¿Y todo esto para cuándo? Pues depende de la velocidad de incorporación de la gente. Triunfará cuando todo el mundo tenga un nodo. Si esto va rápido tardará tres años, y si no, igual 17...».
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