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Los vascos no son ajenos a la fiebre del oro. La imparable escalada que lleva registrando durante meses el valor refugio por excelencia ha tenido ... un impacto directo en los establecimientos dedicados a la compraventa. «Desde que su valor comenzó a subir, se podría decir que el flujo de compradores y vendedores ha crecido entre un 20 y un 30%», afirma Sara Vergara, que administra el local de la cadena Quickgold en Bilbao.
La explicación está en que «la gente es muy consciente de que el oro está muy alto en estos momentos y está aprovechando para vender el que tiene en casa». Muchos de los clientes, indica, «son personas que atraviesan un apuro económico o tienen que hacerle frente a un pago, y prefieren vender oro antes que pedir un préstamo». Admite que, «por desgracia, los aranceles y las guerras son factores que benefician a nuestros negocios».
Y es que en estos momentos, la cotización del metal precioso supera los 3.000 dólares por onza -31 gramos-, después de que el pasado 14 de marzo superara la barrera por primera vez, a tenor de la incertidumbre geopolítica y económica global, que además se ha visto avivada tras la llegada de Donald Trump al despacho oval de la Casa Blanca.
Las circunstancias actuales han propiciado que el oro haya encontrado tanto el espacio como el momento idóneos para brillar más que nunca, y «han impulsado a los inversores hacia el oro como activo refugio», explica Daniel Marburger, director de StoneX Bullion. Desde la plataforma, especializada en la compraventa de metales preciosos, aseguran que otro factor que ha acelerado la subida es que «la demanda por parte de los bancos centrales se mantiene fuerte y las principales instituciones continúan añadiendo oro a sus reservas».
3.000 dólares
por onza es la cotización del oro en estos momentos, habiéndose revalorizado aproximadamente un 50% desde hace un año.
En Oro Bilbao, establecimiento en el que tienen como especialidad tanto relojes, como joyas antiguas, monedas y otras piezas, también han notado un mercado más activo. «Lógicamente, cuanto más alto esté el valor del oro, la gente compra más y, sobre todo, vende más», dice Conchi Martín. Además, añade que normalmente son «personas de mediana edad, que muchas ya no se ponen las joyas para vestirse por miedo a que se las roben».
Ya sea gracias a la subida del oro o no, lo cierto es que el número de locales dedicados a la compraventa ha aumentado ligeramente durante estos últimos años. Así lo confirman los datos de la Ertzaintza, que en 2023 cifraba en 133 los establecimientos en Euskadi. Sin embargo, en estos momentos el número se eleva hasta los 156, de los que 100 están ubicados en Bizkaia, 30 en Álava y finalmente, otros 26 en Gipuzkoa.
Además de los que se ciñen exclusivamente a la compraventa, existen otro tipo de establecimientos en este campo, los que se especializan en oro de inversión. «Somos la otra cara de la misma moneda», afirma Iñigo Arriaga, director general de Dinoro en Bilbao. Los clientes que llegan a este tipo de comercio difieren de los 'compro oro' habituales, ya que son personas que «tienen la suerte de tener ciertos ahorros y buscan protegerlos».
Pero a pesar de que el oro esté en sus cotas más altas, el mercado de particulares «no está especialmente activo», dice. Y aunque sí que ha notado que «ha venido más gente a vender sus piezas», en el caso de la inversión no se ha registrado un «pico tremendo como ocurrió el año pasado a estas alturas o en la pandemia».
El foco de inversión, asegura Arriaga, se sitúa en otra parte. «La demanda, en estos momentos, se está produciendo por parte de bancos centrales y los grandes inversores». Prueba de ello es el traslado masivo de unas 600 toneladas en lingotes que ha tenido lugar durante estas semanas desde Londres a Nueva York, «que no se sabe muy bien quién los está comprando». Los analistas coinciden en que el temor a unos posibles aranceles sobre el metal precioso ha impulsado tanto a bancos, inversores y operadores a adquirir la máxima cantidad posible como blindaje.
Con todo, invertir en oro físico tiene una ventaja fundamental, explica Arriaga: «En el fondo, el oro técnicamente ni sube ni baja. En realidad es el papel moneda el que va perdiendo valor, pero el poder adquisitivo del oro se mantiene». En este sentido, cree que invertir en el metal «tiene sentido si lo que se está haciendo es tener el dinero parado debajo del colchón, ya que la inflación se va comiendo su capacidad de compra. Tenemos unos cuantos miles de años de historia económica que evidencia que el oro compensa la pérdida de la capacidad adquisitiva de la divisa».
A corto plazo, el rumbo que puede adquirir el oro es imprevisible, aunque diferentes compañías de servicios financieros como UBS o Macquarie Group pronostican que seguirá subiendo. El primero estima que para junio, el precio de la onza podría rondar los 3.200 dólares y el segundo apunta más alto, ya que prevé un repunte hasta los 3.500 para el segundo trimestre.
Todos los comercios tienen la obligación de comunicar a la Ertzaintza telemáticamente en un plazo de 24 horas la adquisición de joyas y objetos que contengan metales preciosos. Al margen del control digital, las comisarías supervisan las operaciones de los locales que están en su competencia mediante inspecciones preventivas, de carácter aleatorio y periódico. Desde 2022, la Ertzaintza ha registrado en Euskadi un total de 179.825 contratos. En este último año, se han detectado un total de 42 joyas de origen fraudulento, es decir, cinco más que en 2023.
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