El pinchazo alavés

La pandemia sanitaria y su impacto en la economía «están siendo un catalizador de unas tendencias que ya estaban instaladas en el sistema», asegura José Manuel Farto, doctor en Ciencias Económicas y secretario general de la patronal alavesa SEA entre 2001 y 2006. Los procesos de cambio «se han acelerado, con los riesgos que ello conlleva»

Y en escenarios de dificultades como el actual «los modelos de negocio se cuestionan». Sectores claves para Álava como la automoción, el siderúrgico o la aeronáutica «están afectados, pero ante tendencias globales poco podemos hacer».

La incertidumbre que rodea a Mercedes, con un descenso en la producción de furgonetas del 20% respecto a la previsión inicial, también puede extenderse a Michelin -había llegado a reducir a la mitad la fabricación de neumáticos- pese a que dos tercios de la plantilla de Vitoria hayan salido del ERTE. Los sindicatos ya han reconocido que para el último trimestre no hay certezas de cuál será el nivel de pedidos.

La reestructuración anunciada por Tubacex y que tendrá un impacto directo en el empleo en el Valle de Ayala se suma al delicado momento por el que atraviesa la otra gran compañía siderúrgica, Tubos Reunidos, que arrastra pérdidas desde 2015. «Y no olvidemos los problemas que ha tenido Condesa», dice Farto, o el inminente cierre de Arcelor en Salvatierra. El sector aeronáutico tampoco es ajeno a las complicaciones. Aernnova se prepara para momentos duros, sobre todo tras el anuncio de ITP en Zamudio de despedir a 600 trabajadores.

Estas realidades empresariales se acompañan de otras variables igualmente negativas en Álava, el territorio donde más ha caído la recaudación en la primera mitad del año -un 17%, mientras en Bizkaia ha bajado un 12,8% y en Gipuzkoa un 11,6%-. El desempleo también ha subido más en comparación con las otras dos provincias, con 2.400 nuevos parados en el periodo abril-junio, donde el coronavirus ha hecho estragos, según la última Encuesta de Población en Relación con la Actividad (PRA) del Eustat.

Este repunte del paro, en cualquier caso, parece que no ha tocado techo. Todo apunta a que las estadísticas del tercer trimestre volverán a dispararse a tenor de las previsiones de las compañías alavesas, que no son para nada halagüeñas. Cuatro de cada diez pronostican una reducción de su plantilla y en la misma proporción opinan quienes temen caídas en la producción, según la encuesta de coyuntura industrial realizada por la Cámara de Comercio entre 90 pequeñas y medianas empresas que suman 4.700 trabajadores y a la que ha tenido acceso EL CORREO.

La economía «sufrió una degradación tremenda durante el confinamiento con un cese brutal de la actividad y el reinicio ha sido progresivo, esto no es como dar el 'clic' al interruptor y se encienden todas las luces», describe José Luis Cimiano. Quien fuera diputado de Hacienda de Álava en dos etapas -con el PNV- y ahora ejerce de director foral de Áreas Estratégicas comparte también la preocupación por el impacto de la crisis en pilares del tejido empresarial «vinculados a sectores que están siendo golpeados. Si no se compran coches, si no hay vuelos, si cae el consumo del petróleo -las firmas tuberas tienen ahí su principal cliente-, es evidente que llegan los problemas».

Encontrar la solución «va a depender de la paciencia que tengan las multinacionales, del músculo financiero de nuestras fábricas y de la capacidad que tengan de hacer ajustes», añade. Pero el panorama «no es nada alentador. Y lo peor es el escenario de incertidumbre, que ha venido para quedarse creo que durante mucho tiempo», advierte el empresario Roberto Larrañaga, expresidente de la patronal vasca Confebask. Habrá sectores de actividad «donde la caída de pedidos obligará a tomar decisiones -también alude a la automoción, la aeronáutica y la siderurgia-, pero confío en la capacidad de reinventarse e innovar de nuestras empresas». Larrañaga considera que pese a la crisis actual el modelo industrial arraigado en Álava y Euskadi «es una fortaleza en comparación con otros territorios que tienen una mayor dependencia, por ejemplo, del turismo».

El territorio alavés «ha hecho bien los deberes en los últimos años, teníamos una tasa de paro por debajo del 10%, veníamos de un año récord de recaudación...», señala Cimiano. Pero llegó el coronavirus y lo cambio todo. Volver al punto de partida «costará al menos dos o tres años».

Para Farto hará falta algo más. Echa de menos liderazgos «en todos los niveles, empresariales, políticos e institucionales» para invertir una tendencia «que ahora se ha agravado por la crisis del Covid, pero es que en materia económica e industrial hace tiempo que nos hemos dormido en los laureles. Álava y Vitoria deben despertar del 'green wonderful'», como él se refiere al mundo «maravilloso» que rodea a las políticas medioambientales y sostenibles. «Hay que buscar otras vías y usar todas las capacidades que tenemos desde el punto de vista industrial, logístico y de innovación para recuperar el terreno perdido».

¿Y qué papel han de jugar las administraciones públicas? José Manuel Farto cree que «es necesario cambiar el modelo de gestión que se ha quedado obsoleto, y no me refiero sólo a la burocracia o a las herramientas de financiación, que han de ser mucho más ágiles». El experto reclama, además, «proyectos ambiciosos e innovadores para atraer inversiones».

José Luis Cimiano pone en valor la solvencia de las instituciones alavesas y vascas, pero «ahora necesitamos saber la capacidad de endeudamiento para, sin dejar de atender la prioridad que son los servicios sociales, también poder ayudar al tejido empresarial, a pymes y autónomos».