ELA y LAB desafían hoy con una huelga general a los gobiernos de Urkullu y Sánchez

No obstante, la evidencia de que se trata de una protesta que no es unánime, al contar con el único apoyo político de EH Bildu y con la oposición del resto de los partidos de izquierdas y de los otros dos grandes sindicatos vascos, CC OO y UGT, ha fracturado sobremanera el movimiento de los pensionistas. En estos momentos, está roto tras dos años de concentraciones semanales en las tres capitales vascas. Dos años en los que, precisamente, la unidad había sido la base de su fortaleza. Ahora, y aunque la huelga recoge sus principales reivindicaciones, una parte significativa de las organizaciones de pensionistas ha decidido no secundarla.

Las centrales que lideran Loli García y Raúl Arza consideran la huelga general de hoy una movilización eminentemente «política» en el caso de Euskadi, ya que a su juicio sólo trata de socavar a Urkullu; y «muy inoportuna» porque se produce a solo unos días de la formación del nuevo Gobierno central, un Ejecutivo que de hecho ya ha tomado dos medidas muy sociales y ligadas a las reivindicaciones que hoy se corearán en las calles de Euskadi y Navarra: el incremento de las pensiones un 0,9%, ligeramente por encima del IPC; y la subida del salario mínimo a 950 euros mensuales con el respaldo de las patronales, de CC OO y de UGT. Curiosamente, y coincidiendo con la huelga general, el presidente Sánchez firmará hoy mismo con los líderes sindicales y empresariales la subida del SMI, el primer gran pacto de su Gobierno.

La de hoy será la huelga general número 16 de las vividas en Euskadi en los últimos 35 años y la novena desde que estalló la crisis, en su inmensa mayoría protagonizadas en solitario por ELA y LAB con resultados más bien tibios, salvo en Gipuzkoa, el territorio donde los convocantes son más fuertes.

Como sucedió en mayo de 2009, cuando los sindicatos nacionalistas saludaron la histórica llegada del socialista Patxi López a Ajuria Enea con una huelga general, la jornada de paro de hoy también llega precedida de un enfrentamiento directo y público de los convocantes con el lehendakari, así como de algunos incidentes violentos.

Hace un par de semanas, Urkullu desveló una relación epistolar con ELA y LAB en la que explicaba su negativa a reunirse con sus líderes. Alegaba que la mayoría de las reivindicaciones planteadas excendían las competencias del Gobierno que encabeza y calificaba la protesta de «desproporcionada». Días antes de desvelarse el desencuentro, el lehendakari había clausurado una jornada de UGT sobre el futuro de la industria en la que alabó el compromiso del sindicato socialista con el diálogo social, a su juicio «la única vía» para «anticipar respuestas y ofrecer soluciones».

Las críticas de ELA y LAB no se han quedado en Urkullu y, en menor medida, a los empresarios, muy críticos con una huelga cuyas reivindicaciones desbordan los límites de las empresas. También han alcanzado a Podemos por pactar los Presupuestos del Gobierno vasco y no secundar el paro.