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Un lunes más los pensionistas vascos cumplieron ayer su liturgia de concentraciones en las capitales de los tres territorios. Y como ya viene ocurriendo en las últimas semanas, y ayer con más razón dada la proximidad de la fecha, el protagonismo fue de nuevo para ... la huelga general del próximo jueves, día 30, convocada en Euskadi y Navarra por los sindicatos abertzales -con ELA y LAB a la cabeza- y diversos colectivos agrupados en la denominada Carta de Derechos Sociales de Euskal Herria, para reclamar la mejora de las pensiones y medidas que garanticen condiciones laborales, sociales y de vida dignas.
No en vano, la idea de llevar a cabo una protesta de este tipo surgió del movimiento vasco de pensionistas, que aglutina a asociaciones de Bizkaia, Álava, Gipuzkoa y Navarra, el verano pasado, e incluso barajaron la fecha del 14 de noviembre para convocar un paro general de cuatro horas, pero dada la proximidad de las elecciones generales que se celebraban cuatro días antes, y a petición de las centrales sindicales, decidieron aplazarla. Finalmente, la iniciativa fue retomada a finales de octubre por ELA y LAB respondiendo al llamamiento hecho por el Movimiento de Pensionistas de Euskal Herria, que ya entonces se declaró «harto de esperar» a que sus reivindicaciones fueran atendidas tanto por el Gobierno socialista en funciones como por los Ejecutivos vasco y navarro. Los sindicatos abertzales hicieron suyas las reclamaciones de derogar las reformas laborales de 2010 y 2012, así como las de las pensiones de 2011 y 2013, un salario mínimo de 1.200 euros y unas pensiones mínimas de 1.080, y anunciaron la convocatoria de una huelga general de jornada completa para este 30 de enero.
Un paro que desde su oficialización suscitó el rechazo de las federaciones vascas de los sindicatos de ámbito estatal CC OO y UGT y el recelo de una parte significativa de los propios pensionistas vascos, que se desmarcaron de llevar a cabo una protesta de ese tipo. Recelo que con el paso de las semanas, y sobre todo tras la formación de un nuevo Gobierno de izquierdas conformado entre el PSOE y Unidas Podemos, ha derivado en una división que se ha ido acrecentando en el seno del movimiento vasco de pensionistas.
Así, a sólo dos días de la huelga general, mientras en las concentraciones de ayer portavoces de organizaciones como el Movimiento de Pensionistas de Bizkaia (MPB) y otras de Álava y Gipuzkoa, llamaron de nuevo a secundarla, otros representantes que afirman hablar en nombre de la mayoría de las asociaciones de pensionistas de todo Euskadi, sostienen que el nuevo Gobierno de coalición «despierta esperanzas» en los pensionistas, critican el paro por «inoportuno» e instan al sector favorable a llevar a cabo el paro a que reconsideren su apoyo al mismo, así como a recomponer la unidad del movimiento de pensionistas vascos. Unidad que ha quedado seriamente resquebrajada, como demuestra el hecho de que muchos mayores han dejado de acudir a las concentraciones de los lunes, al considerar que el movimiento ha perdido la transversalidad y la independencia de siglas políticas y sindicales de las que había hecho bandera desde su inicio, hace ya más de dos años.
Quienes mantienen su adhesión a la huelga general también llamaron ayer a secundar una cacerolada convocada para mañana miércoles, entre las 21 y las 21.15 horas, y a participar en dos manifestaciones que tendrán lugar por la mañana y por la tarde el jueves, el mismo día del paro general.
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