El sector industrial es el motor del crecimiento de un país por su capacidad para potenciar la competitividad, su efecto tractor sobre otras actividades, la calidad del empleo que genera y la constante innovación que requiere. Además de los retos inmediatos, y realmente complejos, a ... los que se enfrenta, hay otros que son de fondo y que han contribuido al avance de las empresas más innovadoras tanto en lo que se refiere a productos, procesos y modelos de negocio: la transformación digital y la internacionalización. Ahora, en los tiempos de incertidumbre provocada por el Covid-19 es todavía más crucial el fortalecimiento de las empresas.
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En esta crisis hemos visto cómo en casi todos los ámbitos de nuestra vida privada y profesional se ha producido una aceleración de la transformación digital. De la misma manera, en la industria está siendo fundamental como palanca de competitividad. Solo las empresas digitalizadas serán capaces de adaptar su producción de forma ágil, ya que podrán anticipar patrones que vengan tanto del lado de la oferta como de la demanda. Para ello, hay que poner en valor ese Big Data del que tanto hablamos, pero al que nos cuesta sacarle partido.
La Inteligencia Artificial asociada al uso de herramientas analíticas nos permitirá aprovechar la información que emana de nuestras plantas y negocios, haciéndola útil para la toma de decisiones. El empleo de soluciones inteligentes nos permitirá estar mejor preparados ante situaciones de sobrecarga, alteraciones de stock, disponibilidad de máquina o cualquier otra incidencia. El software industrial se presenta cada vez más como un elemento fundamental y central en este proceso.
En el contexto generado por la pandemia, la internacionalización de nuestras empresas ha sido clave desde el inicio de la crisis para tener una perspectiva global y una visión más holística de lo que sucede y tratar de anticiparnos en la medida de lo posible. Durante años hemos visto modelos e interpretaciones muy distintos de esta internacionalización. Entre ellos, el modelo de globalización, que había sido considerado como una ventaja competitiva pero que tras el desabastecimiento sufrido por el Covid-19 se trata de un axioma que se está cuestionando y que requiere una reflexión profunda. La dependencia de la 'fábrica del mundo' ha demostrado ser una debilidad, ya que, como hemos comprobado, la concentración de la oferta en ecosistemas lejanos puede provocar grandes tensiones en el lado de la demanda, si no hay capacidad de planificación suficiente.
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Esto no significa necesariamente hacer un repliegue absoluto, sino que habría que centrarse en diversificar, equilibrar y potenciar la localización. Es importante, por ello, desarrollar un tejido industrial fuerte y próximo al cliente final, aunque se sigan reforzando las estrategias de internacionalización basadas en nuevos modelos digitales.
El Covid-19 se ha convertido en un elemento disruptivo, en un catalizador para el cambio y la transformación empresarial. Nuestra obligación es construir organizaciones sostenibles a largo plazo, adaptándonos a los nuevos desafíos que se presenten para, así, volver a empezar.
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