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Un aviso a navegantes y un golpe encima de la mesa por si a alguien le quedaba alguna duda de cuál es la apuesta del ... Gobierno de Pedro Sánchez para Talgo. Eso es lo que evidenció ayer la visita por sorpresa, sin constancia en la agenda oficial, del ministro de Transportes, Óscar Puente, al cuartel general de Sidenor. El presidente del grupo industrial vasco, José Antonio Jainaga, recibió a uno de los hombres fuertes del Consejo de Ministros en mitad del tira y afloja que mantiene con el principal accionista de Talgo, el fondo inversor Trilantic. Puente, tras la visita a la acería de Sidenor, reconoció que «la empresa es un ejemplo de innovación y apuesta por las nuevas tecnologías en una industria tan importante como la siderúrgica».
Jainaga, que comunicó oficialmente en octubre su intención de hacerse con el control de Talgo, ha realizado una oferta por el 29,9% de las acciones de la compañía. Son unos títulos que le darían el control de la empresa y que ahora ostenta el socio principal, Trilantic. Sidenor ha ofrecido 4 euros por acción, lo que supone 150 millones, pero el fondo inversor está exigiendo más. Su aspiración es cobrar 5 euros por título, lo que supone algo más de 183 millones por su participación. Es, además, la cantidad que había ofrecido el grupo húngaro Magyar Vagon en una opa por la totalidad de la empresa que el Consejo de Ministros vetó por «razones de seguridad nacional» y para mantener el control en España de una compañía que considera estratégica.
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Los gobiernos central y vasco respaldan a Jainaga como vía para garantizar el futuro industrial de Talgo, que cuenta con una cartera de pedidos histórica que asciende a 4.000 millones. Una muerte de éxito que necesita con urgencia ampliar su capacidad de fabricación. Ambos ejecutivos, además, están dispuestos a participar con capital en el accionariado de Talgo para asegurar su futuro.
Sanciones y pérdidas
Sobre esta partida estratégica entre Jainaga y el representante de Trilantic, Javier Bañón, cayó ayer la decisión de Renfe de ejecutar la primera penalización por 116 millones sobre Talgo, tal y como adelantó EL CORREO en exclusiva en su edición digital. Es la sanción más grave, a la que se podría añadir otra de 50 millones por los retrasos de más de dos años en la entrega de 30 trenes de alta velocidad, la serie 106 conocida como Avril. Además, el operador público ha decidido bloquear los pagos por este pedido. El 5 de diciembre estaba previsto un abono de 6 millones que se detraerán de la sanción pendiente de cobro. En total, indican las mismas fuentes, del pedido quedan por pagar a Talgo 120 millones.
La sanción obligará al fabricante de trenes a provisionar de modo inmediato la cantidad en sus cuentas de este ejercicio. Un impacto que con toda probabilidad dejará a la compañía en pérdidas a cierre de 2024, aumentando su pasivo. Así, las cifras de deuda que la empresa anunció para final de año de cinco veces el ebitda -beneficios antes de impuestos y gastos financieros- serán superiores a los 300 millones estimados.
El impacto de la multa de Renfe afecta al valor de la compañía y, por lo tanto, interfiere de plano en las negociaciones. Pero, como ya adelantó este medio, la posición del Gobierno de España y de Renfe es la de dar facilidades a Talgo en el pago de las penalizaciones. Eso sí, siempre que entre los accionistas haya un socio mayoritario industrial y no financiero. Es decir, para eso es necesario que Sidenor se haga con el control del fabricante de trenes.
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