El misterioso gigante chino que hace sombra a Zara
Shein ·
Solo vende por internet y da la espalda al mercado de su propio país, pero su valoración ya supera la suma de H&M y el buque insignia de InditexSecciones
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Shein ·
Solo vende por internet y da la espalda al mercado de su propio país, pero su valoración ya supera la suma de H&M y el buque insignia de InditexSu valoración alcanza ya los 100.000 millones de dólares -más que la suma de Zara y H&M-, Morgan Stanley estima que acabará este año como la cuarta marca de moda más importante del mundo por volumen de ventas -15.700 millones de dólares ... en 2021, un 60% más que el año anterior-, supera los 150 millones de visitas mensuales en la web mientras su aplicación es la más descargada de Estados Unidos, y la montaña de juicios que acumula la convierte en una de las compañías más polémicas de China. Pero a pesar de todo eso muy pocos conocen a Shein en su propio país.
100.000millones de dólares es la valoración de Shein, aunque algunos analistas rebajan ahora esa cifra en un 30%.
600.000productos conforman su interminable catálogo, que añade hasta 3.000 nuevas referencias cada día.
La compañía que ha puesto patas arriba el sector de la moda combinando en su modelo de negocio elementos del 'fast fashion' y de gigantes del comercio electrónico como Amazon, provoca una locura colectiva cuando establece una tienda efímera en ciudades como Madrid, pero es una gran desconocida en el gigante asiático, un mercado en el que, curiosamente, no opera. Es tan opaca que ni sus orígenes están realmente claros. La mayoría indica que el embrión de la empresa nació en Nanjing en 2008, cuando Yangtian Xu -cuya nacionalidad no está muy clara- comenzó a exportar vestidos de boda que ni diseñaba ni fabricaba.
El cambio más relevante llegó en 2015, cuando ya con el nombre de SheInside y base en Guangzhou, Xu apostó por el diseño y la fabricación propias siguiendo el modelo de una elevada rotación de producto y breves plazos de producción que había perfeccionado Inditex. El gran salto adelante, sin embargo, lo dio hace un par de años cuando aprovechando el gran desarrollo de la industria textil china y de los sistemas de 'big data' llevó el 'fast fashion' a cotas nunca antes vistas, introduciendo elementos propios del ciberespacio chino. Hoy añade entre 2.000 y 3.000 diseños nuevos cada día a un catálogo en el que hay más de 600.000 productos que se comercializan en unos 150 países a precios de risa.
«La clave está en sus grandes volúmenes de series muy cortas. A veces de unas pocas decenas de unidades. Tienen algoritmos que determinan qué diseños son populares y son capaces de producir a toda velocidad para ver si cada modelo funciona o no. Es casi una producción bajo demanda y con riesgo muy bajo», explica un empresario español del textil con base en Wenzhou que prefiere mantenerse en el anonimato. «Con los bajos precios que tienen, en gran medida gracias a la carencia de presencia física y de 'stock', su fuerza entre la juventud es imbatible», añade. Por si fuese poco, los datos -Xu es especialista en optimización del posicionamiento en buscadores- le ayudan a predecir qué se va a vender bien y qué no.
Los fabricantes, además, están contentos de trabajar para la empresa porque Shein no solo paga a tiempo y a veces lo hace incluso por adelantado. Cosa muy diferente son las condiciones laborales de quienes manufacturan las prendas. El periódico digital chino 'Sixth Tone' desveló en un reportaje las penosas condiciones laborales en fábricas de Guangdong. «Me gustaría que al menos tuviésemos dos días libres al mes y jornadas de menos de 12 horas», relataba un trabajador. El medio de comunicación describe las fábricas como «un riesgo para incendios» y afirma que «a menudo se saltan las normativas laborales».
Tampoco tiene Shein muy buena reputación entre las autoridades que velan por la protección de la propiedad intelectual. Su ansia por lanzar miles de productos a toda velocidad impulsa tanto el plagio como la aparición de productos controvertidos. En 2020, por ejemplo, se vio obligada a retirar un colgante con una esvástica, aunque la empresa aseguraba que el símbolo era el budista y no el nazi.
«Sin duda Shein va a poner presión sobre el resto de marcas, pero tendrá que enfrentarse a los mismos escándalos que sufrieron las precursoras del 'fast fashion' por las condiciones de sus trabajadores o la sostenibilidad medioambiental de su producción y tendrá que aumentar los precios», avanza el empresario español. Hasta entonces, la ventaja es suya.
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