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Desconfianza total. Ese es el sentimiento que se ha instalado en los parqués mundiales ante cada nuevo anuncio en materia comercial tras la pausa de 90 días anunciada por Donald Trump ... para la mayoría de países. La excepción destacada de China y la respuesta de Pekín de elevar los aranceles a productos estadounidenses 84% al 125% no han contribuido a calmar la tensión en los parqués mundiales que desde la tarde del miércoles han pasado de la fase de euforia a la decepción.
Las Bolsas vivieron este viernes otra sesión de subidas y bajadas y aunque los movimientos fueron menos frenéticos que en las jornadas anteriores mantuvieron las mismas dosis de incertidumbre.
De esta forma, los índices europeos cerraron la sesión en números rojos, con pérdidas del 0,9% en el caso del DAX alemán, del 0,7% el de FTSEmilanés y del 0,6% en el EuroStoxx 50. El CAC40 francés y el Ibex-35 fueron los selectivos que mejor resistieron la presión vendedora, con descensos del 0,3% y del 0,18%%, respectivamente.
El balance del selectivo español desde que se recrudeció la guerra comercial es más alentador que el de sus homólogos. Si bien acumula un descenso del 8%tras encadenar tres semanas de caídas, lo cierto es el que mejor está aguantando los vaivenes arancelarios y el único que aún conserva un alza anual del 6%.
En Wall Street también pesó más la incertidumbre que los buenos resultados empresariales de bancos como como JP Morgan, Morgan Stanley o Wells Fargo. Más aún tras las palabras de Jamie Dimon, CEO de JP Morgan, apuntando a que la economía se enfrenta a una «turbulencia considerable (incluida la geopolítica), con los posibles beneficios de la reforma fiscal y la desregulación y los posibles inconvenientes de los aranceles y las 'guerras comerciales', una inflación persistentemente rígida, altos déficits fiscales y precios de los activos y volatilidad aún bastante elevados».
Con este escenario de fondo, el mercado sigue tratando de calibrar el daño que la guerra arancelaria hará a la economía global y a asumir que, en cualquier caso, esta batalla será larga. No en vano la volatilidad continúa presente y todo apunta a que ésta seguirá siendo la tónica habitual durante estos tres meses de tregua. Así lo ha venido reflejando el índice Vix, conocido como el indicador del miedo, que en el cierre semanal volvió a superar los 45 puntos.
En este contexto de desconcierto, los inversores han huido del dólar y se han refugiado en el oro. El euro ha sido el receptor de la estampida de la divisa norteamericana y cruzó el viernes la barrera de los 1,14 euros por primera vez desde 2022. «Sospechamos que sólo una reversión sustancial de las medidas proteccionistas, en particular con respecto a China, puede reparar de forma sostenible el daño que ha sufrido el dólar la semana pasada», advierten desde ING.
Pero la verdadera batalla se libró en el mercado de deuda. La rentabilidad del bono americano a diez años se situó en el entorno en el 4,5% frente al 3,99% del cierre semanal anterior. Esta estampida de los activos considerados habitualmente como refugio han llevado al oro a alcanzar máximos históricos. La onza del metal precioso superado por primera vez los 3.220 dólares, nueva marca histórica.
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