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El prolongado letargo del viejo continente en materia de Defensa y la presunción de que el doble pararrayos de Estados Unidos y de la OTAN ... eran suficientes para estar a salvo de cualquier agresión externa han marcado estructuralmente al sector armamentista europeo.
Paradójicamente, durante décadas, la industria de Defensa europea se ha orientado decididamente más hacia la exportación que al fortalecimiento de las capacidades defensivas propias. Mientras Estados Unidos ha venido invirtiendo en sistemas militares de gran envergadura, la Unión Europea (UE) ha adoptado una estrategia centrada en vender en el mercado global, con una política de precios bajos para atraer a los compradores internacionales. Obviamente este enfoque ha dado como resultado una industria de escasa inversión en investigación y desarrollo dejando al Continente con un sector fragmentado y escasamente orientado a la interoperatividad y a la Defensa común.
Convendrá en este contexto aludir a qué se considera gasto de Defensa. También a cuál será nuestra capacidad de sustitución del mercado exterior por el mercado interno, cuál el costo de nuestra financiación y finalmente la velocidad de reemplazo del proceso.
De momento, los propios ministros de Finanzas discrepan sobre qué se debe incluir como 'gasto en Defensa' a la hora de aplicar la flexibilidad fiscal que la Comisión Europea ha propuesto. Dos son las acepciones más defendidas: la que habla de seguridad como un concepto amplio, y la que define la Defensa en su sentido más restringido, pertrechos bélicos tales como drones, cañones o tanques. El consenso al que se llegue deberá evitar hacerse trampas en el solitario: se trata de robustecer a marchas forzadas nuestra Defensa exterior para que esta suponga un freno disuasorio de posibles agresiones de terceros, por encima de las diatribas conceptuales.
Continuaremos por analizar nuestro potencial de Defensa. Tras la conclusión de la Guerra Fría, la capacidad defensiva de Europa sufrió un marcado retroceso. El presupuesto de la UE destinado a Defensa se redujo desde los 132.000 millones de euros de 1990 hasta los 84.200 millones en el año 2000. A su vez, hacia 2020, el número de efectivos humanos en las fuerzas armadas nacionales de la Unión Europea se había desplomado a casi la mitad respecto a los niveles de 1995. La invasión de Crimea por Rusia en 2014 despertó nuevamente el temor a un enfrentamiento militar en el continente. Jean Claude Juncker calificó las capacidades defensivas de la UE de 'sombrías' y para hacer frente a la nueva situación auspició en 2017 el Fondo Europeo de Defensa (FED) proponiendo impulsar la investigación y el desarrollo de tecnología militar, además de promover una industria de Defensa más competitiva. La Guerra de Ucrania, en 2022, tuvo un impacto innegable en la demanda de tecnología de Defensa. Si excluimos ese año excepcional, el crecimiento promedio desde 2017 registró un 3,41%, casi el doble de lo registrado antes del FED.
El número de trabajadores en el sector pasó de 430.000 en 2015 a 516.000 en 2022. La propuesta actual de Bruselas, de activar 800.000 millones de euros, que contempla mecanismos de cofinanciación y flexibilización de las normativas fiscales para permitir mayores déficits en Defensa, representa ahora un salto cuántico.
El tercer punto a examen se refiere al modo de financiación. ¿Deuda, deuda mutualizada o impuestos? Dado que el megaproyecto comprometido en Bruselas implica un gran ajuste inicial para alcanzar el nivel adecuado de Defensa, tiene sentido suavizar el impacto y financiar la mayor parte inicialmente con deuda en lugar de impuestos más altos. ¿Por qué deuda mutualizada de la UE en lugar de deuda nacional? En el caso de que la deuda de Defensa de la UE se emitiese con los mismos criterios que la deuda del programa NextGenerationEU, se extinguirá automáticamente al vencimiento. No ocurre lo mismo con la deuda pública nacional, que como la experiencia revela suele renovarse y cronificarse hasta el infinito.
El cuarto y último análisis se refiere a la velocidad del proyecto y a su capacidad de sustituir la dependencia actual. Si Europa no se rearma rápidamente, la democracia liberal podría difuminarse peligrosamente. En la actualidad se respira el mismo ambiente de suspicacia y temor de la década de 1930. Solo que esta vez, por desgracia, Estados Unidos parece estar en el bando equivocado.
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