Nadie, salvo el tirano Vladímir Putin, tiene la culpa de lo que está pasando en el mundo. Pero eso no nos exime de reconocer todo lo que hemos hecho mal antes, que amplifica las consecuencias actuales de la guerra. A lo largo de las últimas ... décadas hemos subcontratado el abastecimiento de materias primas, tanto agrícolas como minerales y energéticas, en países terceros, desdeñando nuestros recursos mineros -una actividad que soporta una agobiante regulación- y negando los energéticos. ¿Recuerda aquello tan bonito del 'Fracking ez'? Pues eso, ahora compramos el gas a 400 euros, que se invierten en sostener la invasión. Hemos subcontratado en China un amplio catálogo de productos industriales y semimanufacturados. Lo pagamos con más paro y distorsiones en las cadenas de suministro. Desde la Segunda Guerra Mundial, hemos subcontratado la defensa de nuestras fronteras, básicamente a los norteamericanos, que nos la han cobrado vendiéndonos tecnología y entregándonos billetes, sin coste de fabricación, a cambio de nuestras exportaciones.
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Y, lo que es mucho peor, pues tiene muy mal arreglo, hemos subcontratado el sostenimiento de nuestro abultado Estado del Bienestar con las generaciones futuras. Un nivel de bienestar que, por duro que sea decirlo y oírlo, no nos merecemos, por la sencilla razón de que no somos capaces de pagarlo. Por eso hemos endosado su coste a las generaciones futuras, que deberán tapar -vaya usted a saber cómo- las deudas que heredarán de nosotros.
¿Y ahora qué? ¿Seremos capaces de honrar nuestras promesas de subir las pensiones y los sueldos de los funcionarios de acuerdo con una inflación que se nos puede ir a niveles no vistos desde la Transición y los Pactos de La Moncloa? No se confíen, hoy nos parece una locura hablar de niveles de inflación superiores al 15%, pero dentro de un par de meses, y a poco que se tuerzan los acontecimientos, igual los vemos como deseables. ¿Lo haremos en un momento en que la amenaza de una nueva recesión aparece en el horizonte, sin haber solucionado del todo la anterior y con la posible resurrección de los ERTE, incluso antes de haberlos vaciado? Por cierto, ya que mencionamos a los ERTE, ¿repetiremos el escándalo de la pandemia, cuando llegamos a tener más de un millón de personas acogidas al sistema, todas ellas pertenecientes al sector privado y ninguno al público?
¿No ha llegado el momento de empezar a debatir las conclusiones de informes como el recientemente elaborado por el Instituto de Estudios Económicos, que cifra en 60.000 millones el despilfarro de gasto de las administraciones públicas? Si crecemos menos y las necesidades aumentan, ¿tendremos dinero para pagar una actividad menguante con un paro creciente, apoyar unas viviendas dignas, ayudar a la dependencia, cubrir la asistencia social, etc.? ¿Sí? ¿Les importaría decirme de dónde saldrá? Y, por favor, esfuércense un poco más allá de eso, tan socorrido como inútil, de apretar más a los ricos. Con independencia de cualquier otra consideración, con eso no llega. Ni de lejos. Entonces, ¿volvemos a lo de siempre y emitiremos más deuda? Les recuerdo que la UE acaba de iniciar un programa de 750.000 millones para arreglar los desperfectos de la pandemia y que prepara otro programa para cubrir las necesidades energéticas y, pásmense, las de defensa. ¿Subcontrataremos mayores espacios de bienestar con las generaciones venideras o concluiremos algún día que cada cual tiene que pagar sus deudas y vivir de acuerdo con sus posibilidades, como hicieron y nos enseñaron a hacer nuestros mayores? Escuchando lo que se dice, debieron de ser muchos los que faltaron a clase ese día...
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Si han resistido la tentación de hacerse el harakiri y todavía siguen con la lectura de este tormento de nuestras penurias, les recuerdo que nos queda por oír al Banco Central Europeo y conocer lo que hará con los tipos de interés, una vez que ya ha anunciado el inicio de la retirada de los estímulos. Solo nos falta que no sea capaz de mantener la extraordinaria coincidencia -cuando estudiaba era un contradicción imposible- de unas inflaciones desbocadas con unos tipos mortecinos y decida subirlos. ¿Podría ser peor? Sí, podría llover... O nos podría doler una muela.
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