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Desde que estalló la pandemia, la tendencia ha sido la misma: a pesar del debate sobre la necesidad de reducir la dependencia de socios comerciales extranjeros, China cada vez vende más productos al mundo. Y como lo que adquiere en el exterior crece a un ... ritmo inferior, el desequilibrio aumenta hasta niveles de récord. Es lo que sucedió en junio, cuando las exportaciones chinas crecieron en tasa anualizada un 17,9% -medidas en dólares-, mientras las importaciones avanzaron solo el 1%, 3,1 puntos menos que el mes anterior. En general, el comercio exterior de la segunda potencia mundial se expandió un 9,4% -medido en yuanes-, fortaleciendo así su papel como fábrica del mundo.
Según los datos publicados hoy, el superávit del gigante asiático alcanzó el mes pasado los 98.000 millones de dólares, 19.000 más que en mayo y una cifra nunca antes vista. En parte, este salto se debe al fin de las restricciones implementadas para combatir el Covid que provocaron la parálisis del puerto de Shanghái, el más importante del mundo para el transporte de contenedores, y podría verse afectado en la recta final del año si los augurios de una recesión en Occidente se materializan y el consumo se reduce. No en vano, a ese respecto los analistas señalan que los fletes entre China y tanto Europa como Norteamérica están abaratándose ligeramente.
Uno de los cambios más relevantes del mes pasado se encuentra en las importaciones de China desde Rusia. Se dispararon un 56,3% y alcanzaron los 9.700 millones de dólares. En gran medida, eso se debe a que el Gran Dragón adquiere mucho más petróleo de su vecino, aprovechando la rebaja en el precio que provocan las sanciones impuestas por la guerra de Ucrania. De hecho, es una tendencia que ya se apreció en mayo, cuando Pekín incrementó las compras de crudo ruso un 55%, un porcentaje que desplazó a Arabia Saudí como su principal proveedor de ese combustible.
El principal problema para Pekín puede estar en que el consumo interno de su población no levanta cabeza. Las ventas al por menor cayeron un 11,1% en abril y un 6,7% en mayo. En parte, eso se debe, una vez más, a las restricciones por el Covid. Pero también hay un componente de incertidumbre que se aprecia, por ejemplo, en la reducción de la rotación de personal en las empresas. «Antes lo popular era cambiar de trabajo cada poco tiempo para ganar más poder adquisitivo. Ahora la gente tiene miedo a perder su empleo», comenta un empresario español afincado en el norte del país.
Para estimular el consumo, el Partido Comunista ha aprobado numerosas medidas, que van desde la reducción de diferentes impuestos hasta la concesión de cheques regalo. De forma paralela, ha aprovado iniciativas para mitigar el impacto que la pandemia tiene en los negocios, como pueden ser la concesión de ayudas al alquiler o la suspensión temporal de las cuotas a la Seguridad Social.
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