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«La inflación actual es coyuntural. Es como una joroba, y la joroba en algún momento dibuja una curva descendente. Tengo la firme convicción de ... que la inflación caerá en 2022». Así de contundente se mostró ayer la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, sobre los elevados niveles de inflación que sufren los 19 países de la eurozona, donde los precios se dispararon una media del 4,9% el mes pasado -un 5,6% en España, la tasa más elevada desde 1992-, muy por encima del 2% proyectado. En contraposición a lo que sucede en Estados Unidos, que es «definitivamente diferente» porque no cuenta con las elevadas tasas de desempleo de Europa, Lagarde estimó que noviembre podría haber marcado el punto más elevado de esa preocupante curva.
En una entrevista celebrada en el marco de la conferencia Reuters Next, Lagarde también vaticinó que los precios de la energía y la crisis de la cadena logística que tienen en vilo a hogares e industrias den un respiro en 2022, y utilizó esas previsiones para justificar su decisión de no adoptar políticas a largo plazo en la reunión que la entidad celebrará el próximo día 16, y en la que se pueden hacer ajustes clave sobre el paquete de estímulo de emergencia de 1,85 billones.
«Hay formas de proporcionar claridad -a los mercados- sin cerrar compromisos a largo plazo. Hay demasiada incertidumbre», explicó Lagarde, que descartó así subidas de tipos de interés para el próximo año, aduciendo que tomar decisiones en función de los datos a corto plazo puede asfixiar la recuperación en curso de la economía de la zona euro.
No obstante, la presidenta del BCE aseguró que la entidad se mantiene «extremadamente atenta a la inflación y preparada para actuar en cualquiera de las dos direcciones», y añadió que, si se cumplen las condiciones para una subida de tipos, el BCE «no dudará en intervenir».
En otro orden de cosas, Lagarde también incidió en la necesidad de controlar las nuevas variantes del coronavirus para evitar peores consecuencias económicas, aunque se manifestó confiada en las lecciones aprendidas durante la pandemia y reconoció que «una nueva ola como la que estamos experimentando en la zona euro ya está incluida en nuestro escenario más adverso».
En referencia al mercado laboral, Lagarde reconoció que existe falta de mano de obra «en algunos sectores», pero subrayó que no se ha producido 'la gran dimisión' que afecta a la superpotencia americana, lo cual proporciona a Europa una «holgura» con la que Estados Unidos no cuenta. Finalmente, la banquera central mostró su apoyo a un futuro euro digital, como herramienta que responda a la creciente demanda, pero sin acabar con el dinero en efectivo. Y volvió a advertir de que criptomonedas como rl bitcoin suponen activos altamente especulativos en los que las personas pueden perderlo todo.
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