Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
El próximo viernes 4.550 cooperativistas están llamados a tomar una decisión sobre su permanencia o no en el seno de la Corporación Mondragón. Son los 1.750 socios de Orona y los 2.800 de Ulma que celebran sus respectivas asambleas generales en las ... que deberán dirimir una transcendental cuestión que ha generado un terremoto en el mundo cooperativo, pero también social en el corazón de Gipuzkoa. El pasado viernes, una jornada de lluvia arrancaba en la localidad de Mondragón, donde tienen la sede las oficinas centrales de la Corporación, el primer grupo empresarial de Euskadi y el décimo de España, con más de 80.000 empleados. Y que representa algo que va mucho más allá de los números: un sello de identidad, de modelo sociolaboral impulsado por el padre Arizmendiarreta para dar un futuro a una comarca entera en los complicados años 50 del pasado siglo, en plena dictadura franquista.
El día empezaba con el tránsito de recados y el paso de vecinos con cestas de la compra, una feria de libro antiguo, el mercado habitual en la Plaza Laubide y juegos infantiles instalados por el Ayuntamiento para adelantar el clima navideño a los días del puente de diciembre. Un hombre joven, recién cumplidos los 30 años, revuelve un café en un bar del centro junto a un hotel. Trabaja en Ulma y confirma que «este viernes votamos», aunque reconoce que «tampoco sé mucho más de lo que decís en la prensa». Ha participado en dos reuniones, «pero hay cosas que se me escapan. El hecho es que vamos bien y me fío de los que han estado dirigiendo la empresa este tiempo. Tengo trabajo y además soy socio».
territorio
respeto
Es una excepción, porque la tónica general es no decir nada y en todo caso lamentarse de que se pierda la fuerza del grupo. «Lo que ha sido esto ¿no? El valle es hoy lo que es por Mondragón», señala una mujer que sale de una de las oficinas bancarias de la localidad.
A tan solo 11 kilómetros está Oñati, sede de la primera universidad del País Vasco fundada en 1548 por el obispo Rodrigo Mercado de Zuazola, y rodeada de montes a la orilla del río Olaran. La distancia se cubre en coche en menos de 15 minutos mientras se adelanta a ciclistas que siempre ruedan por esa carretera y pasando por no menos de siete naves con el emblema de Ulma. Muy pocos kilómetros que, sin embargo, marcan diferencias enormes en el universo de las cooperativas.
Juan es un jubilado de Ulma que fue cooperativista y familiar de uno de los fundadores. A él no le sorprende la situación. «Ya estuvimos fuera y luego dentro», afirma, a la vez que recuerda que en Oñati el movimiento cooperativo siempre estuvo marcado por la zona. «Desde los años 60 nos organizamos aquí, se crearon unas oficinas para coordinar las empresas de la comarca, Ulma tiene su revista, su fundación». El oñatiarra enumera todo esto orgulloso, como presumiendo del patrimonio e idiosincrasia de su pueblo. Es un elemento identitario. Su compañero de tertulia, con dedos gruesos forjados en trabajos manuales, apostilla que «tampoco Mondragón ha hecho mucho por implicarnos». El comentario no es baladí porque un experto en la materia recuerda que la última incorporación de Ulma estaba condicionada, entre otras cosas, a «modelar el tipo de gobernanza desde dentro, pero la Corporación no ha sido nada flexible». El hombre señala que, respecto a Ulma, «las oficinas centrales han adolecido de no tejer cierta adhesión emocional».
El caso es que en Oñati la mayoría de las personas tienen claro que el próximo viernes el resultado de la votación será claro: «Aquí la posición es unánime. Es la comarca y las empresas que se han ido poniendo en marcha. Dentro de Ulma hay muchos sectores de actividad que se ayudan entre sí, es un universo con vida propia».
Noticias Relacionadas
Lucas Irigoyen
Más lejos, a casi 70 kilómetros y en el valle del río Oria, Hernani acoge a otra de las cooperativas que ha centrado las miradas estas últimas semanas: Orona. Allí, en la tarde del viernes llueve con intensidad sobre el toldo de uno de los establecimientos de la calle Urbieta. Un veterano trabajador afirma convencido que «es una cuestión territorial; estamos cerca, pero muy lejos. La orografía nos marca y cada valle es un mundo». Contundente, descarta que vaya a haber una división importante en el voto de Orona.
Pero a pesar del cambio de río y de paisaje hay elementos comunes, como la poca disposición a hablar y, según señala una cooperativista de Orona, «también el poco conocimiento, no creas, ¿eh?», afirma. «Yo empecé a saber casi por las noticias y es mi empresa». Una de las cosas que más ha preocupado, reconoce, «es la entrevista de Ucín -en referencia al presidente de Mondragón- cuando dijo eso de que había que ver lo de Lagun Aro», la aseguradora creada por el grupo cooperativo. «También en casa» porque «el marido te pregunta por las aportaciones que has ido haciendo». El caso es que, explica un profesor de Mondragón, Lagun Aro es algo que «trasciende a la corporación porque acoge a cooperativas que están fuera, como Irizar, y los derechos de los mutualistas están garantizados».
En cualquier caso, como dice esta mujer, «a ver si pasamos ya el trago y llega el viernes de una vez». Un comentario que encierra la tensión que el debate ha provocado en una sociedad que pocas veces pone en cuestión el modelo de Mondragón porque hacerlo, significa tocar un símbolo. Y, como recuerda un veterano sindicalista guipuzconao, «con todos los símbolos hay tendencia a patrimonializarlos».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.