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En 2012, cuando España estaba al borde del naufragio total, José Carlos Díez (Madrid, ….) escribió su primer libro. Se llamaba 'Hay vida después de la crisis'. En él, el mediático economista desgranaba un plan para, nada más y nada menos, salir de una de las ... más devastadoras crisis económicas de la historia reciente. Proponía una serie de recetas alternativas a la medicina aplicada por la Troika. Ya se sabe, esa que tiene la austeridad como principio activo. Seis años después, España ha superado la crisis, pero sus heridas no han cicatrizado y el paisaje después de la batalla ofrece mucha congoja y pocas certidumbres.
Según Díez, la globalización y la revolución tecnológica son las principales limitaciones para conseguir el pleno empleo y, además, con buenos salarios. Con el objetivo de «mitigar» el miedo a esas dos grandes amenazas, Díez acaba de publicar su tercer libro -continuación de aquel primero- que lleva por título 'De la indignación a la esperanza', y por subtítulo 'Construir la España del bienestar es posible' (Plaza&Janes, 352 páginas).
Díez reconoce que cuando comenzó a escribir su nueva obra pensaba que Rajoy aún seguiría en el sillón de la Moncloa unos cuantos años más. Sin embargo, se ha encontrado que sus recetas pueden servir a un nuevo Gobierno, el de Pedro Sánchez, que a su juicio ha generado, cuando menos, «ilusión». El economista ha querido reflejar en su nueva obra «todas esas horas de experiencias e investigación de campo» empleadas en sus viajes «dentro y fuera de España» desde que hace cinco años dejara su trabajo como analista de mercados financieros y la macroeconomía.
Díez reconoce que la economía española lleva años en un ciclo ininterrumpido de crecimiento, pero que ya ha llegado el tiempo de «pasar de hablar del PIB a hablar de las personas». Esta obra refleja una «visión utópica, pero con los pies en el suelo» de lo que puede llegar a ser España si sabe aprovechar las oportunidades que tiene al alcance de la mano. Entre otras recetas, apunta a que las empresas españolas deben aprender a jugar en una liga superior. Dice que sólo una de cada veinte puede competir en igualdad de condiciones con otras compañías del resto del mundo. Para hacerlo, debe mejorar su imagen de marca y profundizar en los procesos de digitalización e innovación. Porque, sostiene Díez, España adolece de un cierto atraso a la hora de combinar la ciencia y la innovación con el mundo empresarial.
Las oportunidades están en aquello que mejor conoce la economía española. Por ejemplo, el turismo. ¿Está España condenada a vivir de la llegada de turistas? No, pero sí puede cambiar ese modelo para competir no con Turquía o los países del Norte de África, sino con otros destinos 'premium' como París, Londres o la Costa Azul. Eso pasa por construir hoteles de mayor calidad, con más empleo por habitación y salarios más elevados para sus trabajadores.
También plantea aprovechar el potencial español en la industria agroalimentaria y encauzarlo hacia la moda de los productos saludables: producir bioorgánico a precio competitivo. Y no dejar pasar las oportunidades surgidas de un desastre como el del cambio climático ya que, recuerda, España debe ser una potencia mundial en energía fotovoltaica.
El libro también reconoce la necesidad de, al menos, «debatir» sobre la renta básica universal, ese instrumento que según muchos teóricos ha de servir para salvar a millones de trabajadores poco cualificados de caer por la gran brecha social que está abriendo la globalización y digitalización de los empleos. A este respecto, aborda el modelo de la RGI vasca, pero como buen utópico «con los pies en el suelo», recuerda que implantar un sistema similar en el conjunto de España tendría un sobrecoste que las arcas públicas no están en condiciones de asumir. A cambio, propone una renta mínima, pero enfocada a la pobreza severa, y que estaría vinculada con las políticas activas de empleo.
«No resulta sencillo sostener que hay vida después de la crisis, pero estoy seguro de que construir la España del bienestar es posible. Recorramos juntos el camino de la indignación a la esperanza», propone Díez.
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