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Sergio Llamas
Jueves, 5 de octubre 2023, 00:56
Solicitar una cita previa en la sede bilbaína del Banco de España para invertir en deuda pública implica una espera de prácticamente dos meses y ... medio. Ayer, la primera cita disponible era para el 12 de diciembre. Un 'boom' motivado por una elevada rentabilidad que no se conocía hace más de un década. El martes, el Estado pagó casi un 3,9% por las Letras a 12 meses. Se trata de un fenómeno que lleva un año en auge ante la falta de rentabilidad en los depósitos bancarios y que ha motivado que a mediados de año, como desveló este periódico, la sede bilbaína se convirtiese en la que más deuda pública vendía en todo el país.
«Hay un retraso de unos dos meses largos para concertar una cita, porque se mantiene el interés que se venía observando hasta ahora», reconoce el director de la entidad bilbaína, Iñaki Mediavilla, quien recuerda que los recursos disponibles permiten atender solo a una cierta cantidad de clientes. Cada día se reservan una quincena de encuentros dedicados a abordar estas gestiones, que tienen que convivir además con otros trámites habituales en ventanilla como las operaciones con efectivo -suministra dinero para toda la banca del País Vasco, Navarra, Cantabria y parte de La Rioja-, además de otras operaciones para las que también se debe reservar un encuentro. «Aquí también acude gente sin cita previa a la que se intenta atender siempre que es posible, pero a veces no se les puede dedicar tiempo», explica.
El sistema de cita previa se implantó a mediados de febrero de este año para intentar atajar las colas que se formaban diariamente a la entrada de las sedes. En la Gran Vía de Bilbao se volvió frecuente ver a primera hora de la mañana una hilera de personas listas para invertir desde finales del pasado año, cuando los intereses que habían llegado a ser negativos comenzaron a escalar mientras las entidades privadas se resistían, entonces en bloque, a remunerar los depósitos.
Cada día se abrían multitud de cuentas para realizar la adquisición de deuda del Estado, lo que obligaba a ofrecer «muchas explicaciones» de manera diaria a los nuevos clientes. «Si tuviéramos diez ventanillas abiertas para este objetivo, tendríamos las diez ocupadas», reconocieron ya entonces en la entidad ante el aumento de los minoristas en estas subastas, que a nivel estatal suponen ya más del 25% de toda la inversión a corto plazo emitida por el Tesoro.
A falta de ver cómo evoluciona el cierre del año, la previsión es que los próximos meses la actividad crezca. «El 'boom' fuerte de las Letras se dispara en noviembre y diciembre y como el periodo estándar que se suscribe es de un año, puede ser un momento crítico si la gente quiere reinvertir esas cantidades», plantea Mediavilla, aunque también hay fórmulas muy demandadas a tres, seis y nueve meses. Este aumento de la demanda también se podría trasladar, previsiblemente, a las propias citas previas alargando aún más las esperas actuales.
La falta de citas disponibles tampoco tiene visos de frenar la adquisición de las Letras. Los particulares podrán seguir recurriendo a los bancos, aunque en ese caso deberán afrontar las comisiones marcadas. «Las entidades privadas realizan un trabajo por el que cobran, por eso hay muchos ciudadanos que prefieren acudir a nosotros para obtener todo el interés disponible», argumenta el director de la sede en Bilbao.
El mercado ha tomado, esta vez sí, buena nota de la firmeza con la que los bancos centrales han trasladado que los tipos se mantendrán altos durante mucho tiempo. Tanto es así que el interés del bono español a 10 años -que viene a indicar lo que exigen los inversores por comprar deuda del Estado- volvió a escalar ayer por encima del 4%, máximos desde finales de 2013. Y esa evolución en los mercados secundarios, donde se negocian este tipo de activos, se está traduciendo en un notable incremento del coste de financiación en las nuevas emisiones del Tesoro, que esta misma semana ha llegado a pagar rentabilidades de casi el 3,9% en sus Letras a 12 meses, máximos de 11 años. Esto, a su vez, afecta directamente a otros agentes como las empresas, que compiten con el Estado para captar inversores, por lo que, en teoría, tendrían que ofrecer rendimientos más elevados a la hora de buscar quién les financie.
«El mensaje de los bancos centrales de que los tipos están cerca de máximos no ha tenido tanta repercusión como que se mantendrán elevados durante un periodo largo, alejando las expectativas de rebajas hasta finales de 2024 o incluso 2025», indican los analistas de Link Securities.
La propia presidenta del BCE, Christine Lagarde, insistió ayer en que la lucha contra la inflación sigue siendo prioritaria frente al impacto económico de la actual política monetaria. Un efecto que ya se está dejando notar en indicadores como la actividad del sector privado en la zona euro, que en septiembre sumó cuatro meses de contracción con la mayor caída de la demanda de productos y servicios desde noviembre de 2020.
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