La Inspección de Trabajo en Euskadi no consigue cubrir un tercio de sus plazas

El reto es importante ante la creciente carga de trabajo de la Inspección en las competencias que tiene transferidas el Gobierno vasco, que son todas aquellas relacionadas con la seguridad y la salud así como el fraude en la contratación y el control de la jornada (solo la parte relacionada con la Seguridad Social sigue en manos del Estado). Basta con recordar que solo en los dos primeros meses se han registrado en el País Vasco 7.983 accidentes laborales, un 22% más que el año anterior, en los que 12 trabajadores han fallecido. Los sindicatos están continuamente exigiendo un refuerzo de la Inspección para investigar si las empresas cumplen con las medidas de prevención y también los abusos en la contratación y las relaciones laborales.

El Gobierno vasco defiende que ha respondido a esa demanda al aumentar en un 25% los puestos de inspectores y subinspectores, hasta sumar 58 y 22, respectivamente. En total, 80 frente a los 64 de 2020. «Lo primero es crear esas plazas y es lo que hemos hecho», señala la viceconsejera de Trabajo, Elena Pérez Barredo. Argumenta que esa es la única parte que está en sus manos porque la manera en que se cubren no depende de su voluntad dado que las oposiciones las convoca el Estado. Eso sí, en el departamento están haciendo todos los esfuerzos posibles como crear seis becas para que personas con escasos recursos económicos puedan dedicarse a estudiar la oposición, que exige prepararse durante años.

Para explicar el porqué de las vacantes alude a varias causas. Una de ellas es que el inspector o subinspector que ocupa la plaza puede jubilarse, pedir el traslado o una excedencia. Otra es la dificultad para atraer a Euskadi a quienes han sacado la oposición a Euskadi. «El que es de fuera enseguida se marcha cuando se realizan los concursos de traslados y el que acaba de aprobar la OPE tiene que elegir el País Vasco como destino para poder cubrir las plazas», señala.

En definitiva, hay un problema de falta de cantera de opositores vascos para la Inspección, que son los que con más probabilidad se quedarían aquí para ejercer la profesión. Pero se trata de una OPE muy dura, que suele requerir cuatro años de estudio, mucho más exigente que otras alternativas para hacer carrera de funcionario. Y no hay que olvidar que en Euskadi, como en el resto de España, hay una auténtica avalancha de convocatorias para el empleo público ante la necesidad de cubrir las jubilaciones y de reducir la temporalidad al 8%.

El otro gran problema es que los inspectores y subinspectores no pueden ser sustituidos por interinos. Se está estudiando la posibilidad de hacer una excepción para los subinspectores, pero hay mucha resistencia interna y todavía no ha salido adelante.

La Inspección se está apoyando en herramientas digitales para hacer su labor como el programa de 'big data' creado por el Gobierno central para detectar el fraude en la contratación, que ha permitido transformar 48.000 contratos en indefinidos en los últimos seis años. Pero la presencia de inspectores y subinspectores es esencial.