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El vehículo eléctrico no es cosa del futuro. Para la industria vasca, se trata de un empeño tecnológico por el que se apostó hace ya bastantes años, antes incluso de que vislumbrara su despegue como una realidad. Es más, hablamos de diez años atrás, del ... nacimiento de nuevas iniciativas empresariales y de la diversificación de grupos industriales ya existentes. Sacando la calculadora y haciendo un planteamiento conservador, las cifras que salen son sorprendentes: la apuesta de la industria vasca por el vehículo eléctrico ha supuesto ya más de 500 millones de inversión.
Entre los pioneros se encuentra el primer gestor de recarga de coches eléctricos, Ibil, constituido en 2009 en alianza al 50% entre la multinacional Repsol y el Ente Vasco de la Energía (EVE), que actualmente es el mayor agente del sistema, con más de 104 puntos de recarga repartidos por toda España. La compañía empezó a operar en 2010, con un desembolso de capital por parte de sus accionistas en los primeros años de 12 millones y la puesta en marcha de un plan de inversión de 84 millones de euros. La red de Ibil principalmente va dirigida a puntos de recarga colectivos -estaciones de servicio, parkings públicos, centros de trabajo-, incluyendo la introducción de puntos de recarga rápida.
La iniciativa de Ibil es sostenible no sólo por tratarse del coche eléctrico, sino que la electricidad que suministra es 100% renovable al provenir de centrales mini hidráulicas. Para la recarga rápida, en 2015 se configuró un grupo de trabajo para su desarrollo tecnológico integrado por Ibil, Iberdrola, Ingeteam, ZIV, EDS y el Cluster de la Energía, que ya tiene equipos en funcionamiento, como el de MegaPark en Barakaldo, en el que sólo hace falta repostar durante 20 minutos para poder seguir camino.
También en recarga, pero esta vez para particulares, en los garajes de los dueños de vehículos eléctricos, Iberdrola anunció en primavera un plan para instalar 2.300 puntos de recarga en el País Vasco, cifra que se elevará hasta los 25.000 puntos en el conjunto de España hasta 2021.
Recarga: El plan del Gobierno vasco 2018-2010 apoyará técnica y económicamente la instalación de 315 puntos de recarga rápida de uso público; 85 en empresas e instituciones; y 50 de aparcamientos de multipropiedad.
Bus eléctrico: Se establecerán tres líneas de bus eléctrico inteligente, una en Vitoria, otra en San Sebastián y otra en Leioa-Universidad. Además, se apoyará la introducción de buses eléctricos urbanos en la renovación del 50% de las flotas.
La multinacional Mercedes Benz apostó en 2011 por la fábrica de Vitoria para la primera producción en serie de la furgoneta Vito -en su anterior versión-, que salió al mercado en 2012 tras una inversión de 13,5 millones en I+D+i para adaptar el vehículo tradicional a la motorización eléctrica sin cambiar de fábrica. En aquel entonces participaron en el proyecto, además de Mercedes, CIE Automotive, Cikautxo, GKN, Maser, Estampaciones Vizcaya, Inauxa, P4Q Electrónics y GAT.
Aquella furgoneta se adelantó a su tiempo; la demanda del mercado de vehículos industriales y de reparto eléctrico tardó mas de lo previsto en despegar, lo que hizo que se desistiera momentáneamente. Ahora, con el despegue real de la demanda de motorizaciones eléctricas, la dirección alemana ha decidido apostar por su fábrica de Vitoria para retomar la producción en serie de la nueva furgoneta Vito E-Cell y también la versión correspondiente del monovolumen Clase V. Para su consecución, la inversión realizada en la factoría alavesa se calculó en 34 millones adicionales.
La nueva producción eléctrica en serie de estos nuevos modelos (con una autonomía de 150 kilómetros y seis horas de recarga- comienza el próximo mes de septiembre. Este año hay una previsión de producción de un millar de unidades, destinadas al grupo alemán de logística Hermes y para Amazon. En primavera de 2019 llegarán a los concesionarios.
La consejera de Desarrollo Económico e Infraestructuras, Arantxa Tapia, ha presentado este verano el Plan Integral de Movilidad Eléctrica (PIME), con unas inversiones públicas de 494 millones hasta 2020, en una estrategia que abarca no sólo la transformación de los que circulan por carretera, sino también la potenciación de los servicios de trenes y tranvías. El objetivo de la Administración pública es realizar una electrificación progresiva de los diferentes modos de transporte, invirtiendo en compra y modernización de equipos. De cara al tejido industrial local, Tapia, además de constatar que «prácticamente podemos hacer un vehículo eléctrico sólo con tecnología vasca», cree que hay que mirar un poco más allá, porque se abren nuevas oportunidades que hay que aprovechar, sobre todo en servicios y tecnologías TIC, con el avance «del vehículo conectado y del vehículo autónomo».
En el transporte colectivo, la industria vasca es igualmente líder gracias a dos emblemáticas compañías, Irizar y el grupo CAF. Tras el bache que vivió el sector de automoción a principios de la gran crisis, aunque después fue la actividad industrial que más rápido se recuperó gracias a su alta internacionalización, la cooperativa guipuzcoana Irizar hizo una reflexión estratégica que le llevó a apostar fuertemente por la movilidad eléctrica, a través de I+D propia para el diseño y producción de nuevos vehículos, además de todo un conjunto de sistemas y servicios relacionados con la movilidad eléctrica y las tecnologías TIcs, cuyas posibilidades abren muchas nuevas vías de negocio. Así, Irizar ha diseñado y desarrollado varios modelos de autobús eléctrico que ya circulan por las capitales vascas, Madrid, Barcelona y numerosas poblaciones europeas -París, Marsella, Londres...- y el crecimiento de su cartera de pedidos parece imparable, no cesa de crecer. Este gran proyecto, que en conjunto supone una inversión de 75 millones, se ha centralizado en la nueva fábrica Irizar E-mobility, en la localidad guipuzcoana de Aduna.
Otra firma líder en transporte -hasta ahora en ferrocarril, metro y tranvía- es el grupo CAF, que también se ha introducido con fuerza en el segmento de los autobuses eléctricos. Su primera incursión fue en 2013 al aliarse con la gallega Castrosua para crear la empresa mixta Vectia Mobility, en el sector de carrocerías; para deslumbrar el pasado mes de julio con la compra del grupo polaco Solaris, uno de los líderes europeos en autobuses eléctricos, en una operación valorada en unos 300 millones.
La mítica marca de bicicletas Orbea, empresa vizcaína con sede en Mallabia y un caso excepcional de 178 años de historia, ha basado su presente y su futuro colocándose en la vanguardia de la tecnología. De esta forma, este año prevé facturar cerca de 110 millones de euros, casi un 20% por ciento más que el ejercicio anterior. Si se mira un poco más atrás, se ve que esta cooperativa ha multiplicado por dos sus ventas en los últimos tres años.
En esta favorable evolución juega un papel muy importante la apuesta que realizó hace años por dos vías de negocio: bicicletas deportivas y urbanas de alta gama y además personalizadas a gusto del cliente; y la bicicleta eléctrica, tanto para versión deportiva, como para su uso urbano. El éxito ha sido rotundo.
En las bicis eléctricas, las baterías pueden adosarse al cuadro o incluso ser invisibles al estar integradas en el mismo. Su recarga, muy sencilla, como un móvil, en el enchufe normal de casa y con unas horas.
El director general de Orbea, Jon Fernández, recuerda que «hace siete años nadie podía pensar que la bicicleta iba a ser competencia para el automóvil o las motos en las ciudades». Pero ese momento ha llegado, como se constata con las limitaciones de emisiones de CO2 y la reducción de la velocidad máxima a 30 kilómetros en muchas calles de ciudades, entre ellas Bilbao. La bici, destaca, «es un sistema de transporte sostenible y saludable». Y, como ciclista practicante, asegura que «también te hace feliz».
Con vistas a potenciar este tipo de transporte, Fernández considera que además de los ya existentes sistemas públicos de préstamo o alquiler de bicicletas, las administraciones deberían pensar en «guarda pública» o aparcamientos seguros para las bicicletas, ya que muchas de ellas son de alto valor y, si se quiere que puedan convertirse en vehículos urbanos, necesitan sitios donde depositarse mientras sus dueños trabajan, hacen compras o están en actividades de ocio.
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