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Carmen Larrakoetxea, Xabier Garmendia, Saioa Echeazarra y Marta Peciña
Martes, 31 de marzo 2020, 00:42
Dos semanas, que sean sólo dos semanas... Ha sido el mantra de la industria vasca desde el inicio del estado de alarma por la crisis sanitaria del coronavirus, pero su ampliación en el calendario y su endurecimiento final para todas aquellas actividades «no esenciales» ha ... dado paso a otras palabras: incredulidad e indignación. Por las formas –un decreto de fin de semana sin consensuar con nadie–, por sus imprecisiones y lagunas y con un exiguo plazo para su cumplimiento. Así se recibió ayer la decisión del Gobierno de Pedro Sánchez en el mapa industrial vasco.
Arcelor Mittal
El grupo siderúrgico tenía ya decidida la paralización de la acería eléctrica de Sestao, pero había demorado la fecha de ejecución al recibir unos pedidos de última hora que trataba de sacar adelante. Ha tenido que parar. No así la factoría de Etxebarri, ya que esta planta tiene una parte sustancial de su actividad dirigida al sector de conservas de alimentación. La compañía no precisó la afección del decreto sobre sus factorías en Gipuzkoa y Álava, que son de menor tamaño que las vizcaínas.
Sidenor
La orden de cierre le ha pillado con el pie cambiado a Sidenor, que hace dos semanas logró el aval de la autoridad laboral para mantener la producción en Basauri, frente a la paralización forzada por el comité de empresa, que reclamaba más medidas de seguriad frente al coronavirus. El grupo se ha acogido a la moratoria prevista en el decreto publicado ayer en el BOE para aplicar una parada «ordenada» y paulatina. Las instalaciones de Vitoria ya estaban fuera de servicio, de acuerdo con la plantilla, hasta después de la Semana Santa.
Aceros Olarra
La acería situada en Loiu centró la jornada de ayer en aplicar los protocolos de paralización de sus equipos, teniendo en cuenta que detener los hornos no es una labor sencilla y requieren de un mantenimiento especial, ya que su completo apagado implica costes muy elevados y dificulta su arranque posterior. Fuentes sindicales explicaron que la dirección de la compañía y el comité de empresa ya habían pactado el pasado viernes dejar de producir estas dos semanas, que a efectos laborales implican sólo cinco jornadas, para su recuperación posterior a partir del 14 de abril.
Mercedes
La factoría de la capital alavesa, la mayor industria vasca, está parada desde mediados de marzo. Sólo operan en planta servicios mínimos de mantenimiento y vigilancia, que apenas llegan al 1% de sus 5.000 operarios. No obstante, hay empleados técnicos o de administración que siguen trabajando desde casa. Cuando concluya el parón, la vuelta deberá ser «paulatina», avanza Igor Guevara (ELA), presidente del comité de empresa. La cadena se activará de forma escalonada, turno a turno. Un proceso que puede durar «dos o tres jornadas», calcula. La fábrica de la multinacional alemana depende para su reactivación de que «arranquen los proveedores, que son de muchos países», por lo que es probable que la recuperación de la actvidad cueste «un poco más». El expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) planteado por la empresa para su plantilla afecta a 4.900 trabajadores y reúne el apoyo de la práctica totalidad del comité, que el pasado sábado firmó un pacto con la dirección que permitirá al personal percibir un 80% de su salario mientras dure el expediente. Está todavía pendiente del visto bueno del departamento vasco de Trabajo para entrar en vigor.
Michelin
El parón en la actividad industrial en su planta de Vitoria se decretó el 16 de marzo. La fábrica, uno de los motores económicos del territorio –emplea a unas 3.300 personas de manera directa–, solo mantiene los servicios de seguridad para garantizar su óptimo mantenimiento durante el cierre. Nunca han vivido un eclipse tan largo, y volver a poner en marcha la producción garantizando las condiciones de salud de miles de operarios se les antoja «todo un reto». «Estamos ya en conversaciones con la dirección para fijar las medidas preventivas de cara a esa reincorporación», aseguró Alberto Martín, responsable de CC OO en la factoría. La cadena se irá reactivando de forma «progresiva». «Primero hay que fabricar diferentes materias primas, la goma, el cable...». Por escalones y en base a las «necesidades de producción», dada su dependencia de suministros de fábricas externas de Michelin en Europa. Sigue pendiente de que la autoridad laboral resuelva el ERTE al que se ha acogido. No obstante, la empresa se dotó hace años de un sistema de flexibilidad interno para poder hacer frente a diferentes fluctuaciones del mercado. Es la fórmula que les permitió encarar la parada de varios días en diciembre. Ahora, esas jornadas «van a ser asumidas con esta bolsa de flexibilidad».
Aernnova
Los trabajadores de la planta de Aernnova Aeroestructuras en la localidad alavesa de Berantevilla, especialmente los que entraban en el turno de noche del domingo, vivieron momentos de gran confusión por la falta de concreción sobre el 'cierre total' de las industrias no esenciales. Ayer, digerido el decreto gubernamental, se decidió bajar la persiana. «Estamos parados», confirmaron desde la empresa. Y sus alrededor de 450 operarios, en casa. Los días previos fueron convulsos. La plantilla, según sus representantes, ya estaba sufriendo bajas por el virus y el comité amenazó con una huelga indefinida si no se interrumpía la actividad hasta garantizar la salud laboral. Finalmente, el paro se suspendió el sábado, tras pactar con la dirección que sólo un 30% de la plantilla acudiría a sus puestos. El acuerdo ha quedado en agua de borrajas. Superar la 'desconexión' no será demasiado dilatado en el tiempo, aprecian las centrales. «Nuestro trabajo es absolutamente manual y muy individual, no existe una maquinaria o una cadena que haya que paralizar. Cuando nos incorporemos, ese proceso lo retomaremos sin mayor complicación», sostienen. Sobre si tocará recuperar estas semanas de inactividad, «está pendiente de definir y la dirección tendrá que acordarlo con el comité».
ITPAero
El grupo ITP Aero no ha podido mantener su actividad, a pesar de los esfuerzos que había realizado en las últimas semanas. Tras la paralización de la actividad que tuvo lugar entre los días 18 y 23 de marzo por la protesta del comité de empresa, que reclamaba mayores medidas de seguridad frente al coronavirus, la compañía adaptó las instalaciones, intensificó la limpieza y reordenó los turnos para asegurar la distancia mínima de un metro entre los trabajadores. Nada de todo esto ha evitado que la multinacional británica se vea obligada a congelar su producción en España. Únicamente permanecen en activo quienes pueden teletrabajar. Alrededor de un millar de personas desempeñan sus funciones por vía telemática en España desde sus casas.
Siemens Gamesa
La realidad industrial es muy dispar y una misma empresa puede estar sometida a diferentes exigencias. Por una parte, paralizar producción; por otra, mantener la actividad vinculada a servicios esenciales; y, al mismo tiempo, tener al resto del personal teletrabajando. Este es el caso del grupo energético Siemens Gamesa. Es esencial –y, por tanto, debe preservarse a toda costa– la actividad para mantener los parques eólicos; mientras que no lo es la producción de aerogeneradores, y por eso ordenó dejar de trabajar en ello. El personal de oficinas lleva ya dos semanas operando desde sus domicilios, y así seguirá.
Tubacex
Entre la plantilla de Tubacex, con más de 600 empleados en las plantas de Llodio y Amurrio, se vivieron horas confusas. El domingo por la tarde, la dirección envío una comunicación a sus trabajadores para que acudieran a sus puestos, dado que en los primeros borradores del decreto filtrados con el listado de actividades esenciales se incluía la siderurgia. Pero en el texto definitivo ya no estaba contemplada, así que, pasada la medianoche, se avisó a la plantilla de que no fuera a trabajar. Tubacex ha mantenido la actividad durante la crisis sanitaria, pese a que los sindicatos entienden que no se estaban cumpliendo las normas de seguridad. El plante de la plantilla del 17 de marzo y la denuncia interpuesta por los sindicatos fue desestimada por la autoridad laboral y el día 23 se recuperó la actividad. Hasta el viernes pasado, los sindicatos negociaban una reducción de los turnos de trabajo, que no fue aceptada por la empresa, mientras sigue la incertidumbre de si se volverá a recuperar la producción a partir de mediados de abril.
Tubos Reunidos
En Tubos Reunidos, con unos 600 trabajadores, la situación es de incertidumbre. La empresa prepara un ERTE por causas productivas «con el completo respaldo del comité de empresa». Una petición similar argumentada como «fuerza mayor» ya fue desestimada la semana pasada por la autoridad laboral. De momento, la compañía, con plantas en Amurrio y Trápaga, se prepara para «proceder de forma ordenada a la paralización de las actividades, manteniendo solo la indispensable». Los trabajadores, que el día 18 se plantaron en sus puestos laborales con la intención de paralizar la actividad por razones sanitarias, desconocen cuál será la situación a la que se enfrentarán dentro de diez días, cuando acabe el plazo de medidas extraordinarias aprobado por el Gobierno. La vuelta a la actividad para Tubos Reunidos supondrá un mes de trabajo para recalibrar y alinear las máquinas que permitan continuar con la producción.
Talgo
Las instalaciones de Talgo en Rivabellosa pararon desde ayer su área de producción. Dedicada a la fabricación de trenes y su mantenimiento, con alrededor de 400 operarios que trabajan a tres turnos, permaneció activa hasta el pasado viernes «extremando las medidas seguridad y sanitarias», indicó la firma. Otras plantas españolas especializadas solo en mantenimiento sí se vieron obligadas a bajar su nivel actividad en un 70% en la semana previa, debido a la reducción de los servicios ferroviarios. Tras el decreto gubernamental, la dirección anunció que paraliza la producción de su planta alavesa, aunque continuará en funcionamiento el área dedicada al mantenimiento de trenes «en los volúmenes que determine el Ministerio de Transporte». La plantilla vivió un fin de semana de gran incertidumbre, con empleados preguntando múltiples dudas y los teléfonos «echando humo» debido a esta coyuntura «inédita para todos», apuntaron fuentes sindicales. La parada y el arranque en el caso de esta fábrica pegada a Miranda de Ebro no se antoja en exceso complicada para las centrales, como puede ocurrir en otras cadenas de montaje, por lo que la vuelta al tajo, cuando toque, no implicará grandes dificultades. «Poner en marcha las máquinas es más sencillo que en otras industrias», aducen. Otra cosa será el coste que le suponga a la empresa. Cuando acabe esta situación, «habrá que negociar» cómo recuperar las jornadas de parada.
Mondragon Componentes
En la división de componentes de Mondragon –que abarca a empresas como Fagor Electrónica, Copreci y Orkli–, cuyas fábricas permanecen cerradas desde ayer, han optado por adelantar el calendario una semana para acercar así las vacaciones de Semana Santa. De esta manera, el próximo jueves comenzarán oficialmente los días de descanso, para poder volver a la actividad el lunes día 12. Respecto a las horas correspondientes a ayer, hoy y mañana, se recuperarán cuando la situación vuelva a la normalidad. Las cooperativas comunicaron la decisión a los trabajadores a lo largo del mismo domingo, cuando aún no se conocían con precisión los términos del decreto que preparaba el Gobierno central. En las anteriores semanas ya habían tratado de disminuir el número de empleados presenciales, aunque la actividad de estas compañías es muy difícil de adaptar al teletrabajo, una modalidad que apenas puede afectar al 30% de sus plantillas. No obstante, estos empleados también frenarán en seco sus funciones durante estos días.
Vidrala
En Vidrala no hay cambios por el último decreto del Gobierno, dado que la fabricación de vidrio hueco es un servicio esencial, destinado a la alimentación. La dirección de la empresa aseguró ayer que todas sus plantas en España, situadas en Llodio, Caudete (Albacete) y Castellar del Vallés (Barcelona), siguen funcionando. En Llodio, con 400 trabajadores, «mantenemos los niveles de producción en torno al 50%», aseguró la compañía. Antes del inicio de la crisis del coronavirus, uno de sus tres hornos estaba en obras de reparación. Tras la declaración de alerta sanitaria, los que trabajaban en él dejaron la tarea; son los otros dos los que continúan en activo. Además, «se ha alcanzado un acuerdo con la representación sindical para no presentar un ERTE», señalaron las mismas fuentes. Las condiciones en las que se trabaja permiten al personal mantener las distancias de seguridad. También ha quedado resuelta la escasez inicial de equipos de protección, «e incluso hemos hecho alguna donación al sistema sanitario», apuntaron. Se mantienen controladas a media docena de personas contagiadas por el Covid-19 y en cuarentena a quienes han mantenido contacto con ellas.
Guardian
Guardian, que da empleo a 450 personas, también retrasa la presentación del ERTE que tenía previsto entregar ayer hasta que finalice la situación actual, porque había programado el cese paulatino de la actividad. De momento, los trabajadores siguen en sus casas, acogiéndose al permiso retribuido recuperable. En el horno 'float', donde se fabrica vidrio plano para la construcción, a las seis de la mañana entró en funcionamiento 'el rompedor', colocado al final de la lámina de vidrio continua que sale del horno. Los trozos se reciclan en chatarra para volver a verterse al 'float'. Estas son las condiciones mínimas que necesita la instalación para poder recuperar la producción más adelante con garantías. Son muy exigentes, porque requieren que el 70% de la plantilla de esta sección permanezca operativa. La sección de parabrisas está completamente parada, lo mismo que las de expediciones y logística. Los trabajadores temen que, una vez que acabe este periodo de cierre, se tengan que enfrentar a un ERTE porque «los clientes ya han hecho acopio de parabrisas». Mientras, continúa tramitándose la venta de esta parte de la empresa a un fondo de inversión suizo, que ha dejado en manos de Guardian la gestión de la crisis. Por su parte, portavoces de la empresa trasladaron que «estamos tomando medidas para cumplir con todas las obligaciones operativas de salud y seguridad, como siempre hacemos, y nos estamos comunicando con nuestros empleados y sus representantes para trabajar juntos en este momento difícil».
Ner Group
Jabi Salcedo, presidente de Ner Group, agrupación de empresas que se caracteriza por su orientación social y da empleo a más de 1.200 personas, reconoce que «parar no es fácil, y menos con estos plazos, pero tampoco nos pilla de sorpresa después de ver lo que ha pasado en China e Italia». No es óbice para que cuestione la forma de decretar la parada –«de la noche a la mañana, sin margen para poder hablar con clientes y proveedores»–, pero admite que «algo había que hacer; lo prioritario es la salud y parar la propagación del virus». En fábrica, todas las empresas de Ner Group han parado, con excepción del área de Walter Pack, que confecciona de modo altruista viseras sanitarias. A su vez, el personal administrativo lleva dos semanas en modo teletrabajo. Lo que tiene claro Salcedo es que mantendrán todos los puestos de trabajo: «De esta tenemos que salir todos juntos».
Ampo
El fabricante guipuzcoano de válvulas industriales ha estado todo el fin de semana diseñando la forma de paralizar la maquinaria y equipos de fundición para dejarlos en las mejores condiciones ante el posterior arranque. Fuentes de la compañía especificaron que el equipo directivo «está trabajando desde ya mismo en la definición de un plan de reactivación para poder reaccionar lo antes posible y empezar a funcionar en cuanto el Gobierno autorice la vuelta a la producción».
Izar Cutting Tools
Carlos Pujana, presidente de Izar Cutting Tools, sociedad laboral radicada en Amorebieta especializada en herramienta de corte y brocas, critica sin ambages las formas empleadas por el Ejecutivo para decretar la paralización industrial no considerada esencial en la emergencia sanitaria. Cuestiona la definición misma de labores esenciales en la orden gubernamental–«muchos clientes que sí son considerados esenciales me han pedido que no deje de suministrarles, que lo necesitan para poder continuar»–, pero ha tenido que hacerlo. Insiste en que el decreto tiene muchas lagunas –«es un desastre y crea inseguridad jurídica»– y lamenta los «muchos perjuicios» que supondrá a la empresa frenar en seco, de golpe: «No puedo parar los tratamientos térmicos así como así».
E&M Combustión
La ingeniería situada en la localidad vizcaína de Artea ha tenido que paralizar «la mayor parte» de su actividad, que venía desarrollando «con bastante normalidad, dentro de las limitaciones», hasta el pasado viernes. La empresa, que fabrica quemadores industriales, sigue funcionando por teletrabajo en su área administrativa, mientras que los empleados de la fábrica dispondrán de una bolsa de horas de trabajo para ir recuperándolas a la vuelta. Según el director general de la firma, Iñigo Béjar, la actividad industrial «no se va a recuperar fácilmente de un parón de esta magnitud» porque, recuerda, su competencia se sitúa en otros países «cuyos gobiernos han sido más flexibles». Asume que se perderán pedidos durante este periodo y reclama medidas urgentes: «Se echan de menos apoyos como bajadas de impuestos o condonaciones de algunos de estos pagos».
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