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Casi todos los días podemos leer o escuchar en cualquier medio de comunicación comentarios acerca de la problemática que aqueja a nuestro actual sistema de pensiones. Y aunque el consenso general es que la sostenibilidad del sistema no está en riesgo, el mismo también asume ... que así no se puede seguir porque las cuentas no cuadran.
Mientras tanto hay un colectivo de pensionistas que obviando la problemática general, demandan mejoras, a mi modo de ver irrealizables, por la vía de la protesta callejera continuada. Entiendo la difícil situación que pueden estar pasando aquellos jubilados con pensiones mínimas y demandas crecientes de dependencia pero hay que ser realista y pensar que esas situaciones difícilmente van a ser resueltas con una indexación al IPC de su pensión. Ni siquiera un aumento de la misma hasta los 1.080 euros que también demandan , por cierto no me pregunte a qué responden esas decenas, solucionaría el problema.
Ante este incierto panorama sería bueno estudiar alternativas económicas que permitan incrementos de ingresos sin modificar los hábitos de vida de nuestros mayores, en la medida de lo posible. Entre las soluciones que se barajan se encuentra un instrumento financiero hasta el momento muy poco utilizado y que se denomina hipoteca inversa y cuya legislación data del año 2007.
El Banco de España define la hipoteca inversa como un crédito o préstamo garantizado con una hipoteca que recae sobre la vivienda habitual, concedido, de una sola vez o a través de prestaciones periódicas a una persona a partir de los 65 años o que acredite un grado determinado de discapacidad o dependencia, no siendo exigible su devolución hasta el momento de su fallecimiento.
La razón de que esta pueda ser una alternativa la tenemos que buscar en la estructura del ahorro en España. Así, el índice de propiedad privada de vivienda en nuestro país según el INE entre el grupo de personas mayores de 65 años alcanza casi el 90 por ciento, siendo en muchas ocasiones el principal activo de su patrimonio. Esta fórmula o algo en esta línea permitiría hacer líquida una gran cantidad de dinero que hoy por hoy no está disponible. Estamos hablando de más de 8 millones de mayores con una vivienda en propiedad.
Aunque como ve no se trata de un instrumento nuevo no está apenas desarrollado en nuestro país y eso por varios razones. En primer lugar, es un producto complejo, difícil de entender por el colectivo al que va dirigido. Además suscita un cierto recelo ya que parece que implica una pérdida de la herencia a transmitir a los descendientes.
Por otra parte el propio Banco de España aunque apoya la idea también afirma que falta regulación en lo que se refiere a consumo de capital en los balances bancarios, riesgos asumidos e incluso ha lanzado mensajes en relación a la conveniencia de que sean principalmente las aseguradoras quienes se involucren en su venta y desarrollo
En cuanto al sector bancario aunque pueda ver la oportunidad no está diseñando ningún servicio ni producto y sobre todo reclama una mayor seguridad jurídica para planteárselo. Podríamos decir que es un «gato escaldado» del sector inmobiliario por sus experiencias pasadas. Y lo que es más importante, podría conllevar otro riesgo reputacional para su maltrecha imagen si se diese cualquier problema al tratarse de un colectivo tan sensible.
Finalmente la razón más poderosa es que la situación de tipos de interés complica establecer unas rentas futuras atractivas de forma periódica y dificulta el cálculo actuarial en caso de rentas vitalicias .
En cualquier caso, la oportunidad está ahí y aunque sea necesaria mucha transparencia, desarrollo legislativo y labor didáctica puede ser una parte de la solución. Al menos pensémoslo.
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